Llamados a trabajar por el bien común

por administrador,

 

El bien común es uno de los fundamentos de la vida social. Como nos recordaba el Papa emérito Benedicto XVI, «junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común. Es el bien de ese ‘todos nosotros’, formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social». Si nos desvinculamos de él, se destruye la misma sociedad y se hace imposible toda comunidad humana. El magisterio de los últimos Papas ha venido insistiendo en este elemento rector, como si quisiera hacer notar que hoy es fundamental redescubrirlo y adherirse en su búsqueda y empeño.

 

En efecto, podemos decir que no corren buenos tiempos para este principio. En la vida política, económica y social son abundantes las noticias que nos hablan de comportamientos alejados de esa búsqueda necesaria del bien común. En nuestras conversaciones afloran continuamente la preocupación por continuos sucesos de corrupción, escándalos económicos, comportamientos inmorales, miradas cortoplacistas, ausencia de diálogos y acuerdos políticos… Por otra parte, cierto egocentrismo e individualismo reinantes en nuestra cultura actual, olvidan que todos compartimos la existencia y que, como tal, nos necesitamos los unos a los otros para construir la vida a través de la convivencia, la solidaridad y las auténticas relaciones humanas. Así, de un modo u otro, los intereses y conveniencias individuales o de grupo se imponen sobre las necesidades del bien común.

 

Cuando esto sucede, se pone en serio peligro la propia democracia que se sostiene, si no quiere caer en una tiranía de las mayorías, en el compromiso por el bien común junto a los otros valores en que se nutre. También la vida social pierde su fundamento cuando se evapora de ella el bien común, porque ésta cobra su sentido en la apertura de cada persona al prójimo. Tampoco la persona puede encontrar su realización sólo en sí misma, prescindiendo de su ser «con» y «para» los demás. De esta manera la realización de un proyecto común unificador beneficia a todos y cada uno.

 

La apertura y búsqueda del bien común es pues tarea de todos, un deber y compromiso compartidos por cuantos conforman una sociedad. Cada uno de nosotros contribuimos y participamos en la construcción del bien común con nuestro trabajo y nuestra preocupación por los demás, por lo que es de todos. La propia Iglesia con todas su acciones, no sólo con las puramente caritativas o asistenciales, contribuye al bien común de nuestra sociedad de la que forma parte. Con su mensaje salvador favorece la construcción de una sociedad que se vertebre colocando a la persona en su centro, lo que constituye la fuente y el sentido último del bien común. Todo cristiano tiene el deber de trabajar por el bien común, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la vida social. Porque se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades reales. Es una expresión incuestionable de la caridad.

 

Sin embargo, la defensa y promoción del bien común es labor imprescindible de aquellos que ejercen tareas políticas y ostentan diferentes grados de autoridad en nuestra sociedad. Para los que ejercen estas labores, que siempre hay que recordar son de servicio, el bien común se convierte en la necesaria e imprescindible brújula de su actuar. Quizás por ello habría que recordar en estos momentos esas palabras del Papa Francisco: «la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación».

 

Es cierto que no es fácil definir en qué pueden consistir en cada momento los contenidos concretos del bien común. La enseñanza social, sin embargo, nos da dos pinceladas que nos pueden ayudar tanto a los que ejercen responsabilidades políticas como a todo ciudadano. Por una parte, trabajar por el bien común es cuidar y utilizar ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social. Por otra parte, el bien común consiste en la búsqueda constante de la creación de las mejores condiciones sociales posibles en cada momento para que cada persona y todas las personas puedan realizarse como tales. Condiciones que, como bien podemos entender, tienen mucho que ver con el desarrollo y compromiso real por los derechos humanos,  con  la preocupación por hacer que la sociedad sea un ámbito de dignidad para todos, de fraternidad, de justicia y de paz.

 

Así pues, os animo a todos, especialmente a la clase política, a que no olvidemos nunca este necesario compromiso por el bien común. Ello contribuirá a una mayor calidad democrática y a un mejor desarrollo social y humano. Sólo cuando cada uno de nosotros se viva ligado a los demás, considerándonos como hermanos, será posible una práctica social donde el bien común deje de ser una palabra abstracta y vacía.

