2015 11 03 martes: resumen de prensa

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Actualidad

Los medios recogen la noticia sobre la sucesión del arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, y la toma del cargo por parte de Fidel Herráez Vegas:

 

Miles de personas vuelven a llenar el cementerio de San José para honrar a sus difuntos durante este fin de semana:

Patrimonio

La catedral continúa realizando obras de rehabilitación:

 

Cultura

Un grupo de jóvenes músicos de diferentes escuelas de música de Moscú están visitando nuestro país con motivo del II  Festival Internacional de Jóvenes Talentos ‘El diamante musical’. pasarán por Aranda de Duero, donde ofrecerán un concierto gratuito:

 

Iesu Communio, el nacimiento de una realidad espiritual novedosa

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Iesu Communio

Sor Verónica y don Francisco, en la misa de acción de gracias por la aprobación del nuevo instituto religioso.

 

Iesu Communio es hoy un Instituto religioso femenino de derecho pontificio. Está formado por dos centenares de jóvenes religiosas dedicadas a la oración y a hacer apostolado en sus propias casas.

 

Todo comenzó en 1984, cuando una jovencísima Verónica María Berzosa ingresaba en el monasterio de la Ascensión de las Damas Pobres de Santa Clara en la villa burgalesa de Lerma. En aquel momento, la comunidad de religiosas estaba formada por veinticinco profesas solemnes. Y es que tras veintitrés años de ausencia de vocaciones, la llegada de sor Verónica adquiría especial relevancia.

 

Diez años después de su admisión, sor Verónica fue elegida maestra de novicias. A los dos años de su nombramiento, tenía a su cargo a siete novicias y once postulantes. De este grupo de jóvenes religiosas brotaba una especial alegría, fruto de pertenecer a Jesucristo. Y todas ellas fueron creciendo en una especial sensibilidad en la comprensión y sintonía con los Padres de la Iglesia.

 

El número de vocaciones iba en aumento. Allí estaba naciendo algo nuevo, se percibía una realidad distinta, sin duda una experiencia espiritual novedosa. Grupos de personas muy dispares acudían a los encuentros en sus locutorios. Allí las consagradas eran capaces de transmitir su amor por Jesucristo y a la Iglesia. Se trataba de encuentros de los que nadie salía indiferente.

Nueva realidad, nueva necesidad

En aquel monasterio, se corroboraban las palabras que san Juan Pablo II había dirigido en Ávila a las religiosas en 1982: «Consientan vuestros monasterios en abrirse a los que tienen sed», decía el Santo Padre. «Vuestros monasterios son lugares sagrados y podrán ser también centros de acogida cristiana para aquellas personas, sobre todo jóvenes, que van buscando una vida sencilla y transparente en contraste de la que les ofrece la sociedad de consumo».

 

Tal era el flujo de jóvenes llamadas a aquella forma de vida religiosa, que dicho monasterio resultó ser insuficiente para acogerlas a todas. Al mismo tiempo, las Hermanas Clarisas del monasterio de Briviesca y de Nofuentes (Burgos) habían pedido ser recibidas en Lerma.

 

En aquellos instantes era necesario un nuevo lugar. No sólo para acoger a las más de cien religiosas, sino también para atender a las numerosas personas que las visitaban. Así finalmente lograron establecerse en el santuario de San Pedro Regalado, situado en La Aguilera, cerca de Lerma.

Aprobación y autorización

En marzo de 2009, la madre abadesa sor Blanca María, que había ingresado en el monasterio en 1962, debía cesar en su cargo ya que no podía ser reelegida al haber agotado sus mandatos. La Comunidad eligió a sor Verónica como abadesa, que hasta ese momento seguía siendo maestra de novicias.

 

Al finalizar las obras de adecuación en el monasterio de San Pedro Regalado, las Hermanas solicitaron al Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, cardenal F. Rodé, ser constituidas en una única comunidad en dos sedes diferentes (Lerma y La Aguilera) y con un único gobierno. Dicha solicitud fue aceptada en junio de 2009 por un periodo de tres años, con el encargo de establecer claramente lo que las Hermanas se sentían llamadas a realizar.

