Un nuevo templo amplio y luminoso

por administrador,

 

san josemaria burgos

El templo es amplio y luminoso.

 

El pasado viernes, 26 de junio, el arzobispo de Burgos consagró el nuevo templo de la parroquia de San Josemaría Escrivá, recién concluidas las obras de la primera fase de esta nueva iglesia, situada junto a la antigua vía del ferrocarril, en terrenos que fueron de la Cellophane. Con monseñor Gil Hellín concelebraron medio centenar de sacerdotes de la diócesis, muchos de los cuales conocieron personalmente a san Josemaría.

 

La ceremonia congregó en el templo, amplio y luminoso, a una numerosa feligresía, que siguió con recogimiento y emoción la liturgia. Desde el ambón, el coadjutor fue explicando el sentido de los ritos, y así los más jóvenes pudieron entender la aspersión con agua bendita, la unción del altar, las invocaciones a los santos…

 

En la homilía, el arzobispo expresó su deseo de que la parroquia desarrolle una amplia labor catequizadora, así como una intensa labor social entre los más pobres, en la línea que nos encarece el papa Francisco. Así mismo, recordó que san Josemaría repetía a los laicos que su templo también es la calle, en el sentido de que a Dios hay que encontrarle en lo cotidiano, en esa vida que transcurre en el hogar, en la oficina, en los estadios, en las aulas…

 

La liturgia eucarística estuvo realzada por el coro de la parroquia: diez voces bajo una experta batuta, acompañadas por un organista de la catedral y un joven violinista.

Ministros para «darse cada día»

por administrador,

 

<
>

 

Una abarrotada catedral fue el escenario escogido para celebrar en la jornada de ayer la solemne eucaristía en la que fueron ordenados cinco diáconos y tres sacerdotes. Con la imposición de manos del arzobispo, Eduardo DoradoFélix Díez y fray José Luis Galiana se convirtieron en sacerdotes, mientras que Luis Renedo, Eduardo María Pérez, Juan Antonio Cabrera, Enrique Díez y David Jiménez recibieron el sagrado orden del diaconado.

 

En su homilía, el arzobispo, Francisco Gil Hellín, destacó que el de ayer fue un gran «momento de fiesta para toda la diócesis» al contar con nuevos ministros que se encarguen de la evangelización y la atención a los pobres. Una atención que se desarrollará ahora, además, a través del ministerio que realicen los dos primeros diáconos permanentes, Díez y Jiménez: «Gracias a ellos y a los que vendrán después –dijo el pastor de la diócesis–, el arzobispo contará con colaboradores sobre todo en el ministerio de la caridad». Una labor que también pidió realizar diligentemente a los otros tres jóvenes que recibieron el diaconado de modo transitorio, con vistas a una futura ordenación sacerdotal.

 

A los nuevos presbíteros les animó a ser buenos pastores, siendo conscientes de que «será el mismo Cristo quien actúe a través vuestro», ya que el ministerio que reciben «no es un barniz externo, sino que confiere una identidad total con Cristo sacerdote». De ahí que les animara insistentemente a «dar su vida cada día por los hermanos» como hizo él. Es más, les dijo, «ser sacerdotes y no dar la vida cada día es una contradicción».

Primeras misas

Tras su ordenación, los nuevos presbíteros presiden a lo largo del día de hoy sus primeras eucaristías. Fray José Luis Galiana lo hará en el monasterio de San Pedro de Cardeña, mientras que el lugar escogido por Félix Díez es la parroquia de su pueblo, Paules del Agua. Por su parte, Eduardo Dorado presidirá su primera misa en la parroquia de Nuestra Señora La Real y Antigua de Gamonal.

La Rerum novarum de la ecología

por administrador,

2015 06 28 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

El jueves 18 de junio, el papa Francisco publicó su segunda encíclica, titulada “Laudato si’, mi Signore” (Alabado seas, mi Señor). El tema que aborda es muy actual: El cuidado de la casa común, es decir, de la creación. Esto explica que los destinatarios sean, a diferencia de lo que suele ocurrir con la mayor parte de las encíclicas, no sólo los católicos sino todos los hombres. El Papa ha querido que en sus reflexiones sobre lo creado quepan todos sin excepción alguna, como todos cupieron en el proyecto creatural de Dios.

El documento es muy amplio, pues comprende unas doscientas páginas. El estilo es sencillo y muy cercano al hombre de la calle, aunque haya algunos temas más complejos. Está dividido en seis grandes capítulos, a los que precede una pequeña introducción y siguen dos oraciones: una “por nuestra tierra” y otra que es una “oración cristiana con la creación”.

