Fallece el sacerdote burgalés Leoncio Bravo Pérez

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Esta tarde, tras la eucaristía por su eterno descanso, celebrada en la parroquia de Santa Águeda de la capital burgalesa, el cuerpo sin vida del sacerdote Leoncio Bravo Pérez ha sido sepultado en la localidad de Carcedo, su pueblo natal.

 

Nació allí el 1 de agosto de 1932. Siendo niño partió con los franciscanos a Latinoamérica. Fue ordenado sacerdote el 16 de julio de 1957 y ejerció el ministerio sacerdotal como misionero en tierras de Perú, Honduras, Guatemala y el Salvador y finalmente en New York. A su regreso a Burgos fue párroco de Tordómar y servicios y de Coculina y servicios.

 

La diócesis acompaña en estos momentos de dolor a su familia y amigos a la vez que pide a Dios, «que comenzó en él la obra buena, él mismo la lleve a término». Descanse en paz.

Bautizados en la fe y enviados a evangelizar

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Escucha aquí el mensaje

 

El próximo 13 de julio nos reuniremos en Roa para celebrar la cita anual del Día del Misionero Burgalés. El lema que hemos escogido es: «Bautizados en la fe y enviados a evangelizar». Este encuentro servirá para orar por nuestros misioneros. También para dar gracias por el recorrido misionero de nuestra Diócesis que nos debe de estimular a mantener viva esta gozosa seña de identidad y a promover las vocaciones misioneras hoy.

 

En 1919 el Papa Benedicto XV publicaba su encíclica Maximum Illud. Se trata de un documento fundamental en la teología de la misión, pues buscaba promover en las iglesias particulares las vocaciones misioneras y la formación de las vocaciones nativas. En conmemoración de este aniversario, el Papa Francisco ha convocado para el próximo octubre un Mes Misionero Extraordinario. Se trata de una iniciativa que busca favorecer el encuentro personal con Jesucristo, saborear el testimonio de los misioneros y promover la formación bíblica y teológica en torno a la misión y la caridad misionera.

 

Aquel documento encontró en Burgos la tierra abonada. Previamente, en abril de 1919, el mismo Papa Benedicto XV había dirigido al entonces arzobispo de Burgos Juan Benlloch una importante carta que ha marcado la idiosincrasia de nuestra Diócesis. Ya existía en nuestra ciudad el Colegio de Ultramar, fundado por el canónigo Gerardo Villota, en el que se preparaban sacerdotes diocesanos para las misiones. Pero con aquella carta, el Papa encomendaba a mi antecesor la tarea de «procurar que dentro de los muros de Burgos se formen aptos para el caso, jóvenes escogidos del Clero que se sientan llamados por Dios a evangelizar…».

 

Este encargo, balbuciente en sus inicios, no ha dejado de dar muchos frutos. El Seminario de Misiones, fundado en Burgos como cauce misionero del clero secular español, ha acogido desde los inicios a jóvenes provenientes de toda la geografía española, para ser enviados a los cinco continentes a anunciar la Buena Noticia del Evangelio. Este Seminario, que fue el núcleo central de todo el movimiento misionero de la Diócesis, sirvió para fundar y regular las Asociaciones de la «Santa Infancia», la «Propagación de la fe» y la «Unión Misional del Clero» en todas las parroquias.

 

Este dinamismo misionero ha enriquecido mucho a nuestra Iglesia diocesana. Hoy podemos decir que contamos con 646 misioneros en 68 países presentes en todos los continentes, lo cual ha configurado nuestra diócesis con un carácter aperturista y universal. Además, a través de nuestras instituciones seguimos colaborando con la actividad misionera de la Iglesia. La Facultad de Teología lo hace admirablemente en el campo de la formación. Ella es la encargada de la organización de semanas y simposios a través de su Instituto de Misionología y ofrece becas y formación para sacerdotes nativos. La Delegación de Misiones promueve la animación misionera en la infancia y juventud de la diócesis y vincula, a través de sus correos y contactos frecuentes, a la Iglesia diocesana con sus misioneros y sus trabajos y preocupaciones. A ello contribuye, como constato en mis visitas pastorales, la existencia de algún misionero en muchos de los pueblos y parroquias, que tienen la suerte de compartir durante sus tiempos de vacaciones los relatos de la vida misionera.

 

El encuentro que vamos a tener en Roa también nos posibilitará poder rendir un pequeño homenaje a todos nuestros misioneros por haber comprendido que la puerta del bautismo por la que un día entraron en la Iglesia no suponía adquirir derechos, sino aceptar el reto de ser enviados de Dios. Junto a los misioneros presentes, estarán muchos de sus parientes y conocidos, formando esa gran familia misionera que es nuestra Diócesis.

