
Jesús, en el centro, junto con varios niños feriantes.
Burgos ha estado estos días de fiesta, y la feria que ha acompañado a los festejos continua instalada en la ciudad. Para muchos, este es un lugar de esparcimiento, juegos y ocio, y para otros, la feria es su mundo y su trabajo. Ellos son los «artesanos de la alegría», nombre con el que denominó el Concilio Vaticano II a los feriantes y personas que trabajan en los circos, y estableció entonces que, dada la vida itinerante que llevan, se debía hacer un esfuerzo por parte de las diócesis por adecuarse a su realidad. Una adecuación que implica facilitar el acceso a los sacramentos, además de escuchar y atender sus necesidades, y con esta idea nació el Departamento de Pastoral para Ferias y Circos.
Cuando pasan por Burgos, los feriantes ya saben quien les espera: Jesús Segura, laico y padre de cuatro hijos que desde hace 26 años está al frente de este Departamento. A pesar de la veteranía, se trata de una pastoral poco conocida, pero que realiza una tarea impagable con los trabajadores de este mundo tan diferente.
Preguntado sobre los motivos que le llevaron a implicarse de manera tan firme con ellos, Jesús responde con claridad. «Me enganchó esa forma diferente de vivir, tan radicalmente diferente a la nuestra, y tienen una alegría natural tremenda. Me sorprendió mucho que los valores familiares que manifiestan son mucho más fuertes que los que vemos en nuestra sociedad, y no digamos ya en el entorno del circo, donde la importancia de la familia es mucho mayor. Y hay que destacar también el altísimo concepto de la honestidad que tienen. Jamás he tenido problemas con los feriantes. Cuando llegan a la ciudad se encuentran con un ambiente hostil y son considerados de poco fiar por muchos, y lo cierto es que es más bien la gente de la propia ciudad quien aprovecha el tumulto de la feria para robar o provocar otro tipo de problemas».
Un mundo muy competitivo
La labor pastoral de Jesús y los voluntarios que le acompañan se centra sobre todo en los niños y jóvenes que viven en este entorno. «Son niños difíciles, ya que conviven con un entorno competitivo, violento y ruidoso. Desde muy pequeños tienen que desenvolverse de manera autónoma y les toca aguantar a borrachos y todo tipo de gente que se acerca a la feria. Vienen con sus familias a trabajar, y por eso hacemos actividades de ocio y tiempo libre con ellos». Por las mañanas levantan tarde (porque se acuestan tarde), y están con sus familias.
Sin embargo, a partir de las cinco de la tarde empieza el bullicio y los padres se preparan para atender a todos los que se acercan a la feria, y es aquí cuando Jesús y los voluntarios se acercan a estar con los chicos. «La alternativa que tienen si no les atendiésemos es la de quedarse en la caravana viendo la tele o dando vueltas por la feria. Así que nuestra labor consiste en sacarles de allí para que participen en juegos y deportes». Por suerte, Jesús contará este año con la colaboración de voluntarios y del Ayuntamiento, lo cual «es un apoyo genial», y que se sumarán a los voluntarios con los que ya cuentan y que son amigos de sus hijos mayores.
Evangelizar en este mundo no es fácil, ya que es muy materialista y competitivo, y la religiosidad presente es de carácter popular. «Y son muy agradecidos; cuando ven que alguien llega para ayudarles completamente gratis, la reacción es de mucho agradecimiento. Y realmente yo lo hago así: los que he recibido gratuitamente, lo tengo que dar también de manera gratuita, esta es mi manera de ser cristiano. Saben que de manera incondicional estoy allí, por lo que acuden a mi para buscar todo tiempo de consejos y ayuda».
Pasado y futuro de la pastoral
Los orígenes de esta pastoral se remontan a los años 70, cuando la monja burgalesa y franciscana de Montpellier María Eugenia Alegre se percató del gran problema de escolarización en el que estaban sumidos los niños que vivían en las ferias. Así que decidió, con su propia caravana y acompañada de una hermana de su congregación, acompañar a los feriantes allá donde fuesen para abordar la educación de los pequeños. Posteriormente, con la unión del sacerdote Miguel Mendizábal, que además era payaso y estaba inmerso en el mundo del circo, lograron que esta labor estuviera estructurada desde la Conferencia Episcopal. El proyecto despegó y en los mejores momentos que ha vivido esta pastoral, ha llegado a estar instalada en 15 ciudades y contaba con un encuentro nacional. «Ahora sin embargo está todo un poco parado» cuenta Jesús. «Si mañana dejo esto, desaparece, y por este motivo se pidió por parte de Imagina Burgos una moción para que hubiese apoyo por parte del Ayuntamiento. Y es que esto ha de tener un seguimiento al margen de mi».