«Son un regalo que hay que cuidar»

San Antón o san Antonio Abad es conocido por ser el patrón de los animales. Son muchos los que cuentan con la compañía de estos en su vida, incluidos algunos sacerdotes de la diócesis.

 

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Los animales han estado siempre presentes en la iconografía cristiana y en la vida de santos y religiosos. A todos les suena «el perro de san Roque», un perrillo que asistió al santo llevándole rosquillas para alimentarle cuándo este enfermó de lepra. A san martín de Porres se le representa con frecuencia rodeado de animales como perros, gatos y ratones, a los que cuidaba, y qué decir de san Francisco de Asís, que directamente los trataba como «hermanos». Son solo unos pocos ejemplos que demuestran que en ocasiones, los animales pueden ser muy buenos embajadores de su Creador y una expresión de su bondad. Y por ello cuentan con su propio patrón, san Antón, cuya onomástica se celebra hoy y que muchos católicos celebrarán llevando a sus animales a bendecir. Con esta bendición cuentan también las mascotas de Eduardo Dorado y Alejandro Ruiz, dos sacerdotes diocesanos que además de disfrutar de la compañía de sus familias y feligreses, también cuentan con la de los animales con los que conviven.

 

A Eduardo, su gata Tinina le aporta tranquilidad y compañía, sobre todo teniendo en cuenta que vive solo. «A su manera sabe dar cariño y entretenimiento, ya que juego con ella de vez en cuando y transmite paz». Por su parte, a Alejandro Ruiz, párroco de la iglesia de Santa Cecilia de Espinosa de los Monteros, se le suele ver acompañado por Norbert, su perro. La presencia del animal supone «compañía» y también salud, ya que según Alejandro, «le obliga a salir a la calle y hacer ejercicio». También es un buen medio de socialización, ya que se ha convertido en «el perro del pueblo», pero sobre todo, Norbert es un «maestro» del que también hay que aprender: «ya me gustaría estar tan pendiente de Dios como el perro lo está de mí». Juan Velasco es otro cura diocesano que también está acostumbrado a la presencia de animales, ya que cuida de una granja en la que se encuentran conejos, gallinas, ovejas, cabras y cerdo, algo que siempre ha hecho «desde pequeño» en el pueblo. Explica que no se encariña mucho de ellos «porque son para lo que son, para comerlos», pero eso no quita que «haya que cuidarlos bien» y que les procure «una vida tranquila».

 

La encíclica «Laudato si» del papa Francisco expone algunas directrices en torno al trato que los cristianos han de procurar a los seres vivos, básicamente centrado en el respeto, y esto es algo que respaldan tanto Eduardo como Alejandro. «También son parte de la Creación. Son seres vivos, y Dios está en ellos. Hemos de crear una sensibilidad hacia ellos -especialmente los animales domésticos- y quererles; hacen mucho por nosotros, y merecen ese respeto», afirma Eduardo, mientras que Alejandro considera que, como «criaturas de Dios», «son un regalo y un tesoro que tenemos y que hay que cuidar».

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