La «bella responsabilidad de anunciar la Buena Noticia» en estado de alarma

Un grupo de sacerdotes, en representación del presbiterio diocesano, ha participado esta mañana en la Catedral en la solemne Misa Crismal guardando las medidas exigidas por el «estado de alarma».
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«Tenemos la bella responsabilidad de anunciar la Buena Noticia aquí y ahora», «en estas circunstancias concretas que nos está tocando vivir», ha dicho el arzobispo, don Fidel Herráez, a algunos de los sacerdotes diocesanos reunidos en la Catedral para celebrar la solemne Misa Crismal. «Tenemos que estar al lado de estos hijos e hijas de Dios que están sufriendo en su salud, en su economía, en su trabajo y en sus situaciones familiares; Dios nos ha llamado y ungido para enviarnos a anunciarles la Buena Noticia de la salvación», ha insistido. De ahí que la Misa Crismal, celebrada esta mañana con estrictas medidas de seguridad, haya servido como una «puesta a punto», como una «necesidad ineludible de renovar nuestro compromiso de servicio a la Iglesia y la sociedad» por parte de los sacerdotes.

 

El arzobispo ha recordado a los presbíteros que han sido «llamados para ser mediadores» y que, en este contexto pascual y a las puertas de Pentecostés, su misión cobra un especial sentido: «Todo en nosotros ha de ser sacramento de salvación», ha subrayado a la par que ha recordado que la actual Asamblea Diocesana puede ser una ocasión para mejorar en su «compromiso con la Iglesia y la sociedad».

 

En la eucaristía, los sacerdotes han renovado las promesas de entrega a Dios, a la Iglesia y a los hermanos que realizaron el día de su ordenación presbiteral. La celebración ha tenido este año un carácter especial, no solo por no celebrarse el Miércoles Santo, sino por haberse llevado a cabo en unas condiciones especiales, con un reducido grupo de sacerdotes (miembros de los consejos Presbiteral y de Pastoral) en representación de todo el presbiterio y guardando las medidas exigidas por el estado de alarma, haciendo uso de mascarilla y cumpliendo con la distancia social.

 

En esta solemne eucaristía se han bendecido los óleos que se utilizarán a lo largo del año en los sacramentos del bautismo y la unción de enfermos y se ha consagrado el santo crisma, un aceite aromático símbolo de la pertenencia a Cristo, que se emplea en el bautismo, la confirmación, la ordenación sacerdotal y la consagración de basílicas e iglesias.

 

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