«La principal pandemia es el desamor», sostiene don Mario Iceta en Pentecostés
«Nuestro corazón tiene sed de amor, pero no cualquier tipo de amor, que se compra o se vende; tiene sed de vida, pero no de cualquier vida, sino la propia de alguien que ha sido creado a imagen de Dios, y de una eternidad». Fueron algunas de las palabras que el arzobispo, don Mario Iceta, trasladó a los miembros de movimientos laicales y a seglares no asociados que acudieron el pasado sábado hasta la Catedral para celebrar su Jubileo con motivo del VIII Centenario de la Catedral. Lo hicieron la víspera de la solemnidad de Pentecostés, día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.
Antes de la misa de la vigilia, en la que también participó el cantautor cristiano Migueli, los presentes atravesaron la Puerta Santa del Perdón y fueron recibidos por miembros del Cabildo, quienes les dieron la bienvenida y explicaron el sentido del Año Jubilar.
«El ser humano ansía una plenitud y una eternidad que no puede conseguir», insistió el arzobispo, «solo Dios la puede dar». «El ser humano ha ha sido creado para la vida eterna, pero en el fondo la ha perdido, ha sido de algún modo dañado y debilitado. Y precisamente es el Espíritu quien logra que los huesos secos se llenen de carne y revivan», subrayó recordando la profecía de Ezequiel.
«Este precisamente el don de la Pascua. ¿Cómo yo puedo apropiarme de la vida de Cristo? ¿Cómo puedo saciar la sed del amor que necesito? ¿De la vida que me hace falta? ¿Cómo puede llenarse este vacío inmenso que intento llenar de cosas, pero en el fondo no me satisfacen? Es precisamente a través del don del Espíritu Santo. Ni más ni menos que es la persona amor. Dios nos envía plenamente a la persona amor que desborda todo el Universo, no solo a la Iglesia, desborda todos los confines, renueva la Creación», aludió en su homilía.
La pandemia del desamor
Don Mario Iceta animó a los presentes a invocar en su vida diaria al Espíritu, el único capaz de revertir «la principal pandemia» que asola el planeta, que no es otra que «el desamor». Y señaló algunos ejemplos: «La primera causa de muerte en África es el hambre, la pandemia del hambre; la segunda es el paludismo, cuántas guerras, vemos los que llegan a nado, desesperados, a una tierra prometida que luego no es tan tierra, ni mucho menos prometida». «Solo el Espíritu de Dios puede renovar la faz de la Tierra», concluyó.