Manos ungidas para ser la ternura del Señor

El arzobispo, don Mario Iceta, ha presidido hoy su primera misa crismal en la Catedral, donde los sacerdotes han renovado las promesas que hicieron el día de su ordenación.
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Ha sido la primera misa crismal que ha presidido el arzobispo con la que ha coincidido, además, la celebración de los sacerdotes en este Año Jubilar de la Catedral. Hasta el templo gótico se han acercado numerosos sacerdotes de toda la archidiócesis que, guardando las debidas distancias de seguridad y con aforo controlado a la entrada, han concelebrado en una eucaristía en la que se han bendecido el óleo de los enfermos y el óleo de los catecúmenos y se ha consagrado el santo crisma y donde los presbíteros han renovado las promesas que hicieron ante el obispo el día de su ordenación.

 

«Mírate las manos», ha animado don Mario Iceta a los sacerdotes presentes. «Son manos consagradas, manos ungidas por el Señor para sanar, para acariciar ancianos y consolar enfermos, para bendecir familias, para bendecir trabajos, el campo; para acoger y acompañar a los inmigrantes y refugiados, para acompañar y consolar a quien ha perdido su trabajo, para estar junto a los pobres», para «servir a los demás con la ternura del Señor». «Nuestras manos son más valiosas que las de cualquier pianista del mundo», ha indicado en su homilía. «Son», en definitiva, «manos ungidas por el Señor» con el santo crisma, con el Espíritu «que nos regala el Señor en su Pasión, en Getsemaní, el “molino de aceite” donde se muele el amor del Señor».

 

De esa unción crismal es de donde brota la comunión sacerdotal que, como ha indicado en su alocución, no se fundamenta en «el afecto o en que nos caigamos mejor o peor o que tengamos más o menos las mismas sensibilidades». «Nuestra fraternidad tiene una raíz sacramental», ha recordado a los presbíteros. «Nosotros somos pobres de amor, de perdón y ricos en autobombo, en autosuficiencia», de ahí que «necesitemos del Espíritu, que es siempre dinámico, siempre crea. Es el que necesita nuestra Iglesia en Asamblea Diocesana y en Año Jubilar, el Espíritu que recree por dentro para que nunca perdamos la ilusión de nuestro sacerdocio, de saber que el Señor nos ha elegido con amor de hermano».

 

Don Mario ha revelado sentirse ilusionado de poder celebrar por primera vez con una amplia representación de su presbiterio, gran parte de él ausente el día de su toma de posesión por las restricciones sanitarias.

 

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