Programa de Personas sin Hogar: Mucho más que un techo

En los días más gélidos del año, nos acercamos hasta el programa de Personas Sin Hogar de Cáritas Burgos, para conocer cómo la Iglesia trabaja con este colectivo.
personas sin hogar

David Polo es el coordinador del programa de Personas sin Hogar de Cáritas Burgos.

 

El de Personas Sin Hogar es uno de los programas más importantes dentro de la estructura de Cáritas diocesana de Burgos y por el que pasaron, solo en 2018, 1.567 personas con un total de 11.630 intervenciones realizadas A falta de recopilar los datos del último año, que se presentarán en torno a la próxima fiesta del Corpus Christi, hasta noviembre de 2019 habían pasado por el programa 1.258 personas (928 en Burgos, 405 en Miranda de Ebro y 201 en Aranda de Duero). Para algunos, puede parecer una cifra excesiva pues, obviamente, no son tantas las personas que en nuestra provincia estén durmiendo a la intemperie, en plena calle.

 

Y es que, hasta el concepto ha cambiado. Hace unos años se hablaba de gente «sintecho», mientras que hoy en día se aboga por hablar de «personas sin hogar». Para David Polo, coordinador del programa de Personas Sin Hogar de Cáritas Burgos, tener un hogar va mucho más allá de tener un tejado. Es más, subraya, «el Estado podría abrir residencias y crear viviendas sin que por ello exista un verdadero hogar. Hogar es una palabra que proviene del latín y hace referencia a ese lugar en la casa en torno al cual las personas que vivían bajo el mismo techo se juntaban alrededor del fuego. Allí, junto a esa hoguera, se forjaban las relaciones humanas y nosotros aspiramos a eso, a que la gente tenga más que un techo y forme parte de la comunidad». Por eso, la misión del programa de Personas Sin Hogar no solo busca un techo para las personas que carecen de él, sino que pretende contribuir en esta tarea de crear relaciones y lograr la reinserción plena de las personas. En este sentido, su misión es también de sensibilizar a la sociedad convirtiéndose a modo de «denuncia profética» en medio de un mundo fuertemente individualista y excluyente. «O eso, o nos vamos al garete con nuestros propios pobres», matiza Polo, reafirmando que debe ser un trabajo de toda la sociedad y, de forma especial, «de toda la comunidad cristiana».

 

Proyectos

 

El programa de Personas Sin Hogar agrupa, por tanto, varios proyectos que comprenden diversos servicios de alojamiento (como el albergue o la Unidad de Mínima Exigencia), acompañamiento (como el proyecto «Hogares», personas que viven en pisos; «Volver a empezar», para personas que salen de prisión y carecen de una red social, o el centro de día Santa Luisa de Marillac) o encuentro con estas personas en sus propios ambientes, como el proyecto «Café Calor», con el que varios voluntarios salen de noche para encontrar a los transeúntes en los lugares puntuales donde suelen pernoctar. Junto a ello, a lo largo del año se realizan varias acciones de concienciación y sensibilización sobre la realidad de estas personas, como actos a pie de calle o, últimamente, la publicación de un libro que recopila 36 testimonios de algunas de ellas. El objetivo final del programa es acompañar a las personas que viven en situación de sinhogarismo para dotarles de la estructura necesaria que posibilite la salida de su situación y su inserción plena en la sociedad.

 

Carencias

 

A David Polo no le gusta hablar de «perfiles» entre los usuarios del programa pues, asegura, «cada persona tiene su propia problemática y es muy difícil generalizar». Aún así, a grandes rasgos, señala que las personas que se benefician del programa suelen «estar perdidas, desorientadas y sin una red real y social de personas y amigos». También constata una «falta de habilidades» entre los usuarios, bien porque las han perdido o porque nunca las han adquirido, así como «apatía o falta de interés por muchas cosas, incluso a veces por la propia vida»; y la «anomia» o ausencia de normas que les hacen complicado retomar horarios, rutinas y una cierta disciplina básica diaria.

 

Como aspectos menos generalizados también señala algunos problemas de salud mental o la vinculación con algún tipo de policonsumo de alcohol y drogas y, últimamente, adicción al juego, un factor que está creciendo y «nos comienza a alarmar». En cuanto a las cifras, se constatan algunos aspectos preocupantes, como el aumento de jóvenes menores de 35 años (el 21% del total) y de mujeres (el 9%, un punto más que en 2018). Además, el 59% de los usuarios del programa son de nacionalidad española seguidos de ciudadanos europeos y latinoamericanos. Datos que manifiestan que la vivienda se está convirtiendo en «un derecho inaccesible para muchas familias» y que «la exclusión social se está enquistando también entre los más jóvenes».

 

Algunos creen que si alguien llega a esta situación es «porque algo habrá hecho». Sin embargo, Polo matiza que «no se puede culpar y, si nosotros sostenemos esa afirmación es porque jugamos con ventaja. Ellos, sin embargo, carecen de referencias básicas que nosotros sí hemos tenido desde nuestra infancia. Lógicamente que si hubieran actuado de otro modo no habrían llegado a esa situación, pero carecían de referentes para haber optado por otras alternativas», concluye.

 

Sea como fuere, si las personas llegan al programa de Personas Sin Hogar es «porque algo ha fallado, porque ahí fuera es invierno y se siente frío, no solo físico, sino esos otros fríos y heridas que duelen de verdad». «Porque –argumenta el trabajador social– la persona es creativa por naturaleza, busca la trascendencia, quiere crecer. Si alguien ha llegado a esta situación de sinhogarismo es porque algo ha pasado y puede ser más o menos recuperable. Y para eso estamos nosotros aquí, no para juzgar a nadie, sino para dar a estas personas una segunda oportunidad. Queremos ofrecer respuestas y es ahí donde hay que trabajar y que ellos pongan de su parte, no tenemos una varita mágica para revertir la situación si ellos no quieren». Por eso, revela, «a veces es necesario darles un baño de realidad y decirles que se pongan las pilas, incluso con palabras que a veces no gustan. Somos como Jesús que dice a Lázaro “levántate y anda”».

 

Y es ahí donde el programa de Personas Sin Hogar presta su servicio de acompañamiento a sus usuarios. Un trabajo que es siempre «subsidiario», es decir, de colaboración con las administraciones públicas, los verdaderos agentes de revertir la situación. De ahí que sea un programa conveniado con los ayuntamientos –en concreto con los de Burgos, Aranda y Miranda– que tienen la competencia en esta materia. «Nosotros somos centro de acogida. Si esa persona está empadronada en Burgos, su caso recae directamente en los servicios sociales, con los que trabajamos directamente, de forma coordinada y muy profesional». Mientras las administraciones públicas se encargan de la problemática, «nosotros les prestamos aquí un tiempo más o menos indefinido de alojamiento. Y lo hacemos con flexibilidad, con una atención individualizada y siempre pensando en el beneficio de las personas y el bien de la sociedad».

Comentarios

Comentarios: 1

  1. Raquel

    Buenos dias… Hay una persona que pide el Lidl de la ctra Madrid y vive en la calle, yo estoy cuidando de su perro que se lo atropellaron y me pregunta que donde puede ir a asearse pero tiene otro perro con él. ¿Donde podría ir?
    Saludos
    Raquel