El Seminario de San José acogió ayer el Encuentro Diocesano de Apostolado Seglar, una jornada que tuvo su epicentro en las aportaciones de la diócesis al Congreso Nacional de Laicos convocado por la Conferencia Episcopal Española para febrero de 2020. Alrededor de ochenta personas tomaron parte en esta cita anual, una cifra bastante superior a la registrada en los anteriores ediciones.
Tras la intervención de Roberto Calvo, consiliario de la Delegación de Apostolado Seglar, que hizo hincapié en el concepto de sinodalidad, la delegada, Lucía Ferreras, dio a conocer las conclusiones del trabajo realizado por movimientos y asociaciones, parroquias y arciprestazgos durante la fase preparatoria del Congreso. En ellas se recogen las aportaciones de trece asociaciones y movimientos, diez parroquias y dos arciprestazgos, al documento de trabajo estructurado en tres bloques: reconocer, interpretar y elegir. A partir de ese esquema, los grupos han estado reflexionando durante los últimos tres meses sobre la realidad eclesial en nuestra diócesis, sus avances y dificultades, luces y sombras, y sobre la vocación laical, y se han presentado propuestas para crecer personalmente y en la vida comunitaria, para impulsar la corresponsabilidad de los laicos en los órganos de participación eclesial y su compromiso en el mundo.
Luces y sombras
Entre los aspectos positivos, se destaca que hoy nos encontramos ante un laicado menor en número pero más consciente y auténtico, y también mejor formado, y que se va avanzado en descubrir el valor de la comunidad y un mayor sentido de Iglesia. Se constata, igualmente, una mayor actitud de apertura en las parroquias y una mayor cercanía y colaboración entre laicos y sacerdotes. Cabe resaltar también el avance arciprestal en el sentido comunitario entre las actividades evangelizadoras y las ofertas culturales, lo cual hace que se vea con esperanza el impulso de los caminos sinodales, y también se pone de relieve que hoy los laicos están más abiertos a los problemas sociales y que el tener conciencia de ser una Iglesia en salida empuja a una mayor presencia de la Iglesia en las periferias, buscando la cooperación y las sinergias con otras personas y movimientos.
No ha faltado la reflexión sobre las sombras y los obstáculos con los que el laicado se encuentra para la vivencia plena de su vocación: el individualismo social y eclesial, la falta de un encuentro personal con Jesús, el descenso progresivo de feligreses y su avanzada edad, un excesivo clericalismo o falta de acompañamiento, formación y reflexión para descubrir la importancia de la vocación laical, entre otras dificultades.
Por último, se han formulado propuestas para cumplir la misión a la que el laico está llamado: cultivar la espiritualidad laical, el sentido eclesial y la pertenencia, potenciando la dimensión comunitaria, buscar la comunión y la corresponsabilidad desde los diversos acentos, carismas y espiritualidades, promover la integración de los laicos en movimientos y asociaciones y su participación en los organismos eclesiales y favorecer procesos de formación, entre otras.
La sesión matinal concluyó con el trabajo en grupos sobre estas conclusiones, del que han surgido nuevas reflexiones y propuestas que se incorporarán a las aportaciones que la diócesis envíe en el mes de octubre a la Conferencia Episcopal.
Tras la comida, se proyectó un documental de Promoción Solidaria y Consuelo Rojo, directora del Secretariado de Trata, ofreció una presentación del programa Betania y la realidad de las víctimas de prostitución y trata en nuestra provincia. El encuentro concluyó con la Vigilia de Pentecostés, presidida por el vicario de Pastoral, José Luis Lastra.
Hoy, fiesta de Pentecostés, la Acción Católica y el Apostolado Seglar celebrarán su día con una eucaristía en la Catedral, presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas.