Acto de presentación de la carrera popular ‘Nocturna Lux Mundi Burgos 2031’

por Natxo de Gamón,

La Fundación Ars Burgensis, a través del Departamento de Comunicación del Arzobispado de Burgos, invita a los medios de comunicación al acto de presentación de la carrera popular ‘Nocturna Lux Mundi Burgos 2031’, que se celebrará el próximo 18 de octubre en la ciudad de Burgos.

 

Durante la presentación se ofrecerán detalles sobre el recorrido, la camiseta y distintas particularidades que convierten a ‘Nocturna Lux Mundi Burgos 2031’ en un evento sin precedentes en nuestro país.

 

La carrera ha sido abrazada por el Ayuntamiento de Burgos como una de las actividades principales de cara a la candidatura de la ciudad como Capital Europea de la Cultura 2031.

 

Además, el importe logrado con las 10.000 inscripciones que se van a poner a disposición de la ciudadanía estará destinado a financiar los proyectos de conservación del patrimonio religioso de la provincia de Burgos que dirige la Fundación Ars Burgensis.

 

En el acto de presentación intervendrán: Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos y presidente de la Fundación Ars Burgensis, y Cristina Ayala Santamaría, alcaldesa de Burgos.

 

El acto tendrá lugar el miércoles, 11 de junio, a las 10:30 horas en el Museo del Retablo de Burgos (iglesia de San Esteban), y tendrá una duración aproximada de 30 minutos.

 

Al concluir se ofrecerá un café a los asistentes y el Departamento de Comunicación estará disponible para atender las demandas informativas de los medios.

El amor mariano reúne a las Merindades en Cillaperlata

por Natxo de Gamón,

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Más de 300 personas llegadas desde Medina de Pomar, Villarcayo, Espinosa de los Monteros y Trespaderne, entre otros, se reunieron en la tarde del domingo, 1 de junio, en Cillaperlata, un pequeño pueblo del arciprestazgo de Merindades conocido, entre otras cosas, por albergar a la ‘Santina’ burgalesa.

Se trató de una jornada llena de fe, unión y alegría en el corazón del arciprestazgo de Merindades. El Encuentro Mariano se convirtió, un año más, en un momento inolvidable que unió a los participantes como comunidad bajo la mirada amorosa de la Virgen María.

Fieles llegados de distintos puntos de las Merindades rezaron juntos el rosario en procesión, recorriendo las calles con devoción, cantos y oración compartida, como una forma de manifestar vivamente su fe y su amor a la Virgen María.

 

Al concluir la procesión, los cerca de 300 participantes compartieron un vino español en la plaza del pueblo, donde la fraternidad y la alegría continuaron floreciendo.

La Iglesia celebra 950 años de presencia en Burgos

por Natxo de Gamón,

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Este domingo, 8 de junio, solemnidad de Pentecostés, la Iglesia en Burgos se ha vestido de fiesta. La Catedral ha sido escenario de la celebración diocesana del Jubileo universal Peregrinos de Esperanza y del 950 aniversario del traslado de la sede episcopal de Oca a la ciudad de Burgos. Una ceremonia multitudinaria –había más de 1.000 personas en el templo mayor de la archidiócesis– y cargada de signos que han hecho referencia al ministerio episcopal, a la sucesión apostólica y a las diferentes sedes que ha tenido la archidiócesis de Burgos.

 

La celebración eucarística ha estado presidida por Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, y concelebrada por los arzobispos eméritos de Burgos, Mons. Fidel Herráez Vegas y Mons. Francisco Gil Hellín; los obispos burgaleses Mons. Vicente Rebollo Mozos, obispo de Tarazona; Mons. Cecilio Raúl Berzosa Martínez, obispo emérito de Ciudad Rodrigo; Mons. Ramón del Hoyo López, obispo emérito de Jaén; Mons. Braulio Sáez García OCD, obispo auxiliar emérito de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia); el abad del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Dom Lorenzo Maté Sadornil OSB; y un buen número de sacerdotes de la archidiócesis.

