San Pedro y san Pablo, intercesores para «una nueva fraternidad»
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El día grande de las fiestas de la ciudad ha vuelto a recuperar la normalidad. Si el año pasado estuvo marcado por la visita del rey Felipe VI y en 2020 por una atípica ofrenda floral a puerta cerrada, el «regreso» de los ‘Sampedros’ ha inundado la solemnidad de San Pedro y San Pablo de renovada intensidad. De hecho, la liturgia ha contado con el respaldo musical que Pedro María de la Iglesia ha compuesto con motivo del VIII Centenario de la Catedral sobre los textos de Donato Miguel Gómez. Y don Mario Iceta, que ha presidido por primera vez la celebración, ha querido llamar a los burgaleses a lograr «una nueva fraternidad» que frene las divisiones, los enfrentamientos y las dificultades sociales.
«San Pedro y san Pablo fueron personas distintas que formaron comunión en una única Iglesia. Católico significa universal, integrador. En la Iglesia caben todas las lenguas, todos los modos, todas las civilizaciones. La Iglesia es la casa de la fraternidad y nuestra misión es crear una nueva fraternidad». «El mundo necesita ser renovado. Solos no podemos, necesitamos la ayuda del Señor para hacer una nueva hermandad», ha declarado en su homilía.
Para acometer esta misión, el pastor diocesano ha trasladado que «no valen respuestas de oídas», sino descubrir en Jesús «la vitalidad que nos ayuda a vivir, no solo a sobrevivir», pues «es la llave que abre el corazón» y «cura nuestra vida transida de cruces, dificultades y problemas, librándonos de nuestras ansias y miedos». Para don Mario, Pedro y Pablo son prototipos de la nueva humanidad que los cristianos están llamados a construir: «Pedro tiene la potestad de las llaves, la potestad de perdonar de lo que esclaviza y mata, que es el pecado. Y Pablo el poder de la espada, el poder de la Palabra de Dios, que es viva y eficaz y revela cómo es nuestro corazón», al que Dios «cura sus llagas».
Flores para la patrona
La misa pontifical ha dado paso, ya en la calle, a la popular ofrenda de flores a la patrona de la archidiócesis, Santa María la Mayor. El arzobