Imagen del mes: La Resurrección de Jesús de Benson
La imagen que ilustra este mes de abril no podía ser otra que la Resurrección de Jesús, una de las tres obras de Ambrosius Benson que alberga el museo catedralicio, junto con la Piedad y la Ascensión. En esta pintura al óleo sobre madera de roble del Báltico hay siete escenas distribuidas en forma de seis miniaturas de apariciones, tres a cada lado de la figura central, que es el Resucitado a gran tamaño, que aparece erguido sobre su tumba. Con la mano derecha bendice y con la izquierda sostiene la oriflama.
Aunque los pintores flamencos de esta época conocían el texto de Pseudo–Bonaventura, en el que el Resucitado vestía túnica blanca, sin embargo, curiosamente le representan con una túnica roja que deja al descubierto sus cinco llagas como ostentatio vulnerum, conexión muy expresiva del Crucificado con el Resucitado. Alrededor de la tumba y en semicírculo se hallan los soldados que guardan el sepulcro de Jesús. Sus actitudes diversas son de movimientos forzados, de asombro, algunos caídos en el suelo, a otro se le erizan los cabellos. Sus armaduras, cascos, escudos, vestimentas tienen una decoración renacentista.
Quizás lo más llamativo y original de esta obra sea que tras la Resurrección de Jesús la tumba sigue sellada, recordando el texto de Mt 27,66. Se llama la atención del espectador en este punto mediante una pieza metálica que une ambas partes de la tumba. La aparición del Resucitado a María es la primera escena de las seis miniaturas que contemplamos detrás de la figura principal y central del Resucitado. Las otras cinco corresponden a una aparición a todos los Apóstoles reunidos, dos apariciones en el lago de Tiberíades, en el que los discípulos están faenando, con muy bellas tonalidades de un luminoso azul, Emaús y Pentecostés.