Una misa para madrugadores

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divina pastora

La capilla de la Divina Pastora está ubicada en la calle Laín Calvo, 10.

«La idea es poder tener una misa temprana en la ciudad, para facilitar la celebración de la eucaristía a los burgaleses que desean acudir a ella antes de ir a trabajar o a hacer sus tareas, tal como han sugerido numerosas personas al arzobispado en los últimos años». En efecto, hasta ahora, no había misas en Burgos antes de las 8:00 de la mañana. Un hueco que quedará ahora subsanado con la celebración de una eucaristía a las 7:15 en la capilla de la Divina Pastora, en el centro de la ciudad.

 

Para el canciller secretario general de la diócesis, Ildefonso Asenjo, quien de momento se ocupará de presidir esta eucaristía, «no se trata de seguir celebrando el elevado número de misas que se tenían en esta capilla», sino «dar facilidades a cuantos lo deseen, por razones laborales o de viaje, de participar en la eucaristía a primera hora de la mañana».

 

Hasta ahora, y tras muchos años de servicio pastoral -cosa que «agradecen mucho» desde el arzobispado- han sido los Claretianos quienes se han ocupado de atender la capilla. Fue su provincial quien informó al arzobispo la idea de marchar, optando por que fuera el cabildo quien se responsabilizara de la pequeña capilla. El albergue de peregrinos «seguirá funcionando como hasta ahora» y se estudiará el modo en que «la capilla esté abierta a lo largo del día para todos aquellos que deseen entrar a hacer un rato de oración».

 

A partir del próximo 1 de octubre, la Divina Pastora, contará, pues, con la celebración de una eucaristía a las 7:15 de la mañana de lunes a viernes, excluidos los meses de julio y agosto. En los meses de verano, la misa será a las 20:00 horas, al igual que los sábados y los domingos de todo el año.

 

2014 09 03 miércoles: resumen de prensa

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Actualidad

La Marcha Aspanias 2014 se pone un año más al servicio de la ciudad y provincia de Burgos para caminar juntos o ir en bicicleta desde la Plaza Mayor hasta Fuentes Blancas.

 

 

 

 

 

Cajaviva Caja Rural se suma al Grupo Caja Rural para desarrollar una iniciativa solidaria en la que los 300 trabajadores de la Entidad, se convertirán en voluntarios para conseguir más kilos de comida, con destino al Banco de Alimentos:

 

Educación

El control administrativo del colegio Sagrada Familia de Miranda de Ebro ha pasado a la Fundación Educere, integrada en Escuelas Católicas:

 

2014 09 01 lunes: resumen de prensa

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Actualidad

La serie de sellos ‘Personajes’ recordará en la jornada del 25 de septiembre la figura del hoy santo Papa Juan Pablo II:

Varios jóvenes burgaleses se implican en el desarrollo del pueblo congoleño de Kisoro:

 

Patrimonio

El Diario de Burgos realiza un reportaje sobre la iglesia de San Juan Bautista:

 

Las Edades del Hombre

La exposición «Eucharistia» ha recibido numerosos visitantes durante el verano:

 

La “Humanae vitae”, una encíclica profética

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2014 08 31 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

Hace años era capellán de un Centro de promoción obrera en el suburbio sur de Roma. Un día se presentó el cardenal Casaroli, a la sazón Secretario de Estado del Vaticano, y mantuvo un diálogo con los profesores y alumnos. Uno de ellos le preguntó qué recuerdos destacaría del tiempo que sirvió a Pablo VI. El cardenal se concentró unos momentos y añadió: la firma de la Humanae vitae. Y añadió: “A finales del mes de julio de 1968 el Papa estaba muy preocupado. Un día cogió un abultado fajo de documentos y se fue a Castel Gandolfo. A los pocos días le encontré completamente cambiado. Estaba radiante y feliz. Había firmado la Humanae vitae”.

Efectivamente, el 25 de julio de 1968 Pablo VI firmó ese documento, que se convirtió en la gran cruz de su Pontificado y fue uno de los escritos magisteriales más contestados de los últimos tiempos, fuera y dentro de la Iglesia. “Raramente –escribió en 1995 el cardenal Ratzinger- un texto de la historia reciente del Magisterio se ha convertido en signo de contradicción como esta encíclica”.

La encíclica era una defensa decidida de la vida humana, rechazaba la contraconcepción con métodos artificiales e iba contra el hedonismo y las políticas de planificación familiar, impuestas a menudo por los países ricos a los países pobres. Mantenía, en cambio, el principio de paternidad consciente y éticamente responsable. Como escribió el cardenal Danielou, el documento subraya “el carácter sagrado del amor humano” y es un verdadero “revulsivo contra la tecnocracia”. La doctrina de la Humanae vitae contradecía -y contradice- los gustos del tiempo y desafiaba el clima cultural de la época y los enormes intereses económicos de las grandes multinacionales. Su enseñanza es, ciertamente, exigente y no se recuerda con gusto. Pero tampoco el Evangelio se sigue con gusto y deja de ser exigente.

Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón. Ante los inquietantes desarrollos de la ingeniería genética, la Humanae vitae es una luz profética, cuando asegura que “si no se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de generar la vida, se deben reconocer los límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre el propio cuerpo y sobre sus funciones, límites que a ningún hombre le es lícito franquear”. Efectivamente, hoy el hombre sufre el vértigo de la eterna tentación: querer ser como Dios a costa de autodestruirse y destruir a los demás, especialmente a los más desprotegidos e inocentes.

Pablo VI alertaba que la contraconcepción provocaría no sólo una alarmante disminución de los nacimientos sino la destrucción del amor humano, aumentando el número de abortos y de divorcios, con el consiguiente perjuicio para los mismos cónyuges y, por supuesto, de sus hijos. Basta mirar lo que está ocurriendo en Europa y en España para percatarse de que Pablo VI no se equivocaba. Los expertos hablan ya de una Europa y una España no solo envejecida sino socialmente depauperada e incapaz de asegurar el estado del bienestar. Nuestra otrora pujante Castilla, ¿no es también un ejemplo elocuente?

Hace pocos días un periódico tan poco sospechoso como Le Monde decía que hay que potenciar la regulación de los nacimientos por métodos naturales y no por la píldora. Eso es, exactamente, lo que decía hace cincuenta años la Humanae vitae. El remedio contra el divorcio, la violencia sexual, el abandono de los hijos y la misma pervivencia como pueblo no está en el control artificial de los nacimientos mediante el uso de la píldora “del día después” u otras, sino en descubrir la belleza del amor humano y del amor conyugal, viendo el cuerpo humano no sólo como un instrumento de placer sino como un medio privilegiado de comunicación personal y de autoentrega al otro.