 

Como tal familia, «bautizados en la fe y enviados a evangelizar», nos encomendamos a Santa María, la primera misionera, para que Ella nos enseñe a vivir la fe con alegría y a proclamarla con esperanza a cuantos compartan con nosotros la vida de cada día.

«La catequesis está en crisis y es necesario adaptarla al momento actual»

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Puri Gallardo Pachón nació en Tudela (Navarra), pero lleva viviendo en Burgos 30 años. Casada y con una hija, cursó estudios de Magisterio pero trabaja como comercial especializada en una empresa de Burgos. Pertenece a la unidad parroquial integrada por Castañares, La Ventilla y El Salvador, donde desarrolla su actividad como catequista de niños de primera comunión. Además, pertenece a los grupos de Biblia y Liturgia de su parroquia y también es miembro del Consejo Pastoral Diocesano y de la Comisión Permanente del Consejo Arciprestal de Gamonal.

 

De todas sus actividades en la Iglesia, en la que se siente más realizada es en su faceta de catequista, «porque la catequesis es una vocación, es una misión que tenemos la obligación de cumplir», argumenta. «Para mí es muy importante enseñar el Evangelio a los niños, presentarles a Jesús y hacerles su amigo, esa es la gran misión del catequista y me siento muy bien en ello».

 

No obstante, reconoce que ser catequista no es fácil, «hay muchos momentos en los que el catequista lo puede pasar muy mal; en mi caso de las catequesis de primera comunión, veo muchas cosas que me duelen porque hay niños que parece que solo buscan el acto social que lleva consigo el sacramento, pero nada más, y únicamente parecen pendientes de la parafernalia de regalos y convites que las familias organizan con motivo de la comunión de sus hijos. Es muy triste para el catequista ver a niños que no han ido nunca a misa con sus padres y que, aunque vienen este año, lo afrontan como un requisito, pero sin voluntad de volver a la parroquia el próximo curso».

 

De hecho, «en torno al cincuenta por ciento no regresa a la parroquia, muchas veces menos, y eso es un grave problema que debe hacernos buscar soluciones urgentes, alternativas en nuestras parroquias para que se sientan atraídos para continuar y su es preciso deberemos unirnos unas parroquias con otras para programar actividades. Además, necesitamos más catequistas. Este es el panorama».

 

Frente a esas situaciones, Puri considera necesario que el catequista esté preparado para superarlo, aunque piensa que «el catequista está hecho de una pasta especial para saber encajar las dificultades, que son muchas». «Es necesaria una formación permanente», añade, «pero sobre todo la oración para salir de estas situaciones, llevar a Jesús dentro y sentir su fuerza es fundamental, porque nos dará seguridad y sobre todo alegría. El catequista debe ser alegre, sin trasmitir alegría no podemos conseguir nada».

 

Existe, en su opinión, «crisis de todo, de catequistas y de la catequesis como estructura». Puri relata que estuvo en un congreso internacional de catequistas que se celebró en Roma y en el que se palpó una realidad muy compleja, «donde la conclusión fue que necesitamos afrontar una nueva evangelización, lo que requiere estar bien preparados y tener las ideas muy claras. El mensaje del Evangelio es el mismo pero los tiempos han cambiado y debemos saber trasmitirlo. El papa nos pide creatividad y sobre todo alegría para trasmitir el evangelio en estos tiempos de crisis en la Iglesia».

 

Necesitamos un lenguaje nuevo con los niños, un lenguaje claro, directo, atractivo, adaptado a los nuevos tiempos

 

Cada año, constata, cuando acaba la catequesis en las parroquias, siempre hay dos o tres catequistas que deciden no continuar «porque no están dispuestos a seguir pasándolo mal o ven muchas dificultades». En su unidad parroquial llevan varios años con un modelo de catequesis en el que alternan una semana los catequistas y otra los padres. Esa fórmula funciona, cuenta, «porque supone implicar a los padres en la catequesis, lo que me parece muy importante, aunque también hay que pedirles implicación en cuanto a su formación, no vale solo con la buena voluntad y disposición, es necesario que los padres se comprometan en su propia formación, que la parroquia les ofrece, para poder trasmitir el Evangelio a sus hijos», recalca.

 

Puri es partidaria de que la catequesis se imparta en domingo, «que es el momento importante de la semana para los cristianos y además es también importante que la catequesis vaya acompañada de la Eucaristía, porque refuerza lo que hemos enseñado a los niños. Está comprobado que un buen número de niños que van a catequesis en días de diario luego faltan a misa los domingos. Además, para los catequistas también es mejor la catequesis en domingo, porque durante la semana tienen otras obligaciones y es difícil compaginarlas.

