Servir en Lourdes: «Darse a los enfermos también te ayuda a ti»

172 personas han peregrinado durante el último fin de semana al santuario mariano. El arzobispo, mons. Mario Iceta, también ha acompañado la expedición.
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El 11 de febrero de 1858, la Virgen María se apareció a la joven Bernadette Soubirous en la ‘grotte Massabielle’, a las afueras de Lourdes, un pueblecito francés. Durante dieciocho días, la escena se repitió ante cada vez más testigos. Desde entonces, y una vez que la Iglesia reconoció las apariciones en 1862, aquella cueva se ha convertido en lugar de peregrinación, especialmente para los enfermos. Con el fin de facilitar estas peregrinaciones, comenzaron a surgir por España «Hospitalidades diocesanas de Nuestra Señora de Lourdes» con las que organizar traslados y visitas a la basílica mariana surgida en torno a la cueva, además de mantener reuniones periódicas y realizar distintos actos de piedad durante todo el año.

 

Las peregrinaciones que parten desde Burgos suman ya cuarenta y dos. La última, organizada durante este último fin de semana. Desde el pasado jueves y hasta ayer domingo, y acompañados en todo momento por el arzobispo, mons. Mario Iceta, 172 personas han viajado hasta Lourdes para participar en los actos que allí se celebran. «Ha habido un ambiente muy agradable», señala Andrés Picón, consiliario de la Hospitalidad diocesana. «Hemos disfrutado y ha habido mucha alegría», gracias en gran parte, como explica, a los 30 jóvenes que han acompañado la expedición para empujar las camillas de otros tantos enfermos. También han acudido otras 31 voluntarias hospitalarias y varios camilleros, ocho sacerdotes y tres seminaristas. Los demás han acudido como peregrinos y acompañantes de los enfermos.

 

Para Francisco Aguado ha sido su primera peregrinación. Ha acudido al santuario como una promesa por su hermano y como un ofrecimiento a la Iglesia, a la que «ha vuelto hace un año». «Ya va siendo hora de que haga algo por los demás, igual que los demás han hecho por mí», revela.

 

Ambiente joven

 

Leyre Alonso de Linaje es una de las jóvenes que ha acudido al santuario. Ha querido repetir la experiencia del año pasado, «de la que aprendió mucho». Como explica, «darse a los demás, especialmente a los enfermos, también te ayuda a ti».

 

Durante los cuatro días en torno a la gruta, han participado de las principales celebraciones, como el via crucis, el Rosario con antorchas, la procesión eucarística, la misa internacional y, sobre todo, la eucaristía en la cueva de las apariciones. Los jóvenes, además, mantuvieron un encuentro junto al arzobispo. «Después del cansancio de la jornada, ir a la gruta a rezar es la mejor parte del día». Tanto, que ya está pensando en repetir al año que viene.

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