Los delegados de la diócesis, «una comunidad de acción llamada a servir»

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Como viene siendo habitual durante el primer trimestre del curso pastoral, el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, mantuvo en la tarde de ayer un encuentro con los delegados y directores de los distintos secretariados y departamentos que componen la pastoral sectorial diocesana. Una reunión en la que el pastor de la Iglesia en Burgos agradeció su trabajo y les animó en la «tarea fundamental que todos compartimos, que no es otra que anunciar la Buena Noticia».

 

El arzobispo dijo «conocer bien y querer» el ámbito de la pastoral sectorial. De hecho, recordó que fue delegado de Enseñanza en Madrid durante 18 años. De ahí que exhortara a los responsables de los 21 organismos diocesanos a «seguir siendo mediadores, colaborando todos en comunión».

 

Don Fidel aseguró a los presentes que, «en cierta medida», «están formando parte de la tarea episcopal y pastoral del obispo», «compartiendo la misión a la que el Señor me ha llamado» y que necesita de su colaboración para poder atender toda la realidad pastoral de la Iglesia en Burgos. «Sois un grupo especialmente llamado; una comunidad de acción especialmente privilegiada para servir» con un trabajo que, además, «tendrá su eco y repercusión en toda la sociedad». «Cada uno desde su función» –dijo–, «pero hemos de hacerlo juntos, en comunión, para que seamos puente de Dios para los demás y de los demás para Dios».

 

En la reunión, a la que también asistió el vicario de pastoral, José Luis Lastra, los responsables de los distintos departamentos del organigrama diocesano expusieron sus prioridades de acción para el presente curso pastoral. Igualmente, determinaron modos y caminos para que la actividad realizada pueda ser canalizada también a través de los medios informativos oficiales de la diócesis.

Misión, espiritualidad, formación y organización: los cuatro pilares de Acción Católica para este curso

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La Acción Católica General de Burgos ha celebrado el pasado sábado su asamblea anual en los locales de la parroquia de Santa María la Real y Antigua. Una reunión en la que han participado también varias personas que están empezando a participar en grupos de vida en sus respectivas parroquias.

 

En la reunión se han programado los objetivos y los medios para servir mejor a la evangelización en la diócesis. Una tarea desarrollada sobre cuatro pilares: la misión, la espiritualidad, la formación y la organización para poder dar a conocer a Jesucristo a través de la Iglesia diocesana y de la presencia de los laicos en diferentes ambientes y compromisos.

 

Este año, además, seguirán dando prioridad a la puesta en marcha de nuevos grupos parroquiales de niños, jóvenes y adultos. Para ello, volverán a poner en práctica el taller de acompañantes, promoverán una coordinación entre los diferentes grupos y acompañarán a las parroquias que están realizando este cambio hacia una catequesis y grupos parroquiales con una formación más vivencial, con el objetivo de promover procesos continuados de vida cristiana.

 

Además, los miembros de Acción Católica General desean seguir cuidando su vida de fe desde la oración y la formación cristiana a través de la creación de espacios de silencio.

 

La Iglesia española, en 2019, abrirá una reflexión sobre presencia pública de los cristianos, que preparará para la celebración de un Congreso de Laicos en Madrid en el año 2020. Desde Acción Católica desean estar atentos a esta reflexión y participar de ella. Un momento especial será el que vivan el próximo verano, cuando tendrá lugar un encuentro nacional sobre este tema, abierto a todos los laicos de parroquias que deseen participar.

 

Además de la programación, la reunión contó también con una comida de hermandad que dio paso a una tarde más distendida y abierta a otros laicos de parroquia que no forman parte de la asociación. En ella se dio a conocer la dinámica de los grupos y cómo son las reuniones.

El Arzobispado cede casas en núcleos rurales para destinarlas a alquiler social

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El arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, y el consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, han suscrito esta mañana un convenio de colaboración para rehabilitar y acondicionar casas propiedad de la Diócesis ubicadas en núcleos rurales y actualmente deshabitadas, con el fin de destinarlas a alquiler social a familias con dificultades económicas o en riesgo de exclusión. Una comisión mixta determinará qué cuatro inmuebles se destinarán a este fin, pero el arzobispo ha avanzado que será en la zona de Busto de Bureba y Cerezo de Río Tirón. La Junta de Castilla y León invertirá 200.000 euros en la recuperación de dichas viviendas, a razón de 50.000 euros por cada una de ellas, según ha anunciado el titular de Fomento. La Consejería ya ha firmado convenios similares con los obispados de León, Astorga, Ciudad Rodrigo, Palencia y Segovia.