 

En aquellos momentos, el nuevo monasterio ya se había quedado pequeño puesto que no cesaban de crecer nuevas vocaciones: más de 127 hermanas. No ajeno a tal fenómeno, el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, les recomendó la ayuda de un especialista. Así, el Dr. D. Jorge Miras asesoró a las Hermanas para explicitar canónicamente lo que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada había solicitado.

 

Tras mucha oración y discernimiento, redactaron el texto de unas constituciones donde quedaba reflejado los aspectos esenciales de la vida vivida en la comunidad durante sus diecisiete años. Bajo la presidencia del arzobispo de Burgos, las Hermanas aprobaron que el documento fuese presentado a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.

 

El 4 de diciembre de 2010, el arzobispo, padre y pastor de la diócesis de Burgos, Francisco Gil Hellín comunicó con gozo a la comunidad que el papa Benedicto XVI daba su beneplácito a la resolución propuesta por el Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.

Instituto de derecho pontificio

Así pues, el 8 de diciembre de 2010, quedaba decretado que el monasterio autónomo de la Ascensión de Lerma se transformaba en un nuevo instituto religioso de derecho pontificio denominado «Iesu Communio». A la par que se aprobaban sus constituciones ad experimentum por cinco años, se reconocía a sor Verónica Berzosa como fundadora y la confirmaba como superiora general del nuevo instituto. Además, se encomendaba al arzobispo de Burgos el especial cuidado y vigilancia de la vida del nuevo instituto, sin perjuicio de la autonomía de vida y gobierno propia de un instituto religioso.

 

El espíritu de Iesu Communio se ve reflejado en las palabras de su fundadora, la madre Verónica María Berzosa, cuando se refiere a que «el fin más noble de la vida de la criatura y su propia felicidad y bienaventuranza es responder al amor de Dios apasionadamente, con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda el alma, con toda la mente».

 

La misión de Iesu Communio es ser «comunión de Jesús», comunión que brota del don de Jesucristo. Como religiosas contemplativas, están llamadas a ser por entero de Jesucristo, a orar y a permanecer en Él. Iesu Communio es además una casa abierta, un lugar de encuentro donde el peregrino pueda encontrarse con el Redentor y reavivar su fe. Pero sobre todo es un espacio abierto donde se celebra la Eucaristía y se comparte la fe en Jesucristo.

Carta de agradecimiento de las Hermanas de Iesu Communio al arzobispo

 

Esta comunidad de religiosas ha querido agradecer la labor de pastor que ha tenido el arzobispo de la diócesis de Burgos, Francisco Gil Hellín con Iesu Communio. En Iesu Communio, además de estimarle, saben que deben mucho al arzobispo. Reproducimos, a continuación, una carta de agradecimiento que escriben a quien hasta ahora ha sido arzobispo de la diócesis.

 

iesu communio

Imagen de grupo de las religiosas.

 

Hace cinco años, una realidad estaba a punto de manifestarse. Poco a poco, se había ido gestando en el Monasterio de Santa Clara de Lerma. El Espíritu había ido sugiriendo y modelando una nueva forma de vida que requería el discernimiento eclesial.

Aquello que nacía dentro de la diócesis estaba necesitando a su padre y pastor.

Usted, D. Francisco, se acercó hasta nosotras en el momento preciso para ser el padre y pastor solícito que supo abrir su corazón y comprender desde el primer momento que el Señor quería aquello. Con solicitud incansable se entregó de lleno e incondicionalmente a cuidar amorosamente de aquella porción de su rebaño.

Nuestra Madre Fundadora, Verónica María Berzosa, pudo descansar en Usted su corazón urgido por el don de Dios, por la misión y por lo delicado que es el discernimiento del carisma recibido, además de las dificultades que entraña encontrar la forma, el cauce y los tiempos de Dios.

Con Usted, la Madre ya nunca se sintió sola. Pudo contar con su Obispo y pastor en todo momento, siempre pronto para discernir cuando surgían las dudas, clarividente y firme para defender la verdad, generoso hasta el límite, padre protector, colaborador tenaz y padre solícito que hizo suya nuestra vida.