 

La procesión de entrada en el templo ha cambiado su itinerario habitual para convertirse en el primero de los símbolos de esta tarde. En lugar de salir de la sacristía mayor hacia la nave, los celebrantes han recorrido el claustro alto, han descendido a través del Museo Catedralicio al claustro bajo y, desde allí, han ascendido por las escaleras que ascienden hasta la Puerta del Sarmental, dedicada al ministerio episcopal. Mientras tanto, han cantado las letanías de los santos, con especial recuerdo a los santos burgaleses. De esta forma, se recordaban los 950 años del traslado de la sede de Oca a Burgos y, especialmente, se subrayaba lo que significa la sucesión apostólica para la Iglesia.

 

En el presbiterio, al comenzar la celebración, había cuatro signos que recordaban a las cuatro sedes que la historia indica que han tenido obispo en la historia de la archidiócesis. La sede de Amaya, la de Muñó, la de Valpuesta y la de Oca. Y, representadas a través de unas plantas aromáticas, que recuerdan también el buen aroma de Cristo que ha pretendido quedar en la historia a través de la presencia de la Iglesia en esta tierra. La sede de Burgos estaba representada por la nueva cátedra, que Mons. Iceta ha bendecido al comienzo con el incienso.

 

Otro momento simbólico ha sido en el acto penitencial, cuando el arzobispo ha asperjado agua bendita, traída del manantial de san Indalecio de Oca, con la que se ha hecho el gesto de la renovación del bautismo.

 

Antes del Evangelio, en la secuencia de Pentecostés, se han acercado al presbiterio siete realidades que muestran la diversidad y riqueza de vocaciones en la archidiócesis: estaban representados los misioneros y los extranjeros que viven aquí, los religiosos, las religiosas, los seminaristas, los matrimonios y las personas de distintas edades, a través de unos niños y de una anciana en silla de ruedas, junto a su cuidadora. Ellos han manifestado la presencia del Pueblo de Dios en este Pentecostés, en el momento previo a ser acogido Cristo con la Palabra.

 

«Recibimos el Espíritu Santo como sembradores de esperanza»

En su homilía, Mons. Iceta ha subrayado que, sin el don del Espíritu Santo, «no podemos alcanzar la plenitud a la que Dios nos llama», y ha definido al Espíritu como «el Espíritu consolador» que acompaña en medio de la dificultad y sostiene la esperanza. A imagen de Pentecostés, el arzobispo ha recordado que la diversidad de culturas, lenguas y carismas «se unen en un único lenguaje, el del amor», y que este es el auténtico modo cristiano de vivir y dar vida: «Vivir es amar».

 

Con ocasión del 950 aniversario del traslado de la sede episcopal, el prelado ha hecho memoria de los santos, mártires, misioneros, consagrados, sacerdotes y laicos que han edificado la Iglesia burgalesa durante siglos. Ha recordado su aportación a la evangelización, la cultura, la educación y el servicio a los pobres, subrayando que «es un día para dar gracias a Dios por tantos dones».

 

Finalmente, en referencia al Jubileo universal, ha animado a todos a ser «sembradores de esperanza», llamados a anunciar el Evangelio en medio de un mundo herido por el desamor. Mons. Iceta ha concluido encomendando este camino a la Virgen María, a quien Burgos profesa una especial devoción: «Que ella sea vida, dulzura y esperanza para todos sus hijos».

 

En el momento de las ofrendas se ha subrayado la alegría de la fiesta y el esfuerzo del trabajo. La alegría de la fiesta a través de una blusa y de unos pañuelos de las cuadrillas, que en este domingo remiten especialmente a Miranda de Ebro, donde se celebran estos días las fiestas de San Juan del Monte. Y, en la otra, herramientas de trabajo, antiguas, junto con unas alpargatas y una faja.

 

En la celebración han participado más de treinta autoridades civiles y militares y representantes de la sociedad civil de la provincia, así como los miembros del Consejo Pastoral Diocesano, representantes de los consejos pastorales arciprestales y fieles de toda la provincia. La ceremonia ha estado animada por la Orquesta y Coro de la Universidad de Burgos (UBU), que ha interpretado la Missa pro pace del compositor Javier Centeno.

