El arzobispo a los sacerdotes: «Sed el sabrosísimo gusto de Dios»
La fiesta de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, ha convocado en el Seminario de San José a los sacerdotes de la diócesis para «celebrar el gozo de la fidelidad de Dios, de la vocación, de vivir como Iglesia, de servir al pueblo de Dios que camina en Burgos, de salir a anunciar el evangelio como discípulos misioneros y para celebrar los frutos del Espíritu en nuestras vidas». Así lo ha manifestado el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, que, además de presidir la eucaristía de la jornada, ha sido uno de los homenajeados por su cincuenta aniversario de ordenación sacerdotal.
En efecto, en la fiesta de este doctor de la Iglesia, los sacerdotes de la diócesis reconocen de modo particular a quienes, de entre ellos, cumplen sus 70, 60, 50 y 25 años de entrega ministerial [ver listado completo de los sacerdotes jubilares]. Igualmente, la celebración cuenta con otros momentos para la formación, con una ponencia, y la convivencia, a través de una comida de hermandad.
Durante su homilía, el arzobispo ha asegurado que el de Burgos es un «presbiterio excelente» y «sencillo, que no busca las recompensas humanas». Un clero al que don Fidel a asegurado querer «hondamente» y al que ha animado a «mirarse en el Buen Pastor para que nosotros seamos buenos pastores».
En este sentido, ha animado a los sacerdotes a «no instalarnos», a continuar siendo «mediadores de la vida de Dios» y «estar cercanos a las ovejas», también de aquellas que «no forman parte del día a día de nuestros ambientes eclesiásticos». Para el pastor de la diócesis ello «no supone ninguna heroicidad», sino que forma parte del propio ministerio sacerdotal: «Nuestra vida es un regalo –ha reiterado en varias ocasiones–, siempre tiene que ser un don para los demás». Por ello, ha concluido su alocución invitado al clero burgalés a «ser el sabrosísimo gusto de Dios».
«La madurez es un verbo, no un sustantivo»
La eucaristía ha sido el plato fuerte de una jornada que arrancaba con una ponencia a cargo de Stefano Guarinelli, sacerdote milanés que ha centrado su intervención en la «madurez sacerdotal». En un tono distendido, este ingeniero, teólogo y psicólogo ha asegurado que la madurez en el sacerdote «es algo dinámico, no estructural», si bien las estructuras y el contexto social influyen en su desarrollo. En este sentido, ha asegurado que el sacerdote debe guardar equilibrio entre las distintas personalidades adquiridas a lo largo de su vida, haciendo que «cada una de ellas pueda respirar», siendo «adultos y niños al mismo tiempo».
Más: galería fotográfica de la jornada