
El administrador apostólico, don Fidel Herráez Vegas, y el vicario para Asuntos Económicos, Vicente Rebollo, han presentado esta mañana la memoria de actividades y balance económico de la diócesis correspondiente al pasado ejercicio, como hace cada año con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, que se celebró el pasado día 7, con el lema «Somos lo que tú nos ayudas a ser». En nuestra diócesis en concreto esta jornada ha tenido un sabor especial, con la apertura del Año Jubilar, «un sabor agridulce», ha matizado Herraéz, «porque la situación es la que es», en alusión a la crisis sanitaria.
En esta jornada se nos recuerda que todos somos Iglesia y también la necesidad de contribuir al sostenimiento de la intensa actividad celebrativa, pastoral, misionera, educativa y social que nuestra Iglesia local desarrolla, a la que la diócesis destinó el pasado ejercicio casi 37 millones de euros. En Burgos, la labor pastoral está sostenida por 373 sacerdotes, 32 seminaristas, 986 catequistas, 663 religiosos, dos diáconos permanentes, 479 monjas y monjes de clausura y un gran número de laicos implicados en distintas tareas en sus parroquias, arciprestazgos, delegaciones sectoriales y movimientos eclesiales.
La actividad celebrativa se concretó el pasado año en 1.294 bautizos, 1.207 confirmaciones, 1.847 primeras comuniones, 318 matrimonios y 2.783 unciones de enfermos. Unas cifras que, ante la crisis sanitaria y a falta aún de datos oficiales, se verán notablemente disminuidas durante este año 2020.
La Iglesia en Burgos también despliega una amplia actividad en el ámbito educativo: cuenta con 23 centros católicos (cinco de ellos diocesanos) con un personal docente de 1.120 personas y más de 17.000 alumnos. Y si por algo destaca nuestra diócesis es por su gran tradición misionera: 585 burgaleses anuncian el evangelio en cinco continentes, sin contar con las familias en misión, que son ya nueve.
Otro de de los pilares de nuestra Iglesia diocesana es la actividad asistencial. Baste un dato: Cáritas cuenta con 731 voluntarios. Con un total de 46 centros sociales, el año pasado fueron atendidas un total de 34.246 personas y se desarrollaron 8 proyectos de cooperación al desarrollo. A estos proyectos sociales se destinaron más de 600.000 euros. Todo ello sin olvidar la ingente labor asistencial que viene desarrollando durante toda la crisis sanitaria.
La diócesis más transparente
Uno de los objetivos del Día de la Iglesia Diocesana es mostrar con claridad el modo en que la diócesis ha administrado sus recursos económicos. Precisamente en el mes de marzo, la Fundación Compromiso y Transparencia situaba a Burgos, junto a Bilbao, como la diócesis española que mejor cumple con los estándares de transparencia que demanda la sociedad civil. El pasado ejercicio la cuenta de ingresos ascendió a 36.890.277,60 euros, de los cuales 6.302,686,94 procedieron de aportaciones directas de los fieles y 23.588.549,51 de otros ingresos, partida en la que cobra especial lo aportado por subvenciones públicas corrientes. La otra gran partida fue la de la asignación tributaria, que ascendió a 5.055.013,86 euros. Por patrimonio y otras actividades ingresó 1.416.647,75 euros y sumó otros 527.379,54 como ingresos extraordinarios.
En cuanto a los gastos, la mayor partida se destinó a la retribución del personal seglar (14.801.920,80 euros). Le siguen los gastos en conservación de edificios y gastos de funcionamiento, que ascendieron a 11.586.890,82 euros. La retribución del clero supuso un desembolso de 4.692.085,38 euros y se destinaron 4.149.307,67 euros a acciones pastorales y asistenciales. Por último, se aportaron a los centros de formación 617.561 euros y se destinaron 1.056.365,98 a gastos extraordinarios. El total de gastos alcanzó los 36.900.277,60 euros, con lo que 2019 arrojó un déficit para la diócesis de 13.854,26 euros.
Primero, las personas
La diócesis, que ha hecho una proyección de lo serán las cuentas del ejercicio 2020-2021, calcula que este año ingresará entre un 35% y un 38% menos de lo previsto, debido al impacto de la pandemia (por colectas se espera una reducción en torno a 52%). Al cierre de los templos durante el confinamiento y la lenta reincorporación de los fieles al culto («aún no se ha recuperado la presencia en las iglesias, hay miedo, y por tanto las colectas han bajado mucho», reconoce el ecónomo diocesano, Vicente Rebollo) se unen otros factores. Por ejemplo, los ingresos por patrimonio (visitas turísticas, alquiler de inmuebles) han descendido un 20% y es previsible que también lo hagan las aportaciones mediante la asignación tributaria. «Esperamos que la fidelidad se mantenga y que ese porcentaje de burgaleses que marca la casilla de la Iglesia sea más o menos parecido pero, lógicamente, la gente no tiene los mismos recursos, con lo cual la cantidad no lo será», advierte Rebollo.
Ante esta situación, la diócesis se propone priorizar las necesidades de las personas, y ello conlleva responder de modo especial las necesidades pastorales, de atención a las parroquias, desde las medidas de seguridad, que suponen un incremento del presupuesto, hasta la catequesis, ya que se van a necesitar más medios, más espacios, o las necesidades de las Cáritas y la atención a los sacerdotes, ya que antes cobraban algo de las parroquias pero, al disminuir las aportaciones de los fieles, algunas no pueden mantenerlos.
Los mayores recortes se están produciendo en conservación de patrimonio y obras, que también venían vinculados a las colectas. «Iremos cubriendo las necesidades más urgentes, pero intentaremos atender primero a las personas y luego los edificios», explica Rebollo.
Frente a la disminución de las colectas, sí han aumentado los ingresos a través del portal «Dono a mi Iglesia». «Esperamos que este otoño se mantenga. Las parroquias donde más desarrollados estaban los donativos mediante domiciliaciones se han mantenido. Aquí se refleja lo importante de mantener esas cuotas. Tenemos que concienciar a las personas de que el sostenimiento de la Iglesia depende no solo de esa vinculación con la participación en los sacramentos».