 

Al concluir, la archidiócesis ha ofrecido en la plaza de Santa María un chocolate para todos los participantes, servido por El Gusto, la empresa de servicios de hostelería y catering que forma parte de EMBICO (Emprendimiento para el Bien Común), grupo promovido por Cáritas Diocesana de Burgos.

 

Y, tras el chocolate, HAKUNA Group Music, Alma de Revolución y SUM han deleitado a los más jóvenes con su música en una abarrotada plaza del Rey San Fernando. Un broche de oro a la celebración del Jubileo que la Iglesia en Burgos ha conmemorado en este domingo de Pentecostés.

«950 años de la Sede burgalesa»

por Natxo de Gamón,

sede episcopal catedral burgos

 

Escucha aquí el mensaje de Mons. Iceta

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Este día de Pentecostés, junto a la festividad del Jubileo y la culminación de la Pascua con la venida del Espíritu Santo, conmemoramos el 950 aniversario del traslado de la sede episcopal a nuestra ciudad de Burgos, que celebraremos en la Eucaristía de la tarde en nuestra maravillosa catedral.

 

Con esta celebración, todos los burgaleses queremos mostrar nuestra pertenencia viva y activa a esta Iglesia que peregrina en Burgos y que es signo de fidelidad, comunión, celebración, evangelización y servicio.

 

Así entra el Espíritu Santo en esta fiesta de Pentecostés, en un susurro envuelto de paz y delicadeza que lo cambia todo. El Espíritu, que vence cualquier contratiempo si le dejamos adherirse a nuestro corazón, sana toda herida humana. También los recuerdos, como nos decía el papa Francisco en su homilía pronunciada un día como hoy en 2022 en la basílica de San Pedro: «El Espíritu sana los recuerdos dándole importancia a lo que cuenta, es decir, el recuerdo del amor de Dios y su mirada sobre nosotros». De este modo, confesaba, «pone orden en la vida, nos enseña a acogernos, nos enseña a perdonar, a perdonarnos a nosotros mismos». Y aunque a veces no es fácil perdonarse a sí mismo, «el Espíritu nos enseña este camino, a reconciliarnos con el pasado, a volver a empezar».

 

En esta vuelta al principio, experimentamos la alegría de sabernos amados y, sobre todo, salvados por Dios. Porque Él perdona nuestros pecados, renueva el amor primero y establece una alianza definitiva con nosotros a través de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de su Hijo.

 

Vuelvo la mirada al cenáculo, donde los discípulos permanecían con las puertas cerradas por miedo a los judíos, apocados por el miedo y la incertidumbre (Jn 20, 19-23). Y, de repente, aparece Jesús Resucitado y pone en sus manos la serenidad que tanto anhelaban: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (íbid). Y soplando sobre ellos, les dona el Espíritu Santo para que perdonen los pecados. Entonces, el Espíritu desciende sobre ellos y su vida cambia para siempre: rompen las cadenas que les atan, se desprenden de la desconfianza y se abren a la novedad del Amor para anunciar su gracia y libertad.

 

El Espíritu «nos libera de obsesionarnos con las urgencias», insistía el papa Francisco, y «nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos, los del testimonio, la pobreza y la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo».

 

Hoy, bajo la luz de Pentecostés, fiesta de la Iglesia, el apostolado seglar y la acción católica, El Espíritu Santo penetra en nuestro corazón para recordarnos que la riqueza de la Iglesia habita en la confianza en Cristo. Este Espíritu es el que ha alentado nuestra Iglesia burgalesa durante estos 950 años, haciéndola sacramento de la presencia y acción de Dios en esta tierra bendecida por Él.

 

Tras el Domingo de Resurrección, Jesús, al volver al cenáculo, pide a los apóstoles que alcen la mirada y vean sus llagas para que, merced a ese gesto, comprendan que puedan ser como Él. Vuelve a los discípulos, quienes ya le habían abandonado en el Calvario, porque sus palabras son de vida y su promesa es eterna. También hoy, el Señor pide a nuestra Iglesia de burgos que renueve la confianza a la hora de volver a lanzar las redes y pescar mar adentro.