 

En cuanto a los cambios que sugiere, le parece evidente que «necesitamos un lenguaje nuevo con los niños, un lenguaje claro, directo, atractivo, adaptado a los nuevos tiempos. Y también es necesario un compromiso mayor de los laicos con la catequesis, en su preparación y disposición para esta tarea de evangelización que es fundamental en las parroquias. El objetivo es claro, debemos conseguir que el niño salga alegre de la catequesis, que sienta ganas de volver, que seamos capaces de presentar a Jesús en clave optimista, para hacerle la vida feliz. Esa es nuestra misión como catequistas y está claro que hay mucho que mejorar».

 

Partiendo de la base de que la catequesis no es una clase de religión, considera que «la clase de religión sí puede ser parecida a una catequesis y supone una ocasión muy buena para la formación cristiana a los jóvenes. Por eso es importantísimo tener buenos profesores de religión, que no impartan la asignatura por obligación sino por vocación. Y que tanto los responsables de la educación como los padres entiendan que tan importante como las matemáticas o el inglés también lo es la religión».

 

 

 

«El misionero laico no tiene un verdadero reconocimiento»

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«No se puede valorar el compromiso del laico por sus horas en la parroquia. El ‘laico comprometido’ no es el que trabaja en las ‘cosas de los curas’, sino el que quema su esperanza en la lucha por dar testimonio de su fe». Son palabras de Pilar Rodríguez Gómez en su la última conferencia de 72 Semana Española de Misionología, celebrada en Burgos los días 1-4 de julio. La religiosa de la Familia Misionera Verbum Dei hizo un recorrido por todos los documentos posteriores a la encíclica Maximum Illud rastreando el compromiso del laico en la missio ad gentes. No tenemos que esperar la presencia de especialistas, sino que «el laico se tiene que creer su misión y desquitarse del clericalismo».

 

A la vez que planteaba estos retos, reconoció la dificultad de una dedicación para toda la vida: «Estamos hablando de dos vocaciones: laical y misionera. No es fácil compatibilizar ambas sin una protección jurídica y económica que alcance a toda la familia».

 

Mons. Angel Garrachana, obispo burgalés en S. Pedro Sula (Honduras), ratificó esta misma opinión: «El misionero laico no tiene un verdadero reconocimiento. Se queda un poco solo cuando vuelve a su lugar de origen. De esta soledad, a veces no es consciente su propia iglesia».

 

La Semana de Misionología concluyó con la exposición de Dolores García Pi, presidenta nacional del Foro de Laicos, quien presentó el gran esfuerzo que se está realizando para el Congreso Nacional de Laicos que tendrá lugar el próximo mes de febrero, bajo el título «Un Pueblo de Dios en Salida». Tras su intervención, Mons. Francisco Pérez, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y arzobispo de Pamplona-Tudela, y Mons. Fidel Herráez, presidente de la Semana y arzobispo de Burgos, clausuraron la 72 Semana de Misionología y emplazaron a la siguiente edición, que tendrá lugar los días 6-9 de julio de 2020.

 

Durante la Semana se ha reunido la Comisión Episcopal de Misiones, presidida por Mons. Francisco Pérez, para presentar todas las actividades del Octubre Misionero, entre las que destaca el Congreso Nacional de Misiones que tendrá lugar ente los días 19 y 21 de septiembre. En dicha reunión se informó del encuentro de la OCSHA (Organización para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana) que tuvo lugar en Chile a finales de enero, con más de 40 participantes y la presencia del Director Nacional de Obras Misionales Pontificias, D. José María Calderón. Después de las diversas informaciones, el tema central de la Comisión Episcopal de Misiones fue la seguridad de los misioneros en África. El director de Obras Misionales Pontificias, secretario de la Comisión, está manteniendo contactos la Dirección General para África, dentro de la sede de la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores. Tras la muerte de tres misioneros en los que va de año, se está buscando dotar de más medios para una mejor protección de los misioneros españoles en dicho continente.

 

Asimismo, desde la Delegación de Misiones de Burgos se invitó al próximo homenaje a la misionera Inés Nieves Sancho, mártir en República Centroafricana, que tendrá lugar en la catedral de Burgos el sábado 6 de julio a las 19.30h.

 

La presente edición de la Semana Española de Misionología ha contado con una matrícula de cien personas y ha sido seguida por su canal en directo desde veinte países diferentes. Ha contado con la presencia de seis obispos españoles, dos de ellos en países de misión, y un italiano. Al cierre de la edición se contaba ya con más de tres millones de impresiones en Instagram, Twitter y Facebook.

2019 06 04 viernes: Resumen de Prensa

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