La Asamblea Diocesana, oportunidad para «una lectura creyente» a la crisis del coronavirus
La crisis provocada por el coronavirus ha suspendido muchas de las actividades pastorales puestas en marcha en la Iglesia en Burgos. Con todo, la Asamblea Diocesana iniciada el pasado mes de septiembre ha continuado su andadura a través de la vía telemática y sin reuniones presenciales, haciendo posible que 108 de los 297 grupos de Asamblea constituidos en la provincia (el 36%), hayan enviado a la secretaría sus conclusiones al primero de los cuadernos de trabajo y otros dos grupos hayan hecho lo propio con el segundo.
Sin embargo, es evidente que la marcha de la Asamblea también se ha visto resentida por el estado de alarma, lo que ha llevado al propio consejo episcopal y a los miembros de la comisión teológica y la secretaría de la Asamblea a replantearse el proceso sindodal emprendido. «Lo que hemos dialogado es cómo replantear el calendario y valorar la Asamblea como una oportunidad donde hacer, también, una lectura creyente de la realidad que estamos viviendo y preguntarnos qué aprender de esta crisis, qué nos puede aportar esto que estamos viviendo y cómo podemos dar una respuesta como Iglesia», argumenta José Luis Lastra, vicario de Pastoral.
Ahora, por su papel supervisor del proceso sinodal, será el Consejo Diocesano de Pastoral quien deba proponer, también de forma telemática y en los próximos días, cómo replantear el desarrollo de la Asamblea, pues, obviamente, las fechas programadas se pospondrán, probablemente hasta bien entrado mayo del año que viene. «La reflexión está ahora en plantear si suspendemos las reuniones hasta septiembre o podemos seguir trabajando de forma online o con pequeñas reuniones que no supongan riesgo», reflexiona Lastra mientras recuerda que a partir del próximo lunes se espera que reabran parroquias y templos para el culto público.
Mientras, la comisión teológica que está elaborando ya el tercero de los cuadernos de reflexión (sobre la presencia de la Iglesia en el mundo), se afana para integrar, en su reflexión, cómo el reto de la crisis sanitaria puede suponer también una oportunidad para la diócesis.