El clero diocesano reza por sus hermanos difuntos del presbiterio
El Instituto Nacional de Estadística revela que el año pasado en Burgos se registraron 4.841 fallecimientos, un 25% más que el año precedente (3.870). Las cifras indican que la crisis sanitaria generada por la covid-19 se ha cebado en la provincia, aumentando considerablemente el número de finados respecto a otras épocas. También el clero diocesano ha registrado un importante número de decesos en el último año, hasta sumar los diecisiete. Algunos de ellos han sido víctimas de la pandemia, aunque no todos. En sufragio por todos ellos, y por los demás obispos y sacerdotes fallecidos en años precedentes, el clero diocesano ha celebrado hoy –como es tradición al llegar el mes de noviembre– una eucaristía en la Catedral presidida por el arzobispo, don Mario Iceta.
Los sacerdotes difuntos forman parte, en palabras del pastor diocesano, «de la corriente mística que mueve el mundo». Así, aunque no aparezcan en los libros de historia ni abran los titulares de los telediarios, «vivifican el mundo». «Ellos han fecundado esta tierra, que ha dado tantos frutos en santidad». Para el arzobispo, la vida de los sacerdotes cobra sentido cuando unen su voz con la de Cristo en la consagración del pan y el vino y se entregan ellos mismos, «con su cuerpo y con su sangre, en favor del pueblo que se les ha encomendado».
En la misa se ha tenido un especial recuerdo a los diecisiete sacerdotes fallecidos en el último año: Ricardo López, Simón Díaz, Agustín Heras, Julián Lucio, Eutimio Herrero, Delfino Velasco, Ramón Alonso, Víctor Cabezas, Cándido Rubio, Antonio Gutiérrez, Luis Hernando, José Luis de Pedro, Fermín Rilova, Félix Pérez, Ángel Villansante, Manuel Guerra y Nicolás Dulanto. Don Mario también ha orado por los familiares –de modo particular las madres– difuntos de los sacerdotes, quienes, ha dicho, han «modelado su corazón» y «puesto a sus hijos en las manos de la Iglesia».
Tras la misa, los celebrantes se han trasladado hasta al vecina capilla de Santa Ana, donde reposan los restos de los últimos prelados burgaleses. Allí han rezado un responso por su eterno descanso. Antes de la eucaristía, los sacerdotes han mantenido también una sesión de formación permanente en la Facultad de Teología sobre «Cultura de la sexualidad y retos pastorales».