Muchas más cosas se pueden decir, pero Usted sabe bien cuánto le queremos y cuánto le debemos.

Gracias, D. Francisco, su nombre queda vinculado a nuestro Instituto para siempre y deseamos de todo corazón vivir el gozo de la comunión de Jesús.

Cristo, nuestro inseparable vivir.

María, la Bella Pastora.

¡Cuánto sabemos Usted y nosotras de estos dos amores compartidos en estos cinco años!”  

Hermanas de Iesu Communio

Fidel Herráez: «Quiero ser hermano para todos y construir el futuro junto a vosotros»

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«Mando a todos los burgaleses un abrazo de hermano; un abrazo del que quiero que nadie se sienta excluido». Estas fueron las primeras palabras que el arzobispo electo de Burgos, Fidel Herráez, dirigía a los burgaleses en un medio de comunicación local minutos después de hacerse público su nombramiento. Lo hizo en «El Espejo de la Iglesia en Burgos», el programa de información diocesana que emite cada viernes la cadena Cope en la provincia y donde el arzobispo electo aprovechó su intervención para mandar –«aunque sea desde las hondas de la radio»– un abrazo fraterno a todos los burgaleses: «Les digo que reciban un abrazo de hermano, porque soy un hermano que va a caminar con los hermanos», dijo, «poniéndome a disposición de cuantos allí me necesiten».

 

Tras la rueda de prensa que el nuevo arzobispo impartió en Madrid, Herráez intervino en directo en «El Espejo» para saludar por primera vez a los burgaleses. En la entrevista aseguró que viene a la diócesis porque «quiere ser regalo para los demás porque nada de lo que tengo es mío, todo lo mío es un regalo que he recibido de Dios; y con esa disposición llego a Burgos». Para Herráez, su ministerio episcopal será el de «caminar con vosotros» pues entiende que «esa es la misión que Dios me pide», dando así continuidad a la tarea de los apóstoles para «amar y servir a todos y cada uno» de los burgaleses.

 

A pesar de verse «como algo pequeño», el nuevo arzobispo –que no dejó de manifestar su orgullo por venir a Burgos, a su Castilla– aseguró a los micrófonos de la emisora que llega a la diócesis «sin ningún miedo» y «con ilusión renovada», seguro de que «el Señor nos da la fuerza para ir realizando esa tarea». Una tarea que, según sus propias palabras, consistirá en «animar a los burgaleses a acoger la buena noticia que Dios nos ha dado en Jesucristo y que la acojan en la Iglesia, abiertos también a la Virgen, porque eso es lo que va a dar sentido a sus vidas y les ayudará a ser felices y hacer felices a los demás», sean de la condición que sean, «niños, jóvenes, matrimonios, familias, parados, enfermos, personas que se encuentran en soledad… cada uno en su condición concreta de vida».

 

Para el arzobispo electo, Burgos «supone muchísimo y su historia es impresionante desde el punto de vista cristiano y cultural. La Iglesia en Burgos tiene una larguísima y riquísima historia, a la que miro con respeto». Y es precisamente en medio de esta encrucijada de la historia donde don Fidel anima a los burgaleses a construir el futuro: «Yo siempre digo que el futuro es para quien lo crea; y el futuro de la diócesis será lo que nosotros vayamos haciendo porque el futuro es de quienes lo crean. Tenemos que ir creando futuro y yo, con sencillez y con todo mi ser, quiero colaborar».

 

Herráez, que tomará posesión de su cargo el próximo 28 de noviembre, asegura que se comportará como «un instrumento sencillo de Dios», con la «alegría de encontrarme con todos ustedes». El prelado animó a los burgaleses a «que todos nosotros seamos palabra lo más viva posible; pues eso hará que haya más o menos afección a la Iglesia».

