Los primeros grupos de peregrinos burgaleses llegan a Berlín

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Los grupos de peregrinos procedentes de la diócesis de Burgos llegaron ayer a Berlín tras hacer escala en Frankfurt. A pesar de la intensidad del viaje y la organización que ello requiere, los jóvenes no perdieron el tiempo y nada más llegar, acudieron a misa a la iglesia de Saint Michel. La eucaristía estuvo presidida por don Carlos Escribano, obispo de la diócesis de Calahorra y la Calzada (Logroño). A continuación, los grupos se lanzaron a conocer a pie la capital alemana, cenar y visitar la puerta de Brandenburgo.

 

Los chicos y chicas continuarán con su peregrinaje, que hoy les llevará a Praga, realizando una parada en Dresde, ciudad sajona conocida por el intenso bombardeo y destrucción que sufrió durante la II Guerra Mundial.

 

Las hermanas Avemarianas dejan la Casa de la Iglesia tras más de 30 años de servicio y dedicación

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avemarianas

Las Operarias del Divino Maestro han trabajado en la Casa de la Iglesia desde hace más de 30 años.

 

Las Operarias del Divino Maestro (Avemarianas) constituyen en la Iglesia un instituto de religiosas de votos públicos cuyo fin es buscar en toda la gloria de Dios, la santificación de sus miembros y la evangelización de los pobres. Para ello, buscan que Cristo se instaure en la familia, según su peculiar carisma de educación cristiana mediante la promoción humana y social, especialmente a través de la escuela.

 

Aunque la especialidad de este Instituto es la escuela, vinieron a Burgos a petición del arzobispo don Teodoro Cardenal en 1985. «Él tenía mucha ilusión en comenzar la misión de la Casa de la Iglesia», afirma la hermana Concepción Revilla, religiosa que ha estado trabajando durante cinco años en el ordenamiento de la Casa.

 

Según la Hermana Concepción, para don Teodoro Cardenal la Casa de la Iglesia era «la niña de sus ojos». «Aquí nos trajo con la misión de dar comienzo en Burgos a las actividades de la Casa y la Iglesia», señala.

 

En estos 31 años, muchas hermanas se han hecho cargo del buen funcionamiento de la Casa de la Iglesia. En estos momentos, cuatro son las que organizan las actividades a la vez que se encargan de llevar la librería del arzobispado.

 

Las Hermanas Natividad Río, Ana Pérez, Concepción Revilla y Carmen Villanueva vinieron cuando se lo requirió su Instituto. La hermana Carmen, la más veterana, lleva trabajando desde 2007. Le sigue la hermana Concepción, quien lleva cinco años, y las hermanas Natividad y Ana que llegaron hace cuatro años.

 

La Comunidad pretende, según recalca la Hermana Concepción, que la Casa de la Iglesia sea un lugar para «rezar juntos, trabajar juntos, dialogar juntos, servir con eficacia, y difundir la cultura religiosa».

Apoyo, colaboración y orientación

A lo largo de estos años, las hermanas han desempeñado tareas apoyo y colaboración en la diócesis. «Especialmente en lo que la Casa de la Iglesia lleva consigo: llevar la librería religiosa, facilitar a los sacerdotes la obtención de libros de catequesis y todo lo relacionado con lo del sacerdote en cuanto a ornamentos y todo lo necesario para el buen funcionamiento de los sacerdotes en los pueblos», recuerda la Hermana Concepción.

 

Otra de las tareas encomendadas ha sido la de informar sobre las actividades de las diferentes delegaciones diocesanas y coordinar sus oficinas que se encuentran instaladas en la Casa de la Iglesia. Además de cuidar todo lo relativo a la capilla, ornamentos, etc.

 

Un misión importante ha sido orientar sobre el contenido de libros expuestos a la venta en la Librería Diocesana, teniendo en cuenta los intereses y necesidades de las personas que los demandan: niños, jóvenes, seglares, sacerdotes y religiosos. «Hemos participado en actividades o tareas pastorales impartiendo catequesis en parroquias de Burgos», añade Concepción, quien asegura que por falta de personal, en estos momentos, «no ayudan en algún comedor de inmigrantes». «Esta labor en algún momento sí que se ha llevado a cabo, iban hermanas a Atalaya. Por la falta de personal y por la falta de tiempo colaboramos actualmente con una aportación económica a esta institución».

Plena dedicación a los demás

Las cuatro Hermanas se llevan un buen recuerdo después de tantos años trabajando para la diócesis y los fieles de Burgos. «Nos llevamos la buena acogida que hemos tenido en la diócesis. Hemos trabajado muy a gusto con los distintos departamentos que nos han solicitado su ayuda», afirma la Hermana Concepción en nombre de todas sus compañeras.

 

Han sido cinco años de trabajo en los que, según ella, han aprendido «lo relativo a una librería, su funcionamiento y el trasiego que lleva consigo». Cinco años por tanto de dedicación plena a los demás.

 

Las cuatro Hermanas comienzan ahora un nuevo camino. «Nuestra nueva etapa es una incógnita», reconoce la Hermana Concepción sonriendo. «Lo que el Señor nos depare a cada una. Estamos abiertas a lo que la Iglesia nos pida por medio de nuestro Instituto. Y seguiremos dando lo mejor de cada una», concluye.

Nuestro urgente compromiso para una ecología integral

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Nos encontramos en medio del verano, tiempo especialmente propicio para la contemplación de la naturaleza, de esta casa común en la que habitamos. En estos días calurosos en que nuestros agricultores recogen el fruto de sus mieses, agradecemos mucho más esos lugares de pequeño ensueño que pueblan nuestra geografía burgalesa y que yo también voy conociendo. Todas las comarcas de nuestra querida provincia tienen pequeños paraísos dignos de ser conocidos y disfrutados.

