Donde la cruz se vive todo el año

Capilla del Hospital Universitario de Burgos
Desde que estallara la pandemia, el trabajo de los capellanes del Hospital Universitario de Burgos ha cambiado considerablemente. Ahora, los enfermos no pueden acudir a las celebraciones litúrgicas en la capilla y sólo pueden tener acceso a los sacramentos –que reciben en sus habitaciones– después de haberlo solicitado a través de las enfermeras o el personal de la plantas donde están ingresados.
En 2022, estos sacerdotes realizaron un total de 4.555 visitas a las habitaciones, repartieron 2.637 comuniones y administraron 556 unciones de enfermos; sin olvidar el impagable trabajo de escucha y acompañamiento que llevan a cabo con enfermos, sus familiares e, incluso, con el personal sanitario. También el año pasado, recibieron 805 llamadas de urgencia en el busca, que solicitaban intervenciones inesperadas ante fallecimientos repentinos o bautismos de socorro para niños en peligro de muerte, entre otros casos.
Dos de los tres capellanes que atienden el hospital –Ezequiel Rodríguez y Elías Cámara– tienen encomendados, además, otros servicios pastorales en parroquias de la ciudad o en algunos pueblos de la provincia. Por lo que este año será Javier Caballero quien se haga cargo de las guardias las tardes de Jueves, Viernes y Sábado Santos y la mañana del domingo de Pascua, al igual que hace el resto de domingos y demás fiestas a lo largo de todo el año, cuando cubre las ausencias pastorales de sus compañeros. Celebrará a las 18:00 horas de forma «sencilla» la liturgia de la Cena del Señor, sin lavatorio, y de la Pasión, evitando que alargarse en el tiempo «imposibilite llamadas de urgencia». Si hay quórum –sólo pueden acceder a la capilla personas de paso, como familiares de los enfermos–, también celebrará la Vigilia Pascual el Sábado Santo, adaptando el rito de bendición del fuego. El domingo de Pascua, la misa será a las 12:00 del mediodía, como todas las semanas.
Junto a las celebraciones litúrgicas, atenderá, como siempre, las llamadas para repartir la comunión, confesar o administrar la unción de los enfermos. Y es que Javier sabe que allí, en el Hospital, la Semana Santa dura todo el año: «La Pasión y el Via Crucis se viven aquí de modo habitual», comenta. «Es un sacrificio y un esfuerzo de la voluntad estar en el Hospital y muchos de los enfermos lo llevan con paz, serenidad e incluso alegría. Otros, en su fragilidad humana lo pasan peor; también depende del tipo de enfermedad. Pero encuentro ejemplos extraordinarios de serenidad, alegría y aceptación de la cruz», revela. «Todos sufren, pero algunos saben afrontar la enfermedad con mucha dignidad», tal como Jesús hizo en su agonía.
Aunque su trabajo no está exento de complicaciones –largos pasillos, horas intempestivas, plantas complicadas y noches de guardia sin descansar–, Caballero también sabe descubrir la Pascua en medio de tanto Via Crucis: «He sido testigo de personas que, después de dialogar y acompañar, de haber recibido los sacramentos se les nota cambiadas, esperanzadas, alegres, serenas». Porque donde el suero del goteo y las operaciones a corazón abierto son la cruz de cada día, la esperanza de la Pascua también se abre paso…