Stefano Malerba: «La vocación del diácono es servir a la comunidad»
Nació en Roma hace 36 años y, tras pasar varios años de formación en el Seminario Redemptoris Mater y haber realizado una experiencia misionera en Finlandia, este sábado se convertirá en uno de los nuevos diáconos –junto a José Ángel Zamorano– de la archidiócesis de Burgos. Stefano Malerba pertenece al Camino Neocatecumenal, donde descubrió que Dios le llamaba a ser un día sacerdote y que «entregar su vida al servicio de la Iglesia» le aportaba «plenitud». Asegura que el sí que dará a Dios el sábado será un paso más en su vocación, en la que siente que Dios lo ha escogido para servirlo: «Esa es mi dicha», asegura.
Stefano es el segundo en una familia de cuatro hermanos. Perdió a su madre cuando apenas contaba 18 años, recién estrenada su juventud. Fue a la Universidad, trabajaba, tenía dinero y salía con sus amigos de fiesta. Pero «lo que me daba el mundo no me hacía feliz. Hacía lo mismo que todos los demás, y cuando llegaba por la tarde a casa me encontraba con la impresión de que mi vida no tenía sentido».
Fue viendo por la televisión el funeral de san Juan Pablo II cuando su corazón comenzó a descubrir que Dios lo buscaba para algo más grande. Sin embargo, le daba miedo dejar a su novia, pensando que aquello solo era «un calentón temporal». Fue entonces cuando uno de sus hermanos de comunidad se ordenó presbítero y la alegría luminosa de su rostro hizo ver a Stefano dónde estaba la verdadera alegría. «Yo también quería esa felicidad para mí y la llamada se materializó y entré al Seminario».
Llegó a Burgos en 2014 a su recién estrenado seminario misionero. Tras completar cinco años de estudio realizó una experiencia misionera en Finlandia –«donde Dios apenas existe», dice– junto a otras cuatro familias y un sacerdote y en contacto con algunos cristianos de otras confesiones. Allí, en los largos inviernos sin sol y a apenas 70 kilómetros de la frontera rusa, descubrió cómo la Iglesia no era solo las de las grandes basílicas de su Roma natal, sino la de la «pequeña levadura que crece silenciosa» y que ha «despertado» en él «el celo por la misión».
Stefano recibirá de manos del arzobispo, don Mario Iceta, el primer grado del sacramento del orden el sábado, a las 11:00 de la mañana en la iglesia de San José Obrero. Para él, el diácono es «un servidor», una dimensión que el sacerdote nunca ha de perder de vista: «El presbítero no es un superhombre, es un sencillo servidor que ha de ponerse al servicio de su comunidad. En eso consistirá el ministerio que este sábado me confiarán».