Nuevo sacerdote: «La gente espera mucho de nosotros porque necesita a Dios»

La diócesis contará desde el sábado con un nuevo sacerdote: Jesús Varga Andrés. A pocos días de su ordenación nos cuenta cómo afronta este momento y cómo imagina su futuro ministerio.
Jesús, durante alguno de sus cursos en Jerusalén.

Jesús, durante alguno de sus cursos en Jerusalén.

 

Jesús Varga Andrés nació en Burgos en 1993. Es el pequeño de tres hermanos y siempre ha vivido en la capital. Su parroquia ha sido la Inmaculada Concepción, en Gamonal. Fue monaguillo desde niño y entró al Seminario con 12 años, en septiembre de 2005. Los tres últimos años los ha pasado en Roma estudiando Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico. Ha colaborado en las parroquias de San Pedro y San Felices, San Julián, San Lesmes y San Gabriel de la Dolorosa en Riano, Italia, a las afueras de Roma, desempeñando varias tareas pastorales. También le gusta la música y ha ayudado en los coros de estas parroquias. En el Seminario fue, junto a sus compañeros, fundador del grupo de rock cristiano Pescadores de Hombres y llegaron a componer un musical vocacional con el título A corazón abierto. Fue ordenado diácono el 1 de Julio de 2017 y el próximo 30 de junio será ordenado sacerdote en la catedral.


¿En qué momento Dios se cruza en tu vida y sientes la vocación al sacerdocio?

 

Aunque entré muy pronto en el Seminario, la llamada de Dios tuvo lugar más adelante, cuando yo tenía unos 16 o 17 años. Estaba saliendo de la edad del pavo y, a través de ciertas experiencias, Dios me fue tocando el corazón poco a poco. Lo primero de todo fue la experiencia de hacer voluntariado en el Cottolengo del valle de las Hurdes, que es un lugar donde cuidan a las personas más enfermas y más pobres; yo fui obligado a ir por mi formador del Seminario, pero allí descubrí la belleza de dar sin recibir nada a cambio, de entregarse a los demás gratuitamente: me sentí muy feliz ayudando a aquellas personas, algunas de las cuales eran muy jóvenes y tenían graves enfermedades. Ahí Dios entró en mi vida y rompió la burbuja de comodidad en la que vivía.

 

¿Te resultó fácil dar el sí al Señor?

 

Desde luego que no. Al principio era un no rotundo. Yo me fijaba mucho en lo que tenia que dejar atrás, en lo que tenía que renunciar, como la carrera que quería estudiar, en mis amistades, en mi bienestar, por responder sí a la vocación a la que Dios me llamaba. Veía todo como una gran renuncia, hasta que con el tiempo me di cuenta de que en realidad era una entrega y que era mucho más grande aquello que recibía de Dios que aquello que dejaba.

 

¿Cómo has vivido con tu familia y amigos este proceso de vocación sacerdotal?

 

Mi familia desde el primer momento me ha apoyado y ha estado muy cerca en los distintos pasos que he ido dando. Admiro la generosidad de mis padres porque se fue mi hermano mayor al Seminario, el mediano y después el pequeño. Ellos siempre han estado abiertos a dejar crecer en la familia la vocación al sacerdocio. Mis hermanos fueron el ejemplo que seguí al entrar de pequeño en el Seminario, y hoy lo siguen siendo. Para mis amigos hubo diferencias: algunos me apoyaron desde el primer momento y otros lo calificaron como decepcionante y me decían que estaba desperdiciando la juventud y la vida. Pero es cierto que mis amigos también han vivido muy de cerca el desarrollo de mi vocación.

 

¿Cómo palpas desde tu propia persona lo que la sociedad espera del sacerdote de hoy?

 

Ciertamente, espera mucho. Veo en muchas ocasiones que estamos en el punto de mira tanto de lo que decimos como de lo que hacemos. Y es que esperan de nosotros porque necesitan de Dios, y en nosotros pueden ver a Dios actuar. A través del sacerdote buscan ver un Dios cercano y encarnado en los problemas que vive el hombre de hoy.

 

Cuento con la ayuda de los laicos para trabajar lo mejor posible; cuento con sus fuerzas, con sus consejos y seguro que aprenderé mucho de ellos. Les pido paciencia y comprensión.

 

¿La formación en el Seminario sirve realmente para la vida, o resulta demasiado teórica?

 

Es verdad que muchas veces se queda en teoría, y de la teoría a la práctica va un trecho. Pero la formación es muy importante: el sacerdote de hoy debe ser una persona muy preparada para dar respuestas y sobre todo para dar testimonio con su vida. Y por eso, el Seminario es muy importante, aunque es cierto que no debe ser una burbuja alejada de la realidad. A veces se proponen ideales inalcanzables y no podemos olvidar que tenemos los pies en la tierra.

 

¿Qué ha supuesto para ti la experiencia vivida en Roma?

 

Un gozo y una suerte. Vivir en el corazón de la Iglesia universal y tan cerca del Papa te hace mirar más allá y ver que la Iglesia no es solo tu diócesis o tu parroquia, sino que es muy grande y con mucha variedad de culturas. Además, el estudio de la Biblia me encanta, porque es muy útil y provechoso para la vida personal y seguro que también lo será para el futuro.

 

¿Algún mensaje especial del papa Francisco a los nuevos sacerdotes?

 

Recuerdo unas palabras que nos dirigió en una audiencia el año pasado: el desafío permanente es superar el individualismo, vivir la diversidad como un don, y buscar la unidad del presbiterio, que es signo de la presencia de Dios en la vida de la comunidad. Presbiterio que no mantiene la unidad, de hecho, echa a Dios de su testimonio.

 

¿De qué manera afrontas el reto de atraer a los jóvenes a la Iglesia?

 

Con mucha ilusión y ganas. Son el futuro y son la fuerza que necesita la Iglesia en estos momentos. Para mí, son la prioridad.

 

¿Qué les pides a los seglares, con los que tendrás que compartir tu trabajo en el día a día?

 

Que cuento con su ayuda para trabajar lo mejor posible; cuento con sus fuerzas, con sus consejos y seguro que aprenderé mucho de ellos. Les pido paciencia y comprensión.

Comentarios

Comentarios: 1

  1. Isabel Vique Sanchez

    Muy buena persona no, lo siguiente.Buen amigo,buen seminarista… deseo que sigas siendo servidor sencillo y disponible. Estaré a tu lado en la oración aunque haya km se de por medio. Un abrazo y mi oración siempre.


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