La lluvia, invitada en la procesión del Santísimo Cristo de Burgos

A pesar de la lluvia, numerosos burgaleses han participado en la procesión, recuperada hace pocos años y que se ha convertido en un emblema del Domingo de Ramos burgalés.
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El Santísimo Cristo de Burgos, también conocido como «el Cristo de las Santas Gotas», ha vuelto a desfilar como cada Domingo de Ramos. Eso sí, en esta ocasión con una invitada especial, la lluvia, que no ha impedido que la procesión saliera a la calle, aunque sí ha modificado sustancialmente su recorrido.

 

La réplica de la talla del milagroso Cristo ha salido de la iglesia de San Gil Abad pasadas las ocho de la tarde. En ese preciso instante, las primeras gotas han hecho acto de presencia, mientras una saeta recordaba los dolores que sufrió Jesús. La imagen ha recorrido después la calle San Gil, Arco del Pilar, Laín Calvo y Avellanos, para volver de nuevo al punto de partida. Se ha llevado a cabo así una de las primeras procesiones penitenciales de la ciudad. Y es que, con el Domingo de Ramos, la Iglesia da por inaugurada la Semana Santa, recordando ya la Pasión de Cristo, después que esta mañana conmemorara su entrada triunfante en Jerusalén a lomos de una borriquilla en una procesión en la que también la lluvia ha hecho acto de presencia.

 

En el desfile de esta tarde, organizado por la Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y de Nuestra Señora de los Dolores, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, han participado la bandas de cornetas y tambores de esta cofradía, acompañada de la agrupación musical de Jesús Crucificado, y representantes de otras cofradías y hermandades penitenciales de la ciudad. Numerosos burgaleses, paraguas en ristre, tampoco han querido perderse la cita.

 

Milagrosa y venerada imagen

 

La imagen del Santísimo Cristo de las Gotas está vinculada a san Juan de Mata, fundador de la Orden de los Padres Trinitarios, y al convento de la orden que fundó en 1207 en un solar contiguo al arco de San Gil. Según la tradición, la talla del Cristo fue donada por el papa Inocencio III. Tras la desamortización de Mendizábal, la imagen se venera en la parroquia de San Gil desde febrero de 1836.

 

La imagen destaca por la cantidad de heridas que presenta. Todo el cuerpo está salpicado de pequeñas laceraciones de las que manan gotas de sangre. Cuenta con corona de espinas. El paño de pureza es natural y va sobrepuesto pero, a diferencia de la imagen de la catedral, no es de tipo tonel o faldellín sino de pliegues y anudado a la izquierda. La cruz es un madero tosco y pesado sin adornos.

 

Según cuenta la tradición, en 1366, en plena guerra de sucesión entre Pedro I y Enrique II, el convento que albergaba la imagen se vino abajo, golpeando la cabeza del Cristo. En ese momento, manaron gotas de sangre que se recogieron en un sudario conservado en la parroquia de San Gil. Desde entonces, son varios los milagros atribuidos a la imagen.

 

Más: galería fotográfica de la procesión

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