Un jubileo para sanar heridas y renovar la entrega sacerdotal

El arzobispo pide a los sacerdotes vivir con «humildad» su ministerio, sabedores de que «ni la gracia, ni los sacramentos, ni los pobres, ni los jóvenes ni los niños son nuestros, sino de Dios».
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Una intensa lluvia a mediodía ha impedido a los sacerdotes atravesar la Puerta Santa de la Catedral en el día su patrono, san Juan de Ávila. Con todo, los presbíteros de la archidiócesis, con el arzobispo a la cabeza, han procesionado junto a la puerta del Perdón mientras invocaban a los santos al comienzo de una celebración eucaristíca en la que también han rendido homenaje a quienes, de entre ellos, cumplían 25, 50, 60 y 70 años de vida ministerial.

 

Don Mario Iceta ha recordado a los sacerdotes que un jubileo sirve para «agradecer, para pasar por el corazón la vida que Dios nos ha dado». Pero también, ha trasladado, «para reconociliarnos con nuestra historia y sanar nuestras propias heridas», las de las expectativas defraudadas, las crisis existenciales, las enfermedades imprevistas o los destinos pastorales inesperados. «La vida nos lleva por vericuetos inesperados, pero el Señor nos ha llamado y acompañado y ha contado con nuestras debilidades, incluso con las componendas eclesiásticas». «Él realiza su obra con nosotros incluso de manera inconcebible y él sana las heridas generadas en estos años».

 

«Tiempo de entregarse»

 

Junto a ello, el arzobispo ha animado a los sacerdotes a no perder la esperanza y reconocer que el fruto de su ministerio es obra de Dios: «No es fácil evangelizar, pero el Señor no nos pide cuenta de resultados, nos pide fidelidad, testimonio», ha recalcado. «El fruto depende de él, lo nuestro es sembrar y con paciencia saber esperar».

 

En este sentido, ha pedido a los sacerdotes vivir en la «lógica del don y de la entrega», siendo conscientes de que «nuestra vida es para Dios y los demás, no para nosotros». «Hemos de acercarnos a nuestro ministerio con sencillez de corazón, porque la gracia no es nuestra, los sacramentos no son nuestros, los pobres, los jóvenes, los niños no son nuestros, son de Dios». «No hay tiempos muertos ni infecundos; el Señor da fecundidad a nuestra vida escondida». «Es tiempo de ofrecer, tiempo de entregarse», ha insistido, a la par que les ha animado a «tomar distancia de los bienes materiales» y vivir el celibato como una opción no para aislarse, sino para estar disponibles para los demás.

 

Homenaje

 

Al concluir la eucaristía, en la que han participado numerosos sacerdotes cumpliendo las medidas sanitarias y el arzobispo emérito de Burgos, don Fidel Herráez, y el obispo emérito de Jaén, don Ramón del Hoyo, el arzobispo ha hecho entrega de un obsequio a los sacerdotes que este año y el pasado cumplieron 25, 50, 60 y 70 años de vida ministerial. Ha sido la primera vez en la historia que toda la Iglesia ha celebrado a san Juan de Ávila, después de que el papa Francisco incluyera recientemente el nombre del también doctor de la Iglesia en el santoral eclesiástico mundial.

 

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