Al principio del documento, el mismo Papa ofrece una panorámica de los temas que aborda en cada uno de los capítulos así como la concatenación que existe entre ellos.

En primer lugar, el Papa hace un recorrido por los distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de recoger los mejores frutos de la investigación científica actual y dejarnos interpelar por ella en profundidad. De este modo, se da una base concreta al itinerario ético y espiritual.

Partiendo de esta mirada, el Papa retoma algunos argumentos que se desprenden de la tradición judeo-cristiana, con el fin de dar mayor coherencia a nuestro compromiso con el medio ambiente.

En un tercer momento, trata de llegar hasta las raíces de la situación actual. Porque es muy importante no quedarse en los síntomas sino ir a las causas más profundas.

Teniendo en cuenta todo esto, el Papa propone una ecología que incorpore el lugar peculiar de la persona humana en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo circunda.

A la luz de esta reflexión avanza algunas líneas de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de los individuos como a la política internacional.

Finalmente, propone algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana. Francisco tiene la mirada puesta en el horizonte de un cambio profundo, el cual necesita motivaciones y un itinerario educativo.

Dentro de este amplio marco se enmarcan multitud de cuestiones: el calentamiento y efecto invernadero, el aumento del nivel del mar, los obstáculos para acceder al agua, las especies que ya han desaparecido, la reducción del tráfico, el uso debido de la luz, las presiones interesadas para limitar la natalidad, la centralidad del hombre, la defensa del embrión humano, los límites de la propiedad privada, el dominio mundial de las finanzas y un largo etcétera.

En esta presentación rápida y de urgencia, quisiera señalar tres criterios de lectura de esta encíclica, que algunos ya han calificado como la “Rerum novarum de la ecología del siglo XXI”. Son estos: 1) Dios creador es la clave de lectura y comprensión de todo este largo documento; 2) Los hombres y mujeres de hoy no somos los dueños absolutos de la creación sino unos administradores responsables y que miran al futuro; 3) el centro de la ecología es el hombre. Quizás podría añadir este otro: el documento hay que asumirlo en toda su integridad sin hacer selección de unos temas y exclusión de otros, según los propios criterios e intereses.

Animo a todos a leerlo con afecto y buena voluntad.

Dedicación de la iglesia parroquial de San Josemaría

por administrador,

 

1. El acontecimiento que estamos celebrando en este momento actualiza lo que acabamos de proclamar en la Palabra de Dios. El pueblo de Dios había vuelto del destierro de Babilonia. Durante esa experiencia sumamente dolorosa, había descubierto el amor compasivo que le profesaba Yahvé y la necesidad de ser fiel a la alianza. Ya en Jerusalén, mandó al escriba Esdras que trajera y leyera la ley de Moisés. Esdras así lo hizo y leyó esa Escritura santa desde el amanecer hasta el mediodía. Todo el pueblo le escuchó atentamente. Más aún, lloraba de alegría al escuchar las palabras de la Ley. Al verlo llorar, Esdras, el sacerdote, y Nehemías, el gobernador, les dijeron: “No lloréis. Hoy es un día de alegría. Celebrad un gran banquete, porque el gozo del Señor es vuestra fortaleza”.

 

La comunidad parroquial de san Josemaría ha estado, como los israelitas, sin un lugar propio para escuchar la Palabra de Dios, celebrar los sacramentos y vivir el ministerio de la caridad. Ciertamente, la disponibilidad y generosidad de las Religiosas Esclavas han sido muy grandes, pues desde el primer momento facilitaron su capilla para que la parroquia echara a andar; y asumieron con gusto las molestias que podría suponerles. Se lo agradezco muy de veras en mi nombre y en el de don José Luis y sus colaboradores. Desde hoy, esa comunidad parroquial ya tiene su iglesia propia y parte de las dependencias necesarias para realizar su misión.

Es, pues, un día de gran alegría para ella. Más aún, para toda la diócesis, de la cual forma parte, como una parroquia más. Por eso, a los que formáis parte de la parroquia os digo lo mismo que dijeron Esdras y Nehemías a su pueblo: estad alegres y celebradlo, incluso con algún extraordinario material de fiesta.

 

2. La segunda lectura señalaba el camino que esta comunidad cristiana tiene que seguir: ser colaboradores de Dios y campo de Dios. Los sacerdotes vienen a ser colaboradores de Dios con su ministerio y los fieles con su vida y su testimonio. Y unos y otros a ser y sentirse miembros de una única familia: la familia de los hijos de Dios.

 

Ser colaborador es ser servidor, no protagonista. El protagonista es Dios, el protagonista es Jesucristo, el protagonista es el Espíritu Santo. Sin su gracia y sin ayuda, todo el esfuerzo es inútil. “Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde”.