 

Don Fidel Herráez ha expresado su alegría por «poder colaborar con la Junta de Castilla y León y salir al paso de una preocupación tan importante para la población como es el tema de la vivienda», por poder ofrecer las casas rurales que en la actualidad están vacías para contribuir a paliar otro problema, el de la despoblación del medio rural, y por contribuir a incrementar el parque de viviendas de alquiler social destinadas a las familias más necesitadas».

 

Apuesta por el mundo rural

 

El pastor de la diócesis, que ha explicado que muchas casas parroquiales situadas en pueblos pequeños van quedando vacías porque los sacerdotes que los atienden residen en los núcleos más grandes, ha puesto de relieve que «el trabajo que la Iglesia está realizando en el mundo rural es innegable, no solo por los servicios religiosos que presta, sino de conservación del patrimonio, de animación del territorio, de dinamización de la vida comunitaria».

 

Para ilustrar esta apuesta de la Iglesia por el mundo rural, el arzobispo ha anunciado que el próximo domingo se inaugurará la Casa Parroquial de Ibeas de Juarros (desde donde se atiende a diez poblaciones). Dispondrá de amplios salones y «prestará servicio a todos», ha subrayado, ya que estará destinada a todo tipo de actividades del pueblo y de la comarca. La diócesis ha invertido hasta ahora 540.000 euros en habilitar dicho centro.

 

A lo largo de 2017 y 2018 se ha intervenido en 15 casas parroquiales situadas en el medio rural, con una inversión de más de 358.902 euros. En concreto se ha actuado en Arija, Belorado, Sargentes de Lora, Sasamón, Villahoz, Villarcayo, Villatoro, Hontanas, Peñaranda de Duero, Salas de los Infantes, Hurones, Villamayor de los Montes, Cardeñadijo y en la ya mencionada de Ibeas. La presencia de los sacerdotes a tiempo pleno en el medio rural se sitúa en más de 70 casas parroquiales repartidas por toda la diócesis.

Los voluntarios, un signo de esperanza

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Con motivo del Día del Voluntariado, que se celebra el próximo 5 de diciembre, en este mensaje dominical deseo dirigirme a los voluntarios, que de modo tan generoso y tan variado entregan su tiempo y su ilusión para salir al encuentro de tantas realidades y personas en situación de necesidad. Los he encontrado de modo directo y personal en numerosas circunstancias, recientemente con ocasión de la Jornada de los pobres. En otras ocasiones los he ido recordando al comentar diversos aspectos de la vida diocesana. Hoy deseo referirme de modo global a esta hermosa realidad de nuestra Iglesia y de la sociedad en general.

 

A vosotros, queridos voluntarios, en cualquier campo que trabajéis, quiero expresaros nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestra esperanza. Debemos reconocer públicamente vuestra labor y vuestro testimonio para que no pasen desapercibidos en el cúmulo de noticias que nos invaden cada día. Debemos agradeceros vuestra generosidad y vuestro esfuerzo, porque renunciáis a otras actividades personales para ayudar a los más vulnerables. También debo deciros que sois un manantial de esperanza para todos, porque demostráis que es posible construir un mundo mejor.

 

Hay voluntarios de todas las edades, pero es estimulante mencionar expresamente el protagonismo especial de los jóvenes. En el instrumento de trabajo del reciente Sínodo de los Obispos, celebrado en Roma, se recogía esta constatación de numerosas Conferencias Episcopales: que frente a las contradicciones de nuestra sociedad hay que destacar la sensibilidad y el compromiso de muchos jóvenes que, bajo la forma de voluntariado, ofrecen su deseo y disponibilidad a asumir responsabilidades y a utilizar en favor de las causas más nobles sus talentos, competencias y creatividad. El Documento Final menciona también el voluntariado como un signo de esperanza.

