Burgos acoge su primer encuentro de diáconos permanentes del Norte de España

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diaconado permanente

La reunión se desarrolló en la residencia marista de Miraflores.

 

Ayer sábado la Residencia de los hermanos maristas en Miraflores fue escenario de un encuentro de los diáconos permanentes del Norte de España bajo el lema “El Diaconado y la Misericordia”. Es un encuentro que viene realizándose anualmente desde hace varios años, pero la primera vez que se elige nuestra diócesis como lugar de celebración. A la cita estaban convocados diáconos permanentes, candidatos, esposas de los anteriores y delegados y formadores diocesanos del diaconado. Asistieron representantes de las diócesis de Bilbao, Vitoria, Pamplona-Tudela, Calahorra-la Calzada-Logroño y Burgos.

 

La jornada comenzó con el rezo de Laudes, seguida de un tiempo para el estudio y la reflexión de documentos magisteriales sobre la misericordia en el diaconado y el matrimonio (aunque los hay célibes, la mayoría de los diáconos permanentes son casados). Introdujeron el trabajo por grupos Fernando Aranaz, diácono de Pamplona, y Rosario María, esposa de un diácono de Burgos. La mañana concluyó con una comunicación sobre el jubileo de los diáconos, celebrado en Roma el pasado día 29 de mayo, a cargo de Santiago Bohigues, secretario de la comisión episcopal del clero de la CEE, y la celebración de la eucaristía, presidida por Jesús Castilla, recientemente nombrado vicario episcopal del clero y concelebrada por los sacerdotes y diáconos presentes. Tras la comida en fraternidad, se visitó la cercana cartuja de Miraflores y se puso en común la situación actual del diaconado en las distintas diócesis presentes. Santiago Bohigues anunció asimismo la próxima celebración del Encuentro Nacional, que tendrá lugar los días del 3 al 6 de diciembre en Madrid. La jornada finalizó con la oración de Vísperas.

El diaconado permanente en el mundo y en la diócesis

A pesar de que el diaconado permanente es poco conocido en nuestro país, no es un ministerio nuevo, raro o extraño en la Iglesia. Es el grado inferior del sacramento del orden y pertenece al clero. Ya en los Hechos de los Apóstoles aparecen los primeros diáconos (Hch 6, 1-6). Fue restaurado como grado permanente en el Concilio Vaticano II.

 

El diácono, por su ordenación, es configurado con Cristo siervo y precisamente ésta es su función principal: ser signo de Cristo siervo en su día a día. Es un ministro de la cotidianeidad en el trabajo, la familia y la pastoral. Sus funciones pastorales se mueven en el servicio de la Palabra, la caridad y la liturgia. Entre sus funciones litúrgicas, quizás las más visibles, están asistir durante las funciones litúrgicas al obispo y presbítero, administrar solemnemente el bautismo, ser ministro ordinario de la comunión y exposición, presidir la celebración del matrimonio, administrar sacramentales, presidir los ritos fúnebres y sepulcrales, dirigir la celebración de la Palabra de Dios, leer a los fieles los divinos libros de la Escritura, instruir y animar al pueblo (pueden predicar la homilía) y presidir otros oficios del culto y oraciones.

 

Aunque en algunas diócesis de España no haya sido restaurado, en otras es muy habitual. En España hay algo más de 400, siendo Sevilla, con 53 y Barcelona, con 45, las que más tienen. En otros países su número es muy considerable: Estados Unidos (unos 18.000), Italia (unos 4.200) y Alemania (3.200), Francia (2.500),… Su número aumenta en mayor proporción a cualquier otra forma de vida consagrada o ministerio (han pasado en el mundo de los 29.000 en 2001 a los 42.316 en 2013, según el Anuario pontificio). En nuestra diócesis burgalesa la realidad del diaconado permanente es reciente instauración. Hace ya casi un año se ordenaron los dos primeros diáconos: Enrique Díez y David Jiménez.

El palio arzobispal, signo de la unidad y de la catolicidad de la Iglesia

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El próximo día 29, festividad de San Pedro y San Pablo, no podré celebrar con vosotros esta fiesta especial porque debo asistir en Roma a un acto profundamente significativo para mí, como arzobispo, y para nuestra Iglesia local. San Pedro congrega a los burgaleses para la fiesta y a la vez congrega en Roma, en torno al Papa, a los arzobispos nombrados durante el último año para la bendición del palio, signo del  ministerio y del servicio que prestan en la Iglesia. Os aseguro que me cuesta no estar en Burgos ese día, pero la distancia física quedará superada por un entrañable recuerdo para todos vosotros junto al Papa y una profunda comunión eclesial.

