La Catedral exhibe algunos de sus cantorales y tapices más preciados
La Catedral tiene aún muchos tesoros escondidos que, poco a poco, van saliendo a la luz para disfrute de la sociedad burgalesa. Entre su fondo patrimonial destacan 63 tapices y 92 cantorales de los que ahora una pequeña muestra son exhibidos en la exposición «El arte del detalle». Una muestra organizada por la fundación VIII Centenario de la Catedral y patrocinada por la Junta de Castilla y León que podrá visitarse de manera gratuita hasta el próximo 19 de junio.
El claustro alto acoge de esta manera dos tapices de la colección gótico-flamenca del Cabildo. Se trata de los lienzo «Crucifixión y las virtudes ganan la batalla a los vicios» y «El retorno del hijo pródigo», donados a la Seo por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca en el siglo XVI. Ambos paños presentaban un estado de deterioro considerable, con abundantes rotos, desgarros por ataques de insectos, manipulaciones incorrectas, pérdida de las tramas, humedades, decoloración de los tintes y suciedad acumulada durante décadas. Pepa Garrido, coordinadora de los trabajos de restauración, ha calificado estas dos obras de arte como «de los mejores tapices de la historia» y ha detallado el proceso seguido para que las piezas recobren su esplendor, desde la documentación a un lavado especial, pasando por a la reintegración y la recomposición de urdimbres, tramas y colocación de sistemas de suspensión y forrado, entre otros procesos.
Juan Álvarez Quevedo, delegado de Patrimonio de la archidiócesis y comisario de la exposición, ha explicado que los tapices son «historia del evangelio», la «antesala del cine», donde se puede descubrir cómo un mismo personaje protagoniza diferentes escenas dentro de la composición. Además, ha augurado que el claustro alto bien podría servir como lugar idóneo para exponer en el futuro el resto de tapices que custodia la Catedral y que esperan su turno de restauración.
Música dormida
Junto a los tapices, la capilla del Corpus Christi alberga doce cantorales de gran formato y que según ha explicado el archivero de la Catedral, Matías Vicario, llamarán la atención de los visitantes por sus miniaturas, sus letras capitulares y orlas decorativas. Se trata de grandes libros construidos en pergamino animal de un tamaño considerable y de un peso no inferior a los 30 kilos y que son reflejo del archivo musical de la Seo. Se colocaban en los facistoles del coro para ser interpretados por los canónigos a cierta distancia y cuya construcción exigía la participación de curtidores, copistas, iluminadores y escritores de letra y música: «Era un esfuerzo económico importante, algunos tienen más de 2.700 páginas», ha detallado.
La recuperación del fondo musical de la Catedral ha sido objeto de especial atención por la Fundación VIII Centenario, que ha rescatado del olvido algunas de estas piezas y las ha puesto en valor con conciertos y exposiciones.