«Hacia un mañana que nos renueve en el Amor»

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«Hacia un mañana que nos renueve en el Amor»

Celebración de la Jornada de la Infancia Misionera en Uganda. | Foto: OMP

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Queridos hermanos y hermanas:

 

«Es necesario crear una cultura que en lugar de pensar en cómo dejar a los niños de lado, excluidos con paredes y cerraduras, se preocupe por ofrecer cuidados y belleza». Con estas palabras pronunciadas por el papa Francisco en 2018 en el Instituto de los Inocentes de Florencia, el Santo Padre reclamaba una vida digna para los más pequeños: «A los débiles, especialmente a los niños, hemos de darles lo mejor que tenemos».

 

Hoy, cinco años más tarde del citado discurso, sería preciso reiterar su mensaje a esta humanidad tan necesitada de atención y cuidado. Cuando celebramos hoy la Jornada de la Infancia Misionera, reavivamos esa invitación a ayudar a los niños, «especialmente a los que no tienen lo necesario para vivir o no conocen a Dios», tal y como señalan desde Obras Misionales Pontificias.

 

El lema –Comparto lo que soy– implica a todos, niños, jóvenes y adultos, y desea recordar nuestra vocación bautismal como misioneros para ayudar a quienes menos tienen, con nuestra oración y nuestra ofrenda, para que los misioneros continúen proveyendo educación, salud y formación cristiana a más de 4 millones de niños en 120 países del mundo.

 

Compartir lo que somos supone caminar hacia un mañana que nos renueve en el Amor; un amor vivido en el abrigo acogedor de una comunidad que no deja a nadie a un lado, que comparte hasta lo último que tiene y rompe con la barrera del individualismo porque desea entregarse hasta la última gota, como lo hizo el Señor Jesús.

 

Cada persona es creada a imagen y semejanza de Dios, y solo haciéndonos como niños podremos habitar la morada celestial (cf. Mt 18, 1-3).Y este mandamiento, esencial en el credo que nos hermana, no puede ser sustituido por ninguno de los demás. Un detalle que no solo refleja nuestra misión, sino también nuestra cultura: «Una cultura –sostiene el Papa Francisco– que reconozca en todos los rost­­­­­ros, también en el de los más pequeños, el rostro de Jesús». En este sentido, «debemos imaginar que nuestros pobres tienen una medalla rota, y que nosotros tenemos la otra mitad».

 

Qué importante es, en medio de tanto ruido, el cuidado de la infancia y la adolescencia para forjar una humanidad verdadera y plena. Por eso, el carisma de la Infancia Misionera propone y testimonia el Evangelio en cualquier lugar de la Tierra donde haya un solo niño necesitado.

 

Porque cuidar no es solo proteger, es también entregarse, darse por entero aun cuando se agotan las fuerzas. Es lo que hacen los misioneros y que hemos de hacer, también, cada uno de nosotros: hasta vivir plenamente el discipulado misionero, a la luz del Espíritu Santo y a imagen y semejanza de Jesús.

 

Ojalá tengamos muy presente, cada día de nuestra vida, que nuestras manos han de ser las del Señor. Seamos discípulos de corazón misionero y evangélico, atravesemos los muros del egoísmo, recorramos los corazones varados en tantos desiertos que nos rodean sin apenas luz, vistamos a los desnudos de fe, vayamos a donde nadie quiere estar para ofrecer compañía, abramos caminos de esperanza, desatemos tantos sueños mudos y quebremos muros imposibles.

 

Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las Misiones, dedicó su existencia a orar y a entregarse por los sacerdotes, especialmente los misioneros. Su sencillez, sin salir siquiera del convento, manifiestan que la oración es el abrazo eterno que anhela la Iglesia para desarrollar la labor misionera cada día. Ella, nuestra intercesora para recordar a los misioneros, nos lleva a esos rincones tan necesitados del Evangelio de la misericordia y del amor.