Los jóvenes de la diócesis comienzan su curso pastoral siendo «capaces de soñar»

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Las palabras que el papa Francisco dirigió a los jóvenes de todo el mundo en la última Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia –«sed capaces de soñar»– fue el lema que ayer viernes dio cuerpo a la jornada de inicio de curso en la delegación diocesana de Infancia y Juventud. Tal como viene haciendo desde hace algunos años, varios jóvenes de la diócesis se dieron cita en la parroquia de San Martín de Porres para participar en diferentes talleres y asistir a la primera oración joven mensual del curso.

 

En la reunión, los jóvenes tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre cómo vivir la fe en comunidad, cómo explicitar su compromiso de fe en el ejercicio de la caridad y la necesidad de dar un sentido cristiano al tiempo libre por medio de los campamentos. Una jornada que concluyó con la primera oración joven de este curso.

 

Según el delegado de Infancia y Juventud, Agustín Burgos, el encuentro de ayer pretendía «vivir con especial empuje el nuevo curso en que la diócesis quiere poner en práctica su plan de pastoral con la ilusión que da la juventud y la fuerza del Señor». Un nuevo curso que quiere seguir la senda marcada por el último «en el que nos fijamos especialmente en la misericordia y la realidad del primer anuncio y los adolescentes y la educación en el tiempo libre y los campamentos».

 

La delegación de Infancia y Juventud alienta y anima la pastoral con niños, adolescentes y jóvenes en la diócesis. Además de sus encuentros, retiros espirituales, oraciones jóvenes, iniciativas de nueva evangelización, trabajan ya en una jornada de animación en la calle similar a la del año pasado, en la que los protagonistas serán los jóvenes educadores y discípulos de Valentín Palencia, Emilio, Donato, Germán y Zacarías, recientemente beatificados. Será el 4 de noviembre.

Juan Manuel Madrigal, elegido asesor religioso de la Federación de Entidades Cristianas de Tiempo libre

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manuel madrigal

Madrigal, durante un campamento.

 

Durante la última reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, los obispos españoles han nombrado al sacerdote burgalés Juan Manuel Madrigal Arquero como asesor religioso de «DIDANIA-Federación de Entidades Cristianas de Tiempo libre». Con este nombramiento, Madrigal –que colabora en la Escuela Diocesana de Educadores de Juventud en Tiempo Libre como profesor de distintas materias desde 1988 y como consiliario desde 2003– acomapañará y velará por la explicitación del sentido cristiano en la labor de educación y a través del tiempo libre, representará a la Federación en los diferentes organismos eclesiales y formará parte de la comisión permanente de la Federación DIDANIA.

 

Didania es una federación de entidades cristianas de tiempo libre, cuya misión es coordinar y potenciar el trabajo en el tiempo libre educativo, la animación sociocultural y el voluntariado, tejiendo red para intervenir en la sociedad con un estilo y valores críticos y transformadores acordes con los planteamientos del evangelio. Fundada en 1977 como Federación de Escuelas de Educadores en el Tiempo Libre Cristianas, ha evolucionado hacia una plataforma federativa, Didania, que aglutina actualmente tanto a entidades de formación como a redes de centros de tiempo libre.

Felicitaciones sacerdotales

Además del nombramiento de Madrigal, ayer viernes tuvo lugar la posesión como canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Burgos del sacerdote Félix José Castro Lara. Fue en el contexto de una celebración familiar presidida por el arzobispo y acompañado de todos los capitulares. Al acto asistieron familiares, amigos y una representación de los feligreses de las distintas parroquias… El nombramiento de canónigo, en este caso, conlleva ser rector del Santuario de Santa Casilda y párroco de los pueblos cercanos.

 

Por otro lado, también ayer viernes, el hasta ahora rector del Seminario y actual párroco de San Gil, Fernando Arce Santamaría, defendió brillantemente la tesis doctoral dirigida por el profesor don Diego Zalbidea González en la Universidad de Navarra. Su tesis lleva como título «La custodia de los bienes de la Iglesia al servicio de la misericordia. Estudio práctico en la diócesis de Burgos».