 

Es impresionante y hermoso recordar todos los campos en los que trabajan los voluntarios: la cooperación al desarrollo, los inmigrantes y refugiados, los mayores solos y dependientes, los enfermos, las personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social, las mujeres maltratadas, las personas sin hogar o en situación penitenciaria, la sostenibilidad económica y el medio ambiente… Al contemplar este amplísimo panorama, san Juan Pablo II decía, en el Año del Voluntariado convocado por la ONU, que es «un rayo de esperanza que disipa las tinieblas de la soledad y anima a vencer la tentación de la violencia y el egoísmo». Frente a la cultura frecuente de la indiferencia, los voluntarios no sólo muestran que es posible otro tipo de sociedad sino que la van haciendo realidad.

 

Como voluntarios están comprometidas personas de las más diversas creencias e ideologías. Todas ellas hacen más humana nuestra sociedad. La Iglesia contempla con simpatía y admiración su aportación. Se alegra de modo especial porque los cristianos han sido con frecuencia pioneros en muchas iniciativas y porque siguen siendo una fuerza pujante y creativa, como manifestación espontánea de la fecundidad del Evangelio. Gracias a ello nuestra Iglesia se manifiesta viva, servidora y samaritana, ofreciendo protagonismo a muchos bautizados. Como dice el Papa Francisco a los voluntarios: «Entre las realidades más hermosas de la Iglesia os encontráis vosotros que cada día, casi siempre de forma silenciosa y oculta, dais forma y visibilidad a la misericordia. Vosotros sois artesanos de misericordia: con vuestras manos, con vuestros ojos, con vuestro escuchar, con vuestra cercanía… En las distintas condiciones de indigencia y necesidad de muchas personas, vuestra presencia es la mano tendida de Cristo al mundo» (Jubileo del Voluntariado, 2016).

 

Así pues, a vosotros voluntarios cristianos, yo también os animo a que viváis vuestro testimonio a la luz de la fe y a que lo purifiquéis y lo hagáis más fecundo estudiando la Doctrina Social de la Iglesia. Y a todos los que me escucháis os invito a que contempléis el voluntariado como una vocación abierta a todos, para «ayudar unos a sobrellevar las cargas de los otros» (cf. Gal 6,2) , pues todo bautizado puede contribuir a que la misericordia de Dios transforme nuestro mundo desde dentro.

«Disponibilidad para la acción, humildad para el servicio y perseverancia en la oración»

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El arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, ha presidido esta mañana la ordenación como diácono de Pablo Andrés Rodríguez Sancho, en una abarrotada parroquia de La Anunciación en la que le han acompañado, además de familiares, numerosos sacerdotes, diáconos, formadores de los Seminarios de San José y Redemptoris Mater, compañeros seminaristas y una gran representación de comunidades del Camino Neocatecumental, al que pertenece.

 

Durante su homilía, el arzobispo ha pedido a Dios para el nuevo diácono «disponibilidad para la acción, humildad para el servicio y perseverancia en la oración» y le ha recordado que su ministerio, como el del presbiterado y el mismo episcopado, no son para uno mismo sino para el servicio a los demás. «Tú sabes que te abres al Señor no para ganar ningún tipo de prestigio humano, sino para entregar tu vida, solo así será coherente tu diaconado. Nunca puede buscarse un estatus social, nuestro ministerio solo tiene sentido para estar abiertos a Dios y para servir a la Iglesia».

 

En referencia a los tres compromisos que hoy ha adquirido Pablo al recibir el primer grado del sacramento del orden sacerdotal (celibato, rezo de la Liturgia de las Horas y obediencia al obispo), don Fidel ha subrayado, en primer lugar, que el celibato es símbolo de su entrega al amor a Dios: «no renuncias al amor humano, te abres al amor más grande», y seguidamente le ha pedido que «no deje pasar un solo día sin estar disponible para la oración, oración de alabanza, oración de súplica, por la Iglesia y por la sociedad». En cuanto la promesa de obediencia, el pastor ha incidido en que consiste «en ser fiel no al obispo, sino a la Iglesia a través del obispo» y, dada la vinculación de Pablo al Camino Neocatecumental, le ha llamado a «unir equilibradamente ambas realidades, no orillar ninguna de ellas, sino unirlas, porque ambas forman parte de tu ser eclesial».

 

Más: galería fotográfica de la jornada