Los futuros sacerdotes de una Iglesia en camino

Ante la festividad de San José, conocemos cómo Ismael Sáez y sus compañeros seminaristas forjan su futuro ministerio al servicio de una Iglesia que desea ser cada vez más sinodal.

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Si hay una palabra de moda en el léxico eclesial últimamente es sinodalidad. Un modo de ser Iglesia en el que se busca la participación e implicación de laicos, sacerdotes y religiosos para, juntos, en comunión, buscar caminos de evangelización. Y si la sinodalidad se ha visto lastrada en el transcurso de los años por un clericalismo en el que solo los sacerdotes y obispos decidían las líneas de acción a seguir, se procura ahora que los errores del pasado no vuelvan a ocurrir. Al menos así lo intentan vivir ya desde el Seminario los futuros sacerdotes de la archidiócesis, para quienes crear comunidad, trabajar en equipo y evitar «ir cada uno a su bola» son una prioridad en su formación.

 

Así lo entiende al menos Ismael Sáez Marquina, un joven de 28 años que cursa en la actualidad tercer curso de Teología en la Facultad. Sueña con servir un día en una parroquia «viva, abierta y plural», donde haya espacio para familias, niños, adultos, ancianos y diversidad de grupos y movimientos. Y sabe que en ese tipo de estructura tan heterogénea es vital «crear comunidad» y «servir con humildad para que laicos y sacerdotes trabajemos juntos» en pro de la misión evangelizadora de la Iglesia.

 

Esa diversidad es la que ya vive entre sus compañeros y entre quienes, a pesar de sus diferentes personalidades y sensibilidades, se esfuerzan por ser un «Seminario sinodal»: «La formación que recibimos está pensada para que sepamos y aprendamos a trabajar en equipo». Para ello, estructuran comisiones, preparan de forma conjunta sus celebraciones litúrgicas y se afanan para realizar diferentes trabajos «que puedan disfrutar los demás y no solo tú». Y es que, como bien subraya Ismael, «un cura nunca puede ir solo, no puede ir por libre, tiene que aprender a crear comunidad». Y para eso, nada mejor que la formación en el Seminario.

 

Vocación de servicio

 

Ismael pertenece al Camino Neocatecumenal y entró en el Seminario de San José hace ahora tres años. Había cursado ya un grado medio de auxiliar de enfermería y estaba estudiando Educación Social en la Universidad de Burgos. Los estudios se acumulaban, pero «aún no sabia qué iba a ser de mí en el futuro». Acudía a las catequesis y celebraciones de su comunidad y colaboraba con las actividades de una parroquia, pero «vivía de la inercia y el activismo», «sin ir al fondo de la cuestión», «sin grandes proyectos» y llevando a cabo lo que él mismo califica como una «vida muy raquítica». «Estaba cómodo, no tenía grandes ideales, vivía como en un círculo vicioso y con doblez: no gastaba mi vida en serio», explica. Por si fuera poco, descubrió que debía alejarse de «falsas amistades» que no le estaban beneficiando en su crecimiento personal.

 

Sin embargo, la preparación de un campamento de verano con su parroquia le «cambió el chip» y descubrió que podía «dejar de pasármelo bien y hacer cosas solo para mí y servir a aquellos chavales», recuerda. Comenzó entonces un proceso de discernimiento espiritual acompañado de un sacerdote y descubrió que Dios lo llamaba a ser cura: «Crecieron mis ganas de darme a los demás», sentencia.

 

De hecho, quiere ser sacerdote porque «desea escuchar y acompañar a tantas personas que llevan muchos sufrimientos a sus espaldas y poderles ofrecer palabras de aliento y esperanza, y sobre todo, que se puedan encontrar con Cristo y puedan ver a Cristo en mí».

 

Día del Seminario

 

El próximo 19 de marzo (19:00h), Ismael y otros cinco compañeros (Abner MuñozJesús Daniel RieraEgide Ndayikengurukiye, Nepomuscène Ndihokubwayo Alejando Sánchez) se dispondrán a dar un paso más en su camino al presbiterado a través del compromiso público que pronunciarán delante del arzobispo para proseguir de forma más intensa con su formación sacerdotal. El «rito de admisión» suscita en su interior diferentes emociones que se han intensificado según avanzaba el curso y que despiertan en él «alegría, emoción y vértigo». «Nos comprometeremos a algo cada vez más serio y lo haremos de forma pública ante toda la Iglesia», como un testimonio de que desean madurar en su formación y configurarse con ese «Cristo servidor» al que desean imitar.

 

El día del Seminario, que se celebra en esta ocasión bajo el lema «Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino», se completará, además, con la habitual colecta en las parroquias de toda la archidiócesis el domingo 20 de marzo y otras actividades complementarias, como una oración joven la noche del viernes día 18 (22:00 horas).

 

Este año, en el Seminario Mayor de San José se forman ocho seminaristas, (entre ellos, un diácono y otro que cursa el año «propedéutico»). Junto a ellos, viven dos seminaristas de La Rioja, tres de Osma-Soria y dos de Burundi. En el Seminario Menor participa una quincena de chicos en el Preseminario, además de los cuatro seminaristas internos. Por su parte, el Seminario Misionero Redemptoris Mater cuenta con otros diez alumnos procedentes del Camino Neocatecumenal.

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