Siguiendo el itinerario de su visita pastoral a la diócesis, el arzobispo, don Fidel Herráez, conoció el pasado fin de semana la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en una visita que se enmarca dentro de los actos conmemorativos del 50 aniversario de la parroquia.
El viernes 3 de febrero, se reunió por la tarde con los miembros del Consejo Pastoral y de Economía, que le dieron la bienvenida, y le presentaron su Programación Pastoral para este curso; posteriormente, presidió una asamblea parroquial, donde los diversos grupos parroquiales le explicaron la misión que llevan a cabo al servicio de la comunidad.
El domingo, 5 de febrero, pasó todo el día en la parroquia. Comenzó la jornada firmando los libros parroquiales. A continuación tuvo un encuentro con los padres de los niños de catequesis, a quienes dejó dos claves para vivir con sus hijos: la coherencia de vida y quererlos siempre. Posteriormente, visitó los grupos de catequesis, dialogando con los niños, que le hicieron muchas preguntas. Antes de la misa estacional, se reunió también con los 22 adolescentes que iban a recibir el sacramento de la confirmación.
El acto cumbre de la visita fue la celebración de la eucaristía en la que, además, la comunidad parroquial daba gracias a Dios por los 50 años de la creación de la parroquia. En su homilía, don Fidel aseguró que «a la eucaristía tenemos que traer la vida personal, la vida del barrio y las inquietudes de la gente…, y desde la eucaristía hemos de llevar a Jesucristo a la vida». Terminada la celebración, y después de saludar personalmente a todos los que se acercaron a él, participó en un aperitivo popular, momento en el que las cuatro asociaciones del barrio le dirigieron unas palabras de saludo y le entregaron una placa en recuerdo de su visita.
Por la tarde, visitó una residencia de ancianos, donde le esperaban con verdaderas ganas; allí, después de saludar a todos, rezó con ellos y les distribuyó la sagrada comunión. Por su parte, el arzobispo fue agasajado con un regalo que le entregaron. Finalmente, con el canto de la Salve a Nuestra Señora de Fátima, en la iglesia, finalizó la Visita Pastoral en la que el arzobispo ha dejado un recuerdo inolvidable por su cercanía, sencillez, disponibilidad, trabajo y, por supuesto, por su palabra de padre, pastor y hermano, tal como asegura el párroco de la misma, Lucinio Ramos.