 

Le pedimos a la Virgen María, mediante la intercesión de Teresita de Lisieux, que nos ayude a ser promotores del carisma y la espiritualidad de la Infancia misionera. Para que podamos testimoniar, sin complejos y sin miedos, con los más necesitados en el centro de nuestro corazón, las palabras que esta santa dejó escritas con el reflejo de su vida: «En el corazón de la Iglesia, yo seré el Amor».

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Mons. Rafael Cob, obispo burgalés en Ecuador, analiza la situación que afronta el país

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La situación en Ecuador es realmente complicada, después de que grupos de narcotraficantes sembraran el terror en forma de violencia en las calles del país, colocando explosivos, quemando vehículos, secuestrando a policías o asaltando incluso un canal de televisión. Toda una amenaza para la estabilidad del país latinoamericano y que ha tenido como respuesta el estado de excepción decretado por el presidente Daniel Noboa.

 

El mandatario ha culpado a las bandas relacionadas con el narcotráfico, el sicariato y el crimen organizado de estar detrás de la crisis carcelaria que se han instalado en el país desde hace algunos años. Y aunque no ha nombrado a ninguno en particular, sí ha asegurado que algunos gobiernos anteriores recibían órdenes de estas bandas.

La Iglesia en Ecuador ha mostrado su preocupación por la situación del país. El último en hacerlo ha sido el obispo del vicariato apostólico de Puyo, Mons. Rafael Cob, que ha lamentado que el país esté viviendo horas «de zozobra ante la ola de violencia y el deseo de paz».

 

En un mensaje de voz, el prelado burgalés recuerda que David venció a Goliat «con la fe puesta en el Señor», por lo que se muestra convencido de que «la violencia no prevalecerá, sino que verdaderamente el pueblo de Ecuador unido será capaz de vencer al mal», asegura.

El obispo, natural de La Horra, en la Ribera del Duero, ha continuado argumentando que hay fuerzas en el país latinoamericano «que quieren que nos enfrentemos para que haya desestabilización en el país, pero nosotros somos mensajeros de paz», ha expresado.

 

En este sentido, Mons. Cob ha recordado que la paz es «un don de Dios que verdaderamente hay que trabajarlo», y hace alusión a las palabras del Papa Francisco cuando invitaba a los fieles a «ser artesanos de paz, lo que supone estar unidos mano a mano, buscando siempre el bien de todos y no solamente intereses particulares», ha manifestado.

«El Bautismo y la vocación cristiana»

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«El Bautismo y la vocación cristiana»

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Queridos hermanos y hermanas:

 

Hoy conmemoramos el Bautismo de Jesús: el día en el que san Juan Bautista, a orillas del río Jordán, proclamó a Cristo como Cordero de Dios y se manifestó la presencia del Padre con el Espíritu Santo junto al Señor (Mt 3, 13-17). La imagen del cordero era bien conocida para el pueblo hebreo. Su sacrificio les libró de la esclavitud de Egipto y comenzaron el camino de la libertad hacia la Tierra prometida.

 

Desde aquel momento, el Bautismo convierte a las personas en miembros del Cuerpo de Cristo, del Pueblo de Dios, es decir, de la Iglesia. Los bautizados somos, por tanto, discípulos de Jesús, con una misión que guía nuestras vidas y consiste en aprender a amar como Él nos ama y anunciar en todos los ambientes la misericordia de Dios y la vida que Él otorga.

 

El agua del río Jordán purifica el corazón de toda la humanidad. Así, Jesús nos otorga la filiación divina y nos enseña a dirigirnos a Dios como Padre, fuente de la verdad y del amor, que nos capacita para edificar una sociedad justa y fraterna, donde todos tienen cabida en la mesa generosa que Él nos regala.

 

A Dios le basta una gota de agua para bañar de esperanza cada rincón de esta tierra. Todo encuentra una nueva plenitud en Él. También nuestro propio ser es transformado al hacernos verdaderamente hijos de Dios, nuestra más profunda y verdadera identidad, porque no nacimos de sangre ni de deseo humano, sino de su amor (cf. Jn 1, 12-13).