 

Multimedia: escucha la entrevista íntegra:

«La muerte es un tabú y no estamos preparados para afrontarla»

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Ezequiel Rodriguez Miguel nació en 1954 en el Valle de las Navas, en la pequeña localidad burgalesa de Melgosa, aunque sus raíces están en Hontomín donde pasó su niñez. Fue ordenado sacerdote en Burgos en 1979, su primer destino fue Salinas de Rosío, junto a Medina de Pomar. Tras un año de viajes a Brasil, volvió a España y ejerció 14 años como sacerdote en Miranda, en la parroquia de San José de las Matillas y como capellán en el Hospital Santiago Apóstol de Miranda. Actualmente ejerce desde hace un año, como capellán de los dos tanatorios de Burgos capital,  donde asiste a las familias de las personas fallecidas y coordina los oficios religiosos.

 

ezequiel rodriguez

Ezequiel Rodríguez es el capellán de los tanatorios de Burgos.

 

En este ambiente, cualquiera podría pensar que le ha tocado vivir la parte más dura del sacerdocio, al estar casi a diario en contacto con la tristeza, las lágrimas y la muerte. Pero él no lo ve así: «Yo ya tenía la experiencia como capellán en el Hospital de Miranda y te puedo asegurar que la enfermedad y el ambiente de un hospital es más duro incluso que los tanatorios. La muerte desde el compromiso de la fe supone un mensaje de esperanza, para mi es una experiencia enriquecedora personalmente, porque da pleno sentido a la vida del sacerdote al ayudar a superar los difíciles momentos por los que atraviesan los familiares cuando pierden a un ser querido. Y es muy gratificante cuando los familiares se despiden agradeciéndolo y con un apretón de manos».

 

Un tabú en nuestra sociedad

Hablar de la muerte en nuestra sociedad da tanto respeto que todo parece preparado para que el trance pase de refilón por los familiares, lo más rápido posible, sin apenas tiempo de reflexionar sobre lo que ocurre. «Hemos convertido el tema de la muerte en un tabú, incluso en la Iglesia hablamos muy poco de la muerte- reflexiona Ezequiel- Los proyectos de vida inmediatos prevalecen, la muerte no es estética y no nos la planteamos como realidad final que a todos nos tocará. Por eso hay muchas personas, especialmente los jóvenes, que les cuesta mucho asimilar una perdida, porque no han recibido ninguna formación sobre la muerte, es un tema tabú que no se aborda y que nos coge por sorpresa».

 

Sin embargo, según él, debemos partir de que muerte y vida van unidas inseparablemente, «como los ríos no se entienden si no desembocan en el mar, porque está hechos para ello, la vida humana tiene su sentido entroncada con el más allá, porque la muerte no es el final del camino, como nos anunció Jesús, sino que es la plenitud. La vida humana, con sus avatares, encuentra se sentido y plenitud al final con el paso hacia felicidad que ansiamos y que en la vida no es posible».

 

La muerte de un familiar es momento de duelo y lo que la Iglesia hace en ese momento es transmitir cercanía, cariño y esperanza , en definitiva el amor del Padre, el Dios misericordioso. Ezequiel comenta que esto es algo que no se puede hacer con palabras y grandes discursos, sino con gestos, con detalles. «Lo importante es que les llegue el amor de Dios, la esperanza ante la muerte y la cercanía de la Iglesia con ellos». Por eso, es importante que ayude el ambiente en los tanatorios, que no siempre es el adecuado. Reconoce que hay personas que acuden a saludar a los amigos, a charlar sobre sus asuntos y trabajos, y «queda muy lejos el consuelo a las familias, el acompañamiento y la oración por la persona fallecida, que debe ser el motivo de la visita». Pero el momento del entierro o la visita al tanatorio no bastan. Según Ezequiel, «es necesario dar un paso más en el acompañamiento a las personas que pasan por un duelo difícil cuando pierden un ser querido, por eso  debiéramos mantener un contacto para visitar, arropar y ayudar, a quienes viven este difícil trance, siempre que así lo deseen».

«De don Francisco he aprendido la capacidad de comprensión»

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javier perez illera

Javier Pérez Illera, en su despacho.

