50 años de formación humana y laboral
En 1964, la ciudad de Burgos comenzó a experimentar un importante cambio que afectaba a su economía. Arrancaba el proceso de industrialización. Por aquella época comenzaron a construirse la mayor parte de las fábricas que conocemos en la actualidad, por lo que fue designado «Polo de Promoción Industrial». Junto con este crecimiento, comenzó a producirse un movimiento migratorio de las zonas rurales, encabezado principalmente por chicas jóvenes que buscaban un futuro mejor y dejar atrás la dureza de las tareas del campo. Fueron precisamente ellas las que encabezaron la emigración de los pueblos a la ciudad. Es entonces cuando un grupo de sacerdotes y seglares, bajo la iniciativa del arzobispo Segundo García de Sierra y Méndez, pusieron en marcha una obra social para preparar adecuadamente a estas jóvenes que llegaban de los pueblos con mucha ilusión, pero con poca formación.
Abordar el problema obrero
Dicha iniciativa se consolidó con la puesta en macha de la escuela «María Madre», y en ella participó el sacerdote Abelardo del Vigo. «Recuerdo que el día que Segundo García entró en la diócesis aludió a varias cosas que le iban a ocupar y preocupar en su episcopado. Una de ellas: el problema obrero», cuenta.
Ante la llegada de jóvenes, «había que hacer algo: la cuestión era qué, cómo y para quién y quienes lo iban a realizar. Enseguida escogió don Segundo unos pocos sacerdotes que serían los encargados de poner en marcha la empresa: Vicente Proaño, bajo cuya tutela y buen hacer comenzó y continuó todo; José Luis Reoyo, hombre de relaciones públicas y entendido en cuestiones técnicas, Joaquín Luis Ortega, que pondría voz y palabra en los medios de comunicación social; Luis García, con quien compartí la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la Escuela; finalmente a mí se me confió la tarea de formar humana y espiritualmente a las jóvenes».
Del Vigo relata que no estuvieron solos, pues contaron con el importante impulso y apoyo de un grupo de mujeres consagradas: «A nuestro lado y en constante relación mutua comenzó un grupo de mujeres pertenecientes a la asociación ‘Santa María Madre de la Iglesia’: Laura Andrés, Carmen Hernando, Rosario Martínez, Victoria Hernáiz, Josefa Barbero, Rosa y otra joven no perteneciente a la Asociación, Amparo Carrera». Ellas fueron, con su trabajo y su gran sacrificio, el alma de la Escuela y de la residencia. «Con su preparación intelectual, su constancia y su alegría contagiosa supieron crear un ambiente donde todos nos sentíamos agusto. Las chicas llegaron con deseo de aprender y de superarse con vistas a sacar un título que les permitiera al final (cinco meses) entrar en una fábrica. Y así fue. Espiritualmente, yo no puedo decir de ellas más que bien».
El centro se encontraba originalmente en Gamonal, y allí se impartieron los primeros cursos subvencionados por el INEM, (Confección, Administrativo, Peluquería y Química). Fue en 1972 cuando obtuvo el reconocimiento para impartir Formación Profesional, adquiriéndose con el tiempo las homologaciones en las distintas ramas y especialidades, además de establecerse la educación Primaria y Secundaria. Es destacable la labor de la que fue su directora durante muchos años, María Teresa España Landáburu.
Ayuda del Ministerio
La pensión que las jóvenes pagaban era módica. «Claro, contábamos con la ayuda económica que daba el Ministerio de Trabajo entonces. Con estas condiciones tanto la escuela como la residencia estuvieron siempre llenas». Al María Madre se añadieron poco después otras dos residencias, también para chicas: Estela y Santa Casilda. Es en 1977 cuando se funda el Centro de Enseñanzas Regladas Politecnos, autorizado por el Ministerio de Educación y Ciencia, como Centro de Formación Profesional y Graduado Escolar en regímenes diurno y nocturno, llegando a alcanzar 1.300 alumnos. Este centro viviría un importante hito en el curso 2012-2013, cuando se jubila el que fuera su director desde los comienzos, Antonio García Martínez y se hace cargo de la gestión el arzobispado de Burgos. Durante el curso siguiente, 2013-2014, se produce la fusión y nace María Madre-Politecnos, tal y como se le conoce hoy. «Si alguien me preguntara – relata Del Vigo– cuáles fueron los principios rectores de lo que yo vi y viví desde el inicio en María Madre, diría que fueron austeridad y suficiencia, educación en la libertad y en la responsabilidad, alegría y religiosidad, una comunidad de personas que se amaban y trabajaban juntas por un proyecto común».
Ahora, «al cumplirse el cincuentenario de esta institución, es un deber de justicia rendir homenaje a aquel grupo de sacerdotes y mujeres consagradas que evitaron que tantas mujeres se vieran obligadas a emigrar a Europa en busca de trabajo», añade Del Vigo. «Jóvenes que actuaron en las fábricas como sucedáneo de los sindicatos de entonces y que, promocionándose humana y espiritualmente , sirvieron a la sociedad y a la Iglesia diocesana».
Actos de celebración
Para celebrar estos 50 años al servicio de la formación de los jóvenes y niños burgaleses, María Madre-Politecnos ha programado varios actos. El 25 de abril habrá una excursión al santuario de Aránzazu que incluirá una visita a Oñate. El 29 de este mismo mes tendrá luagr la conferencia «El arte de educar la persona humana sobre los pilares de la ciencia y la virtud», que correrá a cargo de Santiago Arellano Hernández, exdirector general de Educación del Gobierno de Navarra y catedrático de Lengua y Literatura. Será a las 20:15 horas en el salón de Actos de Ibercaja, en Plaza de España.
Los eventos continuarán en mayo, con la conferencia que impartirá el día 6 Carlos Escribano Subías, obispo de Teruel-Albarracín. Será a las 20:25 horas en el salón de actos de Ibercaja de Julio Sáez de la Hoya. Los alumnos también participarán en estas celebraciones con una fiesta los días 7 y 8, en las que disfrutarán de actividades deportivas, lúdicas y concursos.