 

El nuevo año que ahora comenzamos marca el rumbo de un Pueblo, el nuestro, que camina en la Historia y que debe testimoniar que Jesús está vivo y nos abre a la esperanza. Con el Bautismo da comienzo la vida pública de Jesús. Y también la nuestra, pues –mediante el don del Espíritu– entramos a formar parte de la familia de Dios, de una comunidad cristiana que nace al pie de la Cruz para abarcar el corazón de todo el universo.

 

El Señor se deja bautizar por Juan como uno más, en humildad y sencillez. De este modo acoge nuestro barro y nuestras limitaciones para hacerlas suyas. De esta manera, transforma el gesto de dejarse bautizar en una manifestación de su divinidad.

 

La celebración del Bautismo cristiano comienza con la señal de la cruz. Es la manera de hacernos miembros del hogar, de la familia, de la comunidad cristiana. Porque la cruz es signo de un amor entregado que se convierte en un don para nosotros, para que también nosotros seamos don para los demás. El agua derramada sobre nuestra cabeza purifica nuestro ser, y ceñidos en una vestidura blanca impuesta el día de nuestro bautismo, nos revestimos de eternidad para caminar según el Espíritu (cf. Ga 5, 16).

 

El bautizado no porta un signo visible que lo distingue de los demás. Sin embargo, se ha convertido en templo en el que habitan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y ahí no prevalecen nuestras limitaciones, caídas o defectos, porque la gracia de Dios empapa la Tierra, y también nuestro barro, para vivificarlo con su misericordia.

 

El don recibido en el bautismo nos impulsa a vivir constantemente en el amor a Dios y al prójimo, haciendo el bien a todos y poniéndonos al servicio del más necesitado, teniendo los mismos sentimientos de Cristo Jesús y viviendo con alegría nuestra condición de discípulos y misioneros.

 

Para este nuevo año, os propongo vivir esta nueva condición, que es la realidad más profunda de nuestra propia identidad, viviendo las obras de misericordia: visitando al enfermo, dando de comer al hambriento y de beber al sediento, dando posada al migrante y al peregrino, vistiendo al desnudo, visitando al encarcelado, enterrando al difunto, enseñando con mansedumbre al que no sabe, aconsejando con delicadeza al desorientado, corrigiendo con humildad al equivocado, perdonando al que nos ofende, consolando al triste, sobrellevando con paciencia los defectos propios y los del prójimo y orando por los vivos y por los difuntos.

 

Ponemos este deseo de plenitud en las manos de la Virgen María. Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga durante este año 2024 que acabamos de comenzar.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

El arzobispo hace balance de 2023 en ‘El Espejo de Burgos’ en COPE

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El arzobispo hace balance de 2023 en ‘El Espejo de Burgos’ en COPE
Mons. Mario Iceta, arzobispo de Burgos, momentos antes de la entrevista en 'El Espejo de Burgos'.

En el último programa de radio de ‘El Espejo de Burgos’ de 2023, Álvaro Tajadura ha tenido un invitado de excepción para analizar cómo ha transcurrido este año que se nos acaba de ir y lo que nos espera como Iglesia en este 2024 que acabamos de comenzar. Y lo sabe bien porque, como arzobispo de Burgos que es, lo vive en primera persona.

 

Lo primero que Tajadura ha preguntado a Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa ha sido, precisamente, qué sentido tiene repasar todo lo que ha sucedido durante el año y proyectar lo que está por venir: «Cuando estoy con los jóvenes y adolescentes que van se van a confirmar, les digo que no deben faltar algunas palabras. La primera es gracias. El fin de año es un día para dar gracias por todos los bienes que hemos recibido durante el año, que son muchísimos, más de los que somos conscientes. Generalmente, el día 31 se solía cantar el Te Deum, que es el himno de acción de gracias por excelencia en la Iglesia».