Han pasado solo las diez de la mañana y ya ha repasado con el arzobispo la agenda planificada para el día de hoy y ha seleccionado el correo dirigido especialmente para él. Ahora se dispone a ocupar su mesa en el despacho anexo al del pastor de la diócesis para seguir con su jornada de trabajo atendiendo llamadas, concretando citas institucionales y pastorales y las visitas planificadas a lo largo de la mañana. Ese es, a grandes líneas, el trabajo que Javier Pérez Illera lleva haciendo desde septiembre de 2002 al lado de don Francisco. Ser el secretario personal de un arzobispo no es tarea sencilla, pero muchos en la diócesis aseguran que cumple su trabajo con gran profesionalidad. Procura hacerlo siempre «con prudencia y discreción», teniendo en mente lo que le dijeron cuando comenzó su trabajo como secretario, y es que «secretario viene de secreto».

 

Nadie nace sabiendo cómo ser el secretario de un arzobispo, de ahí que Javier agradezca mucho la ayuda que le prestó al empezar su trabajo quien fuera el secretario de los dos anteriores arzobispos, José Antonio Calleja: «De él aprendí a atender las llamadas, saber planificar la agenda y concretar entrevistas», comenta. El caso es que, tras trece años de trabajo, Pérez Illera se desenvuelve perfectamente en su despacho. Ha aprendido a estar «en su papel sin considerarse consejero ni mano derecha del arzobispo, sino simplemente su secretario», procurando mantener «un mínimo de orden en su despacho y sus papeles» y «sabiendo guardar la discreción» debida propia de su cargo.

Cura y secretario

Hombre humilde y de pocas palabras, Javier destaca que si algo ha realizado bien en su tarea ha sido gracias «a que don Francisco me ha facilitado enormemente el trabajo». Revela que, aunque el arzobispo es «exigente porque quiere hacer muy bien las cosas», también ha sido «muy bueno» con él, «cordial y comprensivo cuando me he equivocado». Además, valora muy positivamente que el arzobispo no haya querido un sacerdote a tiempo pleno dedicado a su agenda, sino que siempre ha deseado que Pérez Illera siguiera ejerciendo su ministerio pastoral como sacerdote, facilitando que pudiera trabajar en la parroquia de San Pedro de la Fuente, tarea que lleva desempeñando desde que fuera ordenado sacerdote en el año 2000. Esa deferencia le ha servido a Javier para no perder de vista que es «ante todo cura», aunque también lamenta que su trabajo como secretario y las dos visitas pastorales en las que ha tenido que acompañar a don Francisco «le hayan hecho difícil su entrega más plena a la parroquia», pues muchos días «sabía que se iba a tener que ausentar» de la misma. Cosa que, de otro lado, agradece a quien ha sido su párroco, Micael Hellín: «Ha sabido siempre respetar el trabajo del obispo cuando he tenido que acompañarle y ausentarme de la parroquia, cosa que le agradezco, y mucho», asegura. Con todo, Javier graba en el corazón los días de la visita pastoral, pues le han servido «para conocer mejor nuestra Iglesia y descubrir el trabajo que realizan tantos sacerdotes», aumentando así «su cariño hacia ellos».

 

Es quizás en esos viajes recorriendo la diócesis, donde Javier ha conocido más de cerca a don Francisco. Solían aprovechar los viajes en coche para «rezar el rosario o la liturgia de las horas» y, una vez llegados al lugar, descubrir un arzobispo «transformado», lejano de la seriedad y el trabajo diligente de sus horas de despacho y sus actos más institucionales. «Don Francisco es un hombre cercano en el trato personal» que tiene incluso «un fino sentido del humor» y se siente «muy a gusto en el tú a tú», señala.

 

El trato personal, directo y cercano, con el arzobispo ha hecho que Pérez Illera sea quizás de las pocas personas que conocen de cerca de Gil Hellín. A su lado se ha sentido «muy, muy a gusto» y asegura que ha descubierto a un arzobispo diferente al que todos están acostumbrados, más reservado y riguroso «como bien responde a su responsabilidad». De él asegura que ha aprendido mucho, como es la «seriedad por el trabajo bien hecho», «la comprensión con todos los sacerdotes» con los que dice, «siempre ha tratado de dialogar y nunca imponer nada»; «guardar la debida discreción» a los temas más reservados y «su gran capacidad de trabajo».

 

Seguro que el arzobispo también agradece la diligencia con la que él ha desarrollado su papel.