 

El Resucitado aparece cuando más decaídos están, cuando creen que no pueden más. Y lo hace para enseñarles (y, por añadidura, enseñarnos) que no son sus fuerzas las que pueden transformar los corazones del mundo, sino que es el Espíritu Santo quien recrea sus vidas.

 

La Virgen María ha acompañado de modo singular la historia de nuestra archidiócesis. Nuestra geografía está jalonada por multitud de templos y ermitas que custodian su memoria en campos, pueblos, plazas y ciudades. El «hágase» de María (cf. Lc 1, 38) nos invita a contemplar las maravillas que el Señor ha hecho y hace en medio de nosotros. Igual que Ella «guardaba todas estas cosas en el corazón» (Lc 2, 51), también nosotros –si nos dejamos envolver por el fuego consolador del Paráclito– podremos decir llenos de gozo, como aquellos que contemplaban la acción salvadora del Señor: ¡Hoy hemos visto maravillas! (cf. Lc 5, 26). ¡Feliz 950 aniversario de nuestra Iglesia diocesana!

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Medio centenar de adultos recibe el sacramento de la confirmación

por redaccion,

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Pese a haber vivido la fe cuando era pequeño, José reconoce haberse alejado de la vida activa en la Iglesia con el paso de los años. «Tengo recuerdos de rezar con mis padres antes de dormir, de dar gracias… pero tras la comunión no seguí con la catequesis. Poco a poco dejé de ir a misa, aunque seguía rezando a mi manera», relata.

 

Sin embargo, esta misma tarde, ha decidido dar un paso importante en su vida de fe, recibiendo el sacramento de la confirmación, una opción que tomó en el contexto de su preparación matrimonial. «Cuando decidimos casarnos, mi mujer ya estaba confirmada. No exigieron que yo lo estuviera, pero sentí que era el momento de dar un paso adelante y vivir mi fe de forma más consciente y comprometida», explica.

 

Durante varios meses, José ha participado en un proceso de formación y catequesis que describe como una experiencia enriquecedora. «He compartido momentos con personas cercanas, abiertas y muy atentas. Escuchar sus historias y ver cómo ayudan a los demás ha sido muy valioso. Incluso mi mujer nos acompañó algunos sábados y también disfrutó mucho», añade mientras se muestra ilusionado con seguir formándose y creciendo en la fe. «Nos han hablado de retiros y otros espacios que me gustaría vivir como parte de este camino», concluye.

 

Su historia es una más entre los 51 adultos que esta tarde han recibido el sacramento de la confirmación en la catedral. La inmensa mayoría supera los 25 años y han decidido completar su iniciación cristiana después de meses de preparación y catequesis en la parroquia de San Martín de Porres o en Nuestra Señora de Fátima. Otros se han preparado a través de los retiros Emaús y Effetá, a través de la capellanía castrense, en el colegio mayor San Jerónimo o en las parroquias del Hermano San Rafael y San Cosme y San Damián. La celebración de este sábado, no sólo marca un hito en la vida personal de estos adultos, sino también en la vida de la comunidad diocesana, que acoge con alegría su compromiso, como les ha trasladado el arzobispo.

 

Colmar la sed de plenitud

 

Monseñor Mario Iceta ha asegurado que «el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» y que con su ayuda, «llevará a plenitud lo que nuestro corazón ansía y pide» –que va más allá de nuestras esperanzas «que nunca son definitivas»– y que consiste en la felicidad que nunca termina. Para el arzobispo, la sed que todos buscamos calmar con sucedáneos como el materialismo, el bienestar o los ‘likes’ en las redes sociales, sólo puede verse colmada en Dios: «Los que aman, viven; los que experimentan el amor, su corazón crece. Y el Señor se ofrece para calmar nuestra sed de plenitud, sed de amor, para que yo lo elija», ha insistido.

 

Los confirmandos han aportado 850 euros como donativo que se repartirá a partes iguales entre la Casa de Acogida San Vicente de Paúl y las religiosas Agustinas Doroteas, algunas de las realidades eclesiales que han conocido durante sus catequesis. Los 51 adultos confirmados hoy se suman a los otros 9 que recibieron el sacramento en Aranda de Duero el pasado 16 de mayo y los otros 8 que hicieron lo propio en Miranda de Ebro el 23 de mayo.