 

«En segundo lugar, es buen momento para pedir perdón y para ver lo que no ha ido bien, con idea, sobre todo, de mejorar. Quizá no hemos estado a la altura en las relaciones familiares, en el trabajo, en la ayuda a los necesitados, en nuestros compromisos personales, laborales, sociales… Es momento de revisar lo que no ha ido bien para mejorar», explica el arzobispo.

 

El fin de año también es buena ayuda, asegura, para «pedir ayuda para el año que comienza. La vida es compleja, tiene muchas dimensiones y vericuetos y, por tanto, ponerse en manos de Dios para pedir esa ayuda pienso que es muy importante».

El arzobispo hace balance de 2023 en ‘El Espejo de Burgos’ en COPE
La entrevista se ha desarrollado en un clima de cordialidad.

El arzobispo ha señalado qué ha sido, para él, lo más importante o reseñable de este 2023 que acaba de concluir: «A nivel eclesial, vemos que procedemos de la Asamblea Diocesana que se clausuró en 2022, y este 2023 ha sido la aprobación del Plan Diocesano de Evangelización para los próximos años. Son las luces largas por las que queremos caminar. Este curso 2023-2024 se nos pide cómo hacer el Primer Anuncio en las parroquias. Tenemos que ponernos en clave evangelizadora. Ha sido un elemento esencial», ha destacado.

 

«Y, luego, en clave de arzobispo y de Consejo Episcopal, ese plan nos marcaba cinco tareas. La primera, la reforma de la Curia Diocesana. Estos días estoy acabando de ultimar el borrador que espero que el primer Consejo de enero pueda aprobar. Ha sido un año de trabajo para reconfigurar, según la Asamblea, la Curia Diocesana, que es esencial para el camino de la archidiócesis», ha explicado Mons. Iceta.

 

«La segunda es cómo constituir unidades pastorales. La pastoral cambia porque la sociología de Burgos ha cambiado enormemente. Muchos pueblos se van vaciando, las personas se van hacia las ciudades. También los sacerdotes van siendo mayores. El año pasado fallecieron 21 sacerdotes y ordenamos 2. La implicación del laicado en la pastoral también ha crecido y, por tanto, hay que ver cómo reorganizar la pastoral en la archidiócesis y, no solo reorganizarla si no que nazca una mentalidad distinta, nueva. Más evangelizadora y más de Primer Anuncio», ha señalado el arzobispo.

«Mi pasión es la evangelización. Cuando uno hace las cosas con ilusión, no se cansa».

El Plan Diocesano de Evangelización también pedía poner en marcha los ministerios laicales: «Hemos hecho un documento sobre cómo los laicos pueden participar en esta tarea pastoral, a través de un ministerio instituido, que el Papa puso encima de la mesa. Estamos en este asunto de cómo promocionarlos en la archidiócesis».

 

«Y dos que son un poco más a medio plazo: uno es la preparación, en el año 2025, del jubileo de la archidiócesis y de la Iglesia universal, y también cómo fomentar en nuestra archidiócesis esta sinodalidad de la Iglesia. Son elementos que este año hemos puesto en marcha, además de otros. Hemos puesto en marcha la Oficina de Cumplimiento Normativo; hemos reformado la Oficina de Protección de Menores, reforzandola, y hemos comenzado los cursos de formación, para que la Iglesia siempre sea un entorno seguro; hemos hecho una nueva página web; estamos poniendo en marcha una nueva fundación, Ars Burgensis, para fomentar el cuidado y la visibilización del patrimonio… bueno, hay muchísimo trabajo, por lo que podemos dar gracias a Dios y continuar impulsando el año próximo», ha apuntado Mons. Iceta.

El arzobispo hace balance de 2023 en ‘El Espejo de Burgos’ en COPE
Mons. Iceta ha estado muy atento a todo lo que sucedía alrededor del estudio de radio instalado en el Arzobispado durante los preparativos de la entrevista.

