Un hábito… a estrenar

A causa de la pandemia, Reme, José Manuel y su hija llevan dos años esperando a estrenar su hábito como miembros de la cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia y la Esperanza.
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Cae la tarde. José Manuel, Reme y su hija acuden al taller de una modista en el centro de Burgos para ultimar el hábito que lucirán la próxima Semana Santa. Los días apremian y aún quedan meter los bajos, arreglar la caída de la capa y dar las últimas puntadas a las mangas. El trabajo se acumula, y eso que el traje procesional lleva colgado en el armario dos años, esperando –quién sabe si con resignación– salir de una vez a la calle. En 2020 esta familia decidió ingresar en la cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia y de la Esperanza, con sede en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima de Burgos, a la que pertenecen, pero la pandemia impidió entonces su salida en procesión. Y el año pasado, la historia se repitió. Ahora, por fin, con el cese de las restricciones y la estabilización de los contagios, parece que sus ilusiones se van a cumplir.

 

Dicen que el hábito no hace al monje, aunque sí le puede ayudar. La RAE también define hábito como un «modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas». Y en el caso de José Manuel y su familia, ambos elementos van ligados. No solo porque vayan a estrenar el traje que lucirán en algunos desfiles procesionales, sino porque también comienzan de forma oficial una nueva vida como cofrades, cumpliendo con sus obligaciones y asistiendo a los actos de piedad en su parroquia y en las calles.

 

Aunque José Manuel y Reme formaban parte de las hermandades de San Pedro Mártir de Verona y de la Virgen de los Dolores, ambas de la localidad pacense de Alconera, de donde proceden, es ahora cuando desean vivir con más intensidad la Semana de Pasión. Desde la pasada Navidad asisten a reuniones para preparar su estreno en una Semana Santa muy diferente a la que ellos, que anteriormente residían a apenas 120 kilómetros de Sevilla, conocían. «Aquí en Burgos es todo mucho más austero, las imágenes, los pasos… Allí las procesiones eran más brillantes», recuerda. «Pero lo importante», subraya, «es la fe que tú tienes, me da igual que la imagen sea más fea o más guapa. La devoción tiene que ser la misma». José Manuel incide en que «ya solo el hecho de recibir el hábito y la medalla es muy emotivo».

 

Participar en las actividades de la cofradía les ha permitido abrir más círculos y hacer una vida más sociable en el barrio. «Cristianamente nos ilusiona, pero el tema social nos empujó. Y todo lo que conlleva llegar a la procesión es muy bonito», asegura.

 

La Cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia y de la Esperanza, a la que se han alistado, es la más joven de la ciudad y la única del barrio de Gamonal. Nació en 2003 a petición del Consejo Pastoral de la Parroquia de Fátima y la imagen titular es obra del escultor murciano Francisco Conesa (2004). Se trata de una voluminosa talla policromada que mide 1,85 m y que representa a la Virgen cubierta por un manto de amplios pliegues. Su mano derecha, extendida en actitud de acogida, simboliza la misericordia, mientras la izquierda, elevada hacia el cielo, expresa la esperanza de la resurrección.

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