«Me gustaría que se realizasen más encuentros entre los jóvenes de las parroquias con un solo foco, Dios»

María Redondo Catalina motivó la creación en Burgos del grupo musical y cristiano «Hakuna». Trabaja como psicóloga en el Centro de Orientación Familiar de la Diócesis de Burgos.

maría fe joven hakuna cof

 

Desde bien pequeña, cantar es su pasión. María Redondo Catalina tiene 23 años y trabaja como psicóloga en el Centro de Orientación Familiar de la archidiócesis de Burgos. Estudió Psicología y el máster en Orientación y Mediación Familiar en Salamanca. «Disfruto mucho escribiendo, haciendo senderismo, haciendo planes con mis amigos y familia, viajando, leyendo… soy una persona muy activa, no paro de hacer cosas» cuenta. Precisamente, gracias a su carácter entregado ha puesto en marcha en Burgos Hakuna, una asociación privada de fieles destinada a jóvenes que transmiten la alegría del evangelio a través del canto: «Es difícil definir en pocas palabras lo que es Hakuna. Es un espíritu, una forma de vivir de los jóvenes cristianos centrándose sobre todo en la adoración eucarística y la música como pilares básicos. Solemos decir que vivimos lo que cantamos y cantamos lo que vivimos».

 

Esta joven perteneciente a la parroquia de San Juan de Ortega de la capital burgalesa descubrió Hakuna en Salamanca mientras estudiaba. «Como sabían que la música es algo que me gusta mucho, dos chicas de la Pastoral Universitaria me animaron a ir y me impactó mucho la forma de vivir la fe en grupo. Me ayudaba mucho rezar delante del Santísimo, los silencios y la letra de cada canción. Empezó a ser mi momento favorito de la semana, ese en el que haces una parada y, simplemente, acompañas al Señor junto con más personas de tu edad. ¡Me sentí como en casa!». Cuando María regresó a Burgos se puso en contacto con varios jóvenes con la idea de crear Hakuna en Burgos, y a día de hoy, es una realidad.

 

Todos los jueves de 20:00 a 21:30 horas, este grupo de jóvenes realiza la Hora Santa en la parroquia de San Cosme y San Damián. «La gente cada vez está más implicada, y hacemos un buen equipo. La dinámica que seguimos consiste en recibir durante los primeros veinte minutos una charla, por parte de Quique (el sacerdote que acompaña a nuestro grupo en las adoraciones) o de alguna persona invitada. Después, comienza el rato de exposición del Santísimo, en el que se alterna la música y la oración. Respetando las medidas sanitarias, antes o después de la Hora Santa, solemos ir a tomar algo juntos, para ir haciendo grupo» relata.

 

Esta iniciativa es una vinculación entre los jóvenes y la Iglesia. Un binomio, en ocasiones difícil, que María cree que es una cuestión de iniciativa: «La Iglesia prepara actividades para los jóvenes pero sin preguntar realmente qué queremos o necesitamos nosotros, o sin dejarnos actuar y proponer. Otras veces creo que somos los propios jóvenes los que no sabemos expresar bien lo que de verdad nos ayuda de la Iglesia» asegura, por ello pide a la diócesis de Burgos, en calidad de joven que sus propuestas e inquietudes sean escuchadas. «Queremos que haya más medios de formación, que todo aquello que funciona bien hasta ahora, se mantenga. Desde mi punto de vista, lo que le pediría a la diócesis es un esfuerzo por unir a los jóvenes de todas las parroquias de Burgos, es decir, que se hicieran más encuentros o actividades en conjunto con un solo centro, Dios».

 

La delegación de Infancia y Juventud pretende ser un ámbito de encuentro para los jóvenes y acompañantes de la archidiócesis de Burgos, donde poder compartir y promover iniciativas eclesiales que sirvan para posibilitar el encuentro de nuestros jóvenes con Jesucristo. Marta considera que la Iglesia de Burgos está apostando correctamente por ello pero a veces lo que se construye no funciona. «Hay algunas iniciativas en las diócesis que están ayudando a muchos jóvenes, pero creo que a veces se cae en el error de intentar contentarnos con propuestas que no tienen que ver directamente con Dios, lo que dificulta el verdadero encuentro personal del joven con Jesús y el evangelio y lo hace más enrevesado y frío».

 

Anima a los jóvenes a ser cristianos y seguir el camino de Jesucristo, compartiendo la vida y queriendo a los demás. «Al fin y al cabo, el amor es el mensaje principal de Jesús, y Dios está en el prójimo. Tengo la experiencia de que cuando haces eso, descubres todo lo que Dios te ama y te sientes pleno. Él le da un sentido a la vida y una esperanza que ayuda a vivir disfrutando, agradeciendo y dejándote hacer» concluye.

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