Ante la magnitud del trabajo realizado durante el pasado año, Tajadura le ha preguntado al arzobispo si no se ha cansado, a lo que éste ha respondido que «cuando uno lo hace con ilusión, no se cansa. Decía santa Teresa de Jesús que el amor «ni cansa, ni se cansa, ni descansa». Mi pasión es la evangelización y, cuando uno pone en marcha proyectos de evangelización y pone alma, vida y corazón, lo hace con alegría, con convicción, con ilusión, con esperanza, con fortaleza y siempre con la ayuda y la gracia de Dios, que es de quien procede todo lo que se nos da».

 

Por último, el arzobispo de Burgos ha contado qué tres deseos pone él a los pies del pesebre del Niño Jesús en esta Navidad para el año nuevo que comienza: «Que el Señor nos dé la fortaleza para hacer un Primer Anuncio. Creo que tenemos que hacer un cambio de mentalidad y anunciar nuevamente el Evangelio. En segundo lugar, veo que está muy debilitada en las parroquias la pastoral familiar y, por tanto, pienso que es un elemento esencial fomentar, favorecer e impulsar la pastoral familiar. Y, tercero, viendo cómo está el mundo, pedir el don de la paz. Una paz que nace de nuestro corazón y que tiene que extenderse a todos los lugares del mundo. Son tres deseos que están en mi corazón y que me gustaría que se hicieran realidad el año próximo».

El arzobispo hace balance de 2023 en ‘El Espejo de Burgos’ en COPE
Álvaro Tajadura, director de 'El Espejo de Burgos' y Mons. Mario Iceta, arzobispo de Burgos, en un momento de la entrevista.

Curando nuestro patrimonio

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A casi ocho metros de altura y ubicada en la hornacina que normalmente ocupa una talla de la Asunción de María, Sara Tablada supervisa el trabajo de nueve alumnos de la universidad bilbaína de Leioa que cursan el grado de conservación y restauración de bienes culturales. Encaramados a un laberinto de andamios, los jóvenes se afanan en recuperar el retablo mayor de la iglesia de Hontoria de la Cantera, una obra barroca del siglo XVIII que ha acumulado polvo y se ha ennegrecido por el humo de las velas. «Hemos aspirado y ahora están asentando las policromías. Irán bajando por cuerpos y al final daremos barnices para proteger el retablo», explica la profesora. Además, los estudiantes recuperarán en el Taller Diocesano de Restauración, ya en la ciudad de Burgos, las tallas de la Virgen, san Miguel, san Pedro y san Pablo que aloja el monumento, junto a otros seis angelotes.

 

«Había muchísimo polvo; en algunas zonas hasta tres centímetros que hemos quitado a palazos y eliminado con rasqueta», explica Itxaso Ortega, que tras la experiencia vivida el año pasado restaurando un Cristo de Los Balbases «más grande que ella», este verano repite prácticas en la provincia de Burgos. «Es una maravilla, una pasada. Las prácticas me permiten estar con algo de verdad, con un retablo muy, muy grande, de mucha altura. Para la formación de cada uno es una cosa muy interesante» y diferente, comparado con los pequeños objetos que restauran en la facultad de Bellas Artes entre varios alumnos. «Esto impone mucho, exige mucho respeto». 

 

Itxaso y sus otros ocho compañeros se alojan durante este verano en la residencia San Jerónimo. Tras desayunar en el Seminario, se desplazan en coches hasta Hontoria, donde trabajan durante todo el día entre disolventes, adhesivos, pinceles y algodones. Tienen hasta el 28 de julio para recuperar el conjunto y con el paso de los días, como explica su profesora, el miedo se va convirtiendo en rutina y a final de mes los jóvenes serán unos expertos restauradores del patrimonio cultural. 