 

Junto a esos lugares que salen en las guías turísticas, y que estos días son visitados de una manera especial, están esos otros lugares personales que nos son más cercanos y que nos sirven para descansar, relajarnos, disfrutar con los familiares y amigos, compartir una sencilla comida y una amable conversación, alabar y orar ante el Dios que todo lo ha creado… Son esos sitios que quizás disfrutamos, porque guardan muchos recuerdos y nos remuevan el ánimo y las fuerzas para nuestro caminar cotidiano. Me vienen a la memoria esas palabras del papa Francisco en su encíclica Laudato Si, que justo hace un año publicaba: «Cada uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien. Quien ha crecido entre montes, o quien de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar su propia identidad».

 

En esa encíclica a la que corresponden estas palabras, y que os animo a releer estos días, el papa Francisco nos hablaba con toda su crudeza de la urgencia y complejidad de la «única crisis socio-ambiental» en que nos encontramos sumidos: el descuido de la naturaleza, esta casa común que habitamos, a causa de modelos de producción, de desarrollo, de consumo y de convivencia que obran egoístamente sin mirar al bien común y sin observar los deberes de justicia ante las generaciones futuras.

 

Ante este panorama desolador, la mirada del creyente está siempre impregnada de esperanza. Por eso, la propuesta que el Papa nos ofrecía pasaba por varios caminos que tendríamos que recorrer entre todos: la urgencia de fomentar una ecología integral que se haga cargo de las implicaciones políticas, económicas, culturales y sociales del tema; la necesaria conversión ecológica, fruto del encuentro con Cristo, que nos haga redescubrir la armonía de relaciones con Dios, con los demás, con uno mismo y con lo creado; la necesidad de una espiritualidad ecológica que sostenga en el tiempo este equilibrio; la apuesta por estilos de vida diferentes en la vida cotidiana; la educación ecológica de las nuevas generaciones que lleven a un respeto mayor a esta casa común; las medidas políticas y económicas que han de ser implementadas para solucionar tan graves problemas y para generar una nueva cultura tan necesaria…

 

Los creyentes contemplamos la naturaleza con una mirada de fe y desde unas convicciones que enriquecen a nuestro mundo con razones más profundas y radicales para un necesario compromiso con el cuidado de la naturaleza. La sabiduría de los relatos bíblicos que leemos en los primeros capítulos de la Biblia nos hace conscientes de que “no somos Dios, que la tierra nos precede y nos ha sido dada” como regalo precioso; la actitud lógica que brota ante esta certeza es la de sentirnos jardineros responsables que cuidan y mejoran su entorno para poderlo dejar adecuadamente a las nuevas generaciones.

 

Así lo ha hecho suyo toda la tradición de la Iglesia que tiene en San Francisco de Asís un buen exponente. En esa rica tradición de testigos, el lunes pasado honrábamos a San Benito, el fundador de la orden benedictina, que tuvo tanta influencia en nuestra cultura occidental con la presencia de los monasterios, todos ellos situados en lugares bellísimos y que han seguido cuidando y cultivando con esmero y responsabilidad. Ciertamente hemos de ver la naturaleza como un espléndido libro en el que Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad.

 

Os invito en estos días tan propicios a que, en contacto con la madre tierra, también nosotros  estallemos en un canto que combine la alabanza y el compromiso: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana madre tierra», «muéstranos nuestro lugar en el mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres creados».

Burgos rinde homenaje a la Virgen del Carmen

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El santuario de la Virgen del Carmen está siendo en la jornada de hoy un hervidero de personas que, como cada año, acuden a rendir homenaje a la Madre y Señora del Carmelo. Miles de fieles se han acercado a lo largo de la mañana para participar en las diversas celebraciones eucarísticas y se espera que, esta tarde, el trasiego de devotos prosiga hasta que, hacia las 20:15 horas, parta la procesión y rezo del Rosario por el paseo del Empecinado; acto que suele concitar cada 16 de julio a numerosos burgaleses.

 

También el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, se ha desplazado hasta el santuario para presidir la eucaristía de las 11:30 horas en la que ha calificado como «una fiesta muy entrañable». La devoción a la Virgen del Carmen se remonta al siglo XII, cuando unos monjes eremitas comenzaron a formar una comunidad religiosa a los pies del monte donde se refugió en su día el profeta Elías. Con el paso de los años, el Papa acabó por aceptar la devoción a la Virgen del Carmen y, desde entonces, son muchas las instituciones religiosas que tienen que ver con esta advocación mariana. A todas estas realidades, y de modo particular a los padres Carmelitas, ha querido felicitar esta mañana el arzobispo, a los que ha añadido «los que trabajan en el mar» y «las que llevan el precioso nombre de Carmen».

 

En su homilía, el pastor de la diócesis ha asegurado que «celebrar esta fiesta supone también unirla con la vida cotidiana», para evitar dicotomías entre liturgia y vida que lleven a una «esquizofrenia espiritual». Así, ha animado a los presentes a «acogernos a la protección de María, hacer lo que Jesús nos diga y vivir como la única familia de los hijos de Dios». «Jesús nos regala a su madre en su testamento y nosotros tenemos que acogerla en nuestra vida y formar una única familia». «Aunque podemos, no debemos vivir aislados, sino que todos tenemos que ser hermanos», ha insistido.

2016 07 15 viernes: resumen de prensa

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Actualidad

La Junta de Castilla y León, en colaboración con las diócesis de la región y los patronatos provinciales de turismo, ofrece de nuevo el programa de apertura de monumentos:

Patrimonio

El Correo de Burgos dedica un artículo al patrimonio monumental localizado en el vale del Mena: