Marcando el inexorable paso de la historia

El Papamoscas es casi tan famoso como la catedral que lo alberga. Conocemos el significado de este peculiar reloj que marca ya el tiempo que falta para celebrar el octavo centenario de la seo.
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Parece que tiene el rostro enfadado, quizás por ver correr el tiempo que incluso él mismo es incapaz de detener. Los minutos, las horas y los siglos pasan inexorables y él, con puntualidad milimétrica, indica a todos los que miran hacia esa ojiva elevada que el tiempo vuela. El Papamoscas es casi tan famoso como la Catedral que lo alberga, figura grotesca que visitantes y foráneos no dejan de contemplar cada vez que, a la hora en punto, hace sonar su campana abriendo la boca al ritmo de los tañidos.

 

El campanero Antonio Cano es el encargado de vigilar que el popular personaje dé las horas a su tiempo. Responsable del cuidado de las campanas de la seo, cuida del mantenimiento de la compleja mecánica que se oculta tras el reloj.

 

Con toda probabilidad, el Papamoscas estuviera en la Catedral entrado el siglo XVI. Según los documentos, en 1567 el Cabildo mostró su satisfacción a maese Pedro Relojero por la fabricación de un autómata que pagó por 1.325 maravedíes. Sin embargo, no fue este el primer reloj que tuvo la catedral. Las crónicas hablan ya de uno en 1384, realizado por el abad de San Millán y que costó 4.500 maravedíes pagados entre el Cabildo y la ciudad. Desde entonces, aquel reloj, instalado en el exterior de la torre norte de la catedral, tal como reflejan varios grabados, marcó la hora oficial de Burgos.

 

Casi un siglo después, en 1462, en varios documentos se amonesta al campanero de la Catedral porque aquel reloj «non andaba cierto». Así que, desde entonces, la Catedral contó con un relojero oficial, liberando del trabajo de dar cuerda a su mecanismo al campanero. En el siglo XVI, y siguiendo la moda de otras grandes catedrales europeas, el Cabildo optó por construir uno con movimiento escénico. Parece que el proyecto de un monje golpeando al toque de campana a un muchacho no agradó y el Papamoscas se convirtió en la opción elegida, siendo remodelado en 1743 y recientemente con las obras de rehabilitación integral de la Catedral, cuando el trabajo de los contrapesos fue sustituido por una instalación eléctrica, aun manteniendo su maquinaria original.

 

A pesar de su confusa historia, nadie mejor que este personaje con casaca roja y singular gorro sabe de los entresijos que guardan los siglos de nuestro primer templo. Sea como fuere, seguirá marcando inexorable las horas, contando los minutos que quedan para celebrar el octavo centenario de la Catedral.

Comentarios

Comentarios: 2

  1. Begoña

    Pues sí que tiene historia a mi me gustaría si alguien lo sabe que me diría lo que valía un Maravedíes gracias


  2. Felix

    Tenía que estar n poquito más iluminado


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