 

Estas prácticas permiten al Taller Diocesano de Restauración no sólo abaratar costes, sino que el trabajo de recuperación de bienes muebles siga siendo una realidad. Creado en 1984 como uno de los pioneros del país, a lo largo de estos 39 años ha permitido la recuperación de unos 400 retablos de los más de 5.000 con que se estima cuenta la archidiócesis. Su director desde entonces, Antonio García Ibeas, sostiene que la restauración del patrimonio es una prioridad, pues supone «conservar el legado de nuestros antepasados» y mantener con vida «las imágenes que tanto han venerado». «A la gente de nuestros pueblos les hace ilusión ver a su Virgen, a su san Juan o a su san Miguel bien cuidados, limpios y restaurados».

 

Escucha el podcast completo aquí:

 

Referente nacional

 

El Taller de Restauración nació por iniciativa del entonces arzobispo, don Teodoro Cardenal Fernández. El objetivo, recuperar los retablos que la archidiócesis había rescatado de pueblos abandonados o semi abandonados y que se expondrían en un museo ubicado en la iglesia de San Esteban. Tras las reticencias de los primeros años, poco a poco se fueron recuperando y exhibiendo los conjuntos con la aceptación de sus vecinos, convirtiéndose en un referente nacional. 

 

García Ibeas recuerda la admiración de los vecinos de Abajas cuando vieron restaurado el retablo de su iglesia, del que ni los más ancianos del lugar recordaban haber visto nunca en su esplendor. Antes de que él y su equipo llegaran a la iglesia, «hacía más de 80 años que el retablo se había caído». Las hornacinas estaban dispersas por distintos lugares, algunos relieves colgados entre los muros del ábside y las tallas de madera, sobre la cajonera de la sacristía. El armazón se almacenaba debajo del coro, acumulando humedad. «Recuperar el retablo fue como hacer un auténtico puzzle», rememora. Sólo una mujer veterana fue capaz de reconocer su retablo de entre todos los expuestos en el Museo de San Esteban, gracias a un relieve que se asomaba en una esquina de su foto de bodas.

 

Servicio profesional

 

En 2005, el Taller se ubicó en la calle San Francisco y, desde 2012, las instalaciones se han cedido a la empresa Batea, que trabaja en la restauración de los bienes muebles de la archidiócesis. De esta manera, el Taller de Restauración rehabilita ahora monumentos por toda la geografía burgalesa. En cuanto a las obras de rehabilitación del patrimonio, éstas se centran principalmente en problemas de humedad o la invasión de la carcoma: «Hay que tener en cuenta que muchas iglesias apenas se abren diariamente, haciendo que sean insuficientes las corrientes de aire y el ambiente húmedo sea el caldo de cultivo propicio para la carcoma. Con una ventilación adecuada se evitarían muchos males», explica.

 

Otro de los problemas a los que están habituados en el Taller de Restauración es corregir los males ocasionados por gente que, de buena fe, ha querido cuidar de su patrimonio sin saber muy bien cómo hacerlo: «En muchos pueblos han querido limpiar las imágenes de sus santos usando elementos inadecuados, como el agua o sopletes de aire que han desgastado las policromías y eliminado los revestimientos de oro», lamenta. «Pero para eso también estamos nosotros, para asesorar y realizar tratamientos preventivos para evitar que se extienda la carcoma».

 

«Los retablos tienen función cultual, pero también cultural por el trabajo de tantas personas que han intervenido en ellos. Esa fue la razón prioritaria de la creación del Taller y del Museo del Retablo». A la hora de intervenir en este tipo de monumentos es necesario primero haber «cuidado la jaula», es decir, que la arquitectura del edificio esté libre de peligros, que no haya humedades y que muros, bóvedas y demás paramentos estén consolidados y libres de goteras. Lamenta que para la rehabilitación de inmuebles existan ayudas y que las destinadas a la restauración de los muebles sean más escasas. Aún así, aplaude el compromiso de parroquias, ayuntamientos, fundaciones y alguna que otra subvención: «Hay que hacerlo por nuestros antepasados y por la gente que nos sucederá en el futuro».