 

El palio es un distintivo a modo de vestidura litúrgica que consiste en una banda de lana blanca, adornada con seis cruces de seda, cosida en forma circular, que rodea los hombros, con dos tiras que caen sobre la espalda y sobre el pecho. Fue inicialmente usado por el Papa ya en el siglo IV y posteriormente lo fue otorgando también a los arzobispos para expresar la fidelidad y la comunión de éstos con el obispo de Roma. Por eso nos  reunimos en Roma, junto a la tumba del apóstol San Pedro, para participar en la Eucaristía en la que el Santo Padre bendice los palios.

 

La lana del palio procede de corderos bendecidos por el mismo Papa en la fiesta de santa Inés, y los palios quedan depositados junto a la tumba del apóstol Pedro hasta el momento de ser bendecidos solemnemente por el Papa para los nuevos arzobispos nombrados durante el año, en la Eucaristía de la fiesta de San Pedro y San Pablo.

 

Este acto al que somos convocados es un acto que, como arzobispo de Burgos, viviré con una intensidad especial. Pero no como algo individual, sino como un acontecimiento eclesial, que afecta al conjunto de la diócesis. Recuerdo la hondura espiritual de las palabras que escribió en el siglo III San Cipriano y que nos han sido repetidas por el Vaticano II: «El obispo está en la Iglesia (en su Iglesia diocesana) y la Iglesia en su obispo». Por eso acudo a Roma como representante de la diócesis, con el gozo y la responsabilidad de sentirme profundamente unido a todos vosotros. Juntos debemos vivir este acontecimiento eclesial como una experiencia de la unidad y de la catolicidad de la Iglesia. Pues en torno a Francisco nos congregaremos arzobispos procedentes  del mundo entero, mostrando así la variedad y la pluralidad de la comunión eclesial, en la Iglesia universal.

 

Ciertamente es un momento especial para expresar mi comunión, y la de todos los católicos de Burgos, con el Papa, así como mi fidelidad a su ministerio pastoral; él es la garantía y el signo visible de la unidad de la Iglesia, pues todo obispo ejerce su ministerio «con Pedro y bajo Pedro». Esta actitud se simboliza en el palio que se nos entrega. Más adelante tendrá lugar la ceremonia de la imposición del palio, que realizará  el nuncio del Papa en nuestra Catedral de Burgos, para mostrar que el arzobispo tiene  condición de metropolita, es decir, que debe servir a la comunión entre las diócesis hermanas, sufragáneas, que constituyen la provincia eclesiástica.

 

Estoy seguro de contar con vuestro recuerdo y vuestra plegaria, ya que sois también  protagonistas de este acontecimiento eclesial, para que Dios me ayude a vivir mi servicio episcopal entre vosotros siguiendo las recomendaciones que el Papa Francisco dirigía a los arzobispos en la celebración del año pasado: «Sed hombres y maestros de oración para ayudar a descubrir la primacía de la gracia; sed hombres y maestros de fe, de la fe recibida de los apóstoles; sed hombres de testimonio, testigos valientes, convencidos y convincentes porque vivís con coherencia lo que anunciáis y proclamáis».

Las parroquias del Arlanza celebran una asamblea arciprestal

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El pasado viernes tuvo lugar la asamblea arciprestal del Arlanza en Santa María del Campo. Un nutrido grupo de gente del arciprestazgo se reunió para revisar el curso, celebrar y orar lo vivido en común y animarse de cara al futuro. Los asistentes al encuentro pudieron conocer las tareas realizadas este años por las distintas comisiones: Comisión de Compromiso (cenas solidarias, campaña de Navidad…), de Liturgia (formación sobre María, material celebrativo sobre las obras de misericordia…), de Jóvenes (Noche de Todos los Santos, voluntariado, convivencias…), de Comunión (stand realizado en la Feria de Lerma, celebraciones de Adviento…) y de Formación (jornadas de Silos, retiro de Cuaresma…).

 

Después, y con motivo del Jubileo de la Misericordia, realizaron un recorrido audiovisual por algunas obras de arte del arciprestazgo que representaban la misericordia. Y para recoger todas las reflexiones fueron añadiendo, escritos en unos corazones, diversas maneras sencillas y cotidianas de practicar la misericordia. El punto final de despedida lo puso una rica chocolatada.

La parroquia de la Anunciación peregrina a Santa Casilda

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Un día de fraternidad y comunión es lo que daba cita, cuando por la mañana los asistentes montaban en el autobús dirección a Oña, para visitar su impresionante monasterio de San Salvador y ver el pueblo con más detenimiento. Al mediodía se trasladaron hasta Briviesca, donde tras el almuerzo visitaron las iglesias de Santa María y San Martín, para poco después, y una vez compradas algunas de las famosas almendras garrapiñadas, desplazarse a Santa Casilda donde pudieron celebrar la eucaristía en el templo jubilar, y renovar la importancia de la misericordia y el amor de Dios. Un día lúdico y festivo, además de espiritual, para poder celebrar el año de la misericordia.