«Una JMJ bien vivida es como una vida en 10 días»
Un grupo de 49 personas, en su mayoría jóvenes de Comunidades Neocatecumenales de las parroquias de San Julián, La Real y Antigua, Fátima y San Martín de Porres, participó en la última Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Panamá. Una experiencia que difícilmente van a olvidar, porque «una JMJ no es un viaje o algo similar. Significa acudir en peregrinación a una llamada del Papa para con los jóvenes. Por eso conlleva salir de tu zona de confort para encontrarte con Dios», subraya uno de ellos, Juan Sanz Palacios.
Y es que Juan confiesa ser «un joven de pocas personas, al que le gusta moverse en ambientes cercanos y pequeños, y desde ese punto de vista, es incongruente que vaya a una JMJ. Hay momentos buenos, no tan buenos, incómodos, luchas… Pero Dios se encuentra contigo en todos esos momentos… si te dejas, claro. Una JMJ bien vivida es como una vida en 10 días».
Dos de sus compañeros de viaje, Jorge Porres y Sara Montes, destacan la acogida que recibieron por parte de las familias. «Para mí esta JMJ ha supuesto una experiencia muy distinta y bonita por el hecho de haber sido acogidos en casas en vez de ir de hotel en hotel. Te das cuenta realmente de lo humilde que es allí la gente, te dan siempre lo mejor que tienen, viendo cómo es su vida real», subraya Jorge. «Nos trataron desde el primer momento como si fuéramos sus hijos», apunta Sara.
Recuerdos
De los encuentros con el papa Francisco (participaron en el Viacrucis, la vigilia y la eucaristía) eligen como un momento especial la vigilia. Sara, por los testimonios que allí se ofrecieron. Juan, «por lo impactante de la escena»: «En la oración al Santísimo, todos los jóvenes se arrodillaron y estuvieron en un conmovedor silencio orando por todas las intenciones que se leían. Yo no suelo aguantar mucho arrodillado porque a la juventud, que siempre fardamos de comernos el mundo con nuestra fuerza y ganas, no estamos demasiado acostumbrados a sufrir, y en cuanto dicen que hay que estar de rodillas y en silencio de repente te pica todo el cuerpo, se te cansan las rodillas y casualmente vuelven extraños dolores de cualquier lesión pasada… Sin embargo, allí nadie se movió, no se rompió el silencio. Fue sencillamente único ver una campa con miles de jóvenes (que posteriormente no pararían de bailar y cantar toda la noche) en un silencio que llegaba a abrumar por lo solemne que era», relata.
Este joven destaca también el encuentro vocacional posterior a la eucaristía con el papa Francisco, en el estadio Rommel Fernández. «Ver que 700 chicos, 650 chicas y 600 familias, ante una llamada a dejar toda su vida –planes, amigos, proyectos, futuro, familia… para entregarla a Dios– se levantan y dicen “sí”, o dicho en contexto de JMJ, “hágase en mí según tu palabra” y no tienen miedo ni tristeza por ello, sino al contrario, están gozosos en medio de esa “locura”… Simplemente te llena de alegría».
De entre los mensajes del Papa, a cada uno de de estos jóvenes estudiantes se les ha grabado especialmente uno en concreto. Sara quedó encantada «con la forma de hablar, el ánimo y fortaleza que nos transmitió a los jóvenes, y también los consejos que dio a los mayores para saber tratar bien y no prejuzgar a los jóvenes, para intentar comprendernos y ayudarnos» y la frase que más le impactó fue que «los jóvenes no somos el futuro sino el presente».Por su parte, Juan asegura que todas las palabras del Pontífice le ayudaron y le gustaron mucho: «sobre tener una comunidad, sobre los estudios, sobre la vocación, sobre ser el presente… Pero creo que con esta resumo todo. No tener miedo a vivir el hoy, a dar tu vida por los demás cada día, a casarte, a ser “el raro”, a decir las cosas…». Jorge se queda con la alusión del Santo Padre a san Juan Bosco: «No hace falta irte hasta la China para poder ayudar a personas que necesiten una palabra de ánimo, empezando por la gente más cercana y cotidiana a nosotros. Nuestra misión como cristianos puede estar más cerca de lo que creemos».
Amalia
23 febrero, 2019 en 09:47
Es una maravilla y un milagro que jóvenes de hoy sean felices con Dios, cuando cada vez es más difícil hacerlo por como está el mundo y los obstáculos que nos ponen dentro de la misma iglesia.