La vida consagrada celebra su Jubileo

La Jornada «Pro Orantibus» se ha celebrado el domingo de la Santísima Trinidad. Una celebración marcada por la crisis sanitaria y el amor de los religiosos a Dios.

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La jornada mundial de la vida consagrada se conmemoró el pasado 2 de febrero, pero debido a las limitaciones de aforo impuestas entonces en los lugares de culto, la celebración del Jubileo de los Religiosos, propuesto para aquella fecha, se pospuso. Fue ayer domingo cuando los religiosos peregrinaron hasta la Catedral coincidiendo con el día en que la Iglesia celebraba la Jornada «Pro Orantibus».

 

A las 19:00 se abrió la puerta del Perdón y a las 19:30 el arzobispo, don Mario Iceta, presidió la eucaristía en el altar mayor de la Catedral. El Jubileo coincidió con la solemnidad de la Santísima Trinidad, a quien los consagrados se ofrecen en alabanza continua. Especialmente, en este tiempo de pandemia, los religiosos están orando intercediendo por la comunidad cristiana y el mundo entero.

 

«La vida contemplativa, cerca de Dios y del dolor del mundo» ha sido el lema escogido este año para la Jornada «Pro Orantibus». Una forma de agradecer y reconocer la misión de la vida contemplativa en la Iglesia. Comenzaron la Eucaristía rememorando a todas las hermanas y hermanos que viven, oran y misionan por cientos de monasterios expandidos por España.

 

Don Mario Iceta insistió en el misterio del amor de Dios: «Tiene que ser comunión de personas, ese es el misterio de Dios. Si tu ansías el amor es porque eres imagen y semejanza de Dios». Aludió en su homilía a los consagrados que «llevan el amor de Dios a tantos lugares del mundo, siendo luz». Animó a los presentes a seguir entregando su vida tal y como lo están haciendo en estos tiempos difíciles. «Quien entrega la vida por amar, la gana, crece y se ensancha hasta el infinito. La soledad y el egoísmo nos hacen mucho daño porque estamos llamados para entregarnos a los demás» concluyó.

 

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