 

Dios ejerce su acción salvadora por medio de su Palabra, que provoca la fe y la conversión y va llevando a la santidad; por medio de los sacramentos, especialmente los del Bautismo, la Eucaristía y la Penitencia; y por el servicio de la caridad. Colaborar con Dios es, por tanto, dedicarse en cuerpo y alma a la evangelización, a la catequesis, a la confesión, a los que sufren la pobreza tradicional y las nuevas pobrezas, a los enfermos, a los matrimonios rotos o en crisis, a los alejados. Sin olvidar lo que sabiamente decía Benedicto XVI: que “la mayor pobreza es no tener a Dios”. ¡Cómo me agradaría que en esta parroquia surgiera con el tiempo una gran labor social y asistencial!

 

Ser campo de Dios es dejar que Dios pueda hacer en cada uno lo que hace un labrador en sus tierras: roturar, arar, sembrar, abonar, sulfatar y tantas cosas que son necesarias para que la semilla pueda sembrarse y luego produzca fruto. Ser campo de Dios es sentirse querido y cuidado por Dios; sentirse, sobre todo, hijos amados de Dios. Los miembros de esta parroquia no sois extraños, indiferentes o lejanos unos de otros sino hijos de un mismo Padre y, por ello, hermanos y miembros de una misma familia. Quereos, ayudaos, estad muy unidos unos a otros, sed como decía vuestro titular, san Josemaría: “no versos sueltos sino versos de un poema”,

3. El evangelio trazaba el programa: Jesús llamó a unos pescadores del lago de Galilea para que cambiaran sus redes y sus barcas y se convirtieran en pescadores de hombres. ¡Ser pescadores de hombres, ganar las almas para Jesucristo! No hay otro programa posible.

 

Para ello es imprescindible potenciar el apostolado de los seglares, en línea del mensaje del titular de la parroquia, san Josemaría: todos, absolutamente todos, en virtud del bautismo y sin necesidad de más títulos, sean cuales sean sus situaciones personales, religiosas y sociales están  llamados a ser santos en medio de sus quehaceres ordinarios. Él no se cansaba de repetir que el templo no es sólo ni principalmente el lugar de los seglares. Su lugar propio es: su familia, su profesión, sus compromisos políticos y sociales, sus lugares de diversión, y ese inmenso panorama que es el mundo de las realidades temporales.

 

¡Cómo le gustaban a él las palabras del Señor a Pedro: duc in altum, métete en alta mar, deja la placidez y comodidad de las orillas y ponte a pescar en donde está la vida real, donde están los problemas, los amores, las ilusiones de los hombres. ¡Ese es el campo donde se curten y enrecian los seglares! Está bien que colaboren en las tareas de la parroquia. Pero su lugar propio es el mundo, la calle, el quirófano, la cátedra, el sindicato, el barrio, y, por encima de todo, la familia. Es ahí y desde ahí donde el seglar vive y testimonia su fe y donde ejerce su apostolado específico.

 

El templo del seglar es la calle, la oficina, el taller, el hogar, el lugar donde están sus hermanos los hombres. ¡Con qué claridad lo dijo san Josemaría y lo enseñó el Vaticano II. Y, sin embargo, qué lejos estamos de ello! Pido a san Josemaría que interceda por los fieles de esta parroquia puesta bajo su protección, para que vivan esta doctrina y la vivan con alegría y paz. Porque los cristianos somos sembradores de paz y de alegría en un clima de compresión y amor a la libertad, sin miedo a ir de la mano con los que no piensan igual que nosotros.

 

Cristo, María, el Papa. Esos eran los tres grandes amores de vuestro Patrono. Estos deben ser también los amores de los sacerdotes y de los fieles de esta parroquia que hoy dedicamos al Señor. Amad mucho al Papa, rezad por él, meditad, vivid  y difundid sus enseñanzas. Y amad entrañablemente a la Virgen. San Josemaría decía que él no era modelo de nada, pero que si en algo quería que le imitáramos era en el amor a la libertad –en lo humano- y en el amor a la Virgen –en lo divino-. Amemos todos a Santa María, Reina y Madre de misericordia.

 

Así sea.

2015 06 26 viernes: resumen de prensa

por administrador,

Actualidad

Burgos contará con un nuevo templo eclesiástico,la Iglesia de San Josémaría Escrivá, situada en el llamado Barrio de la Cellophane. La ceremonia de consagración será esta tarde, a las 18:30 horas:

Solidaridad

El Centro Específico de Cáritas de Ayuda al Drogodependiente en Aranda se une este  26 de junio a la campaña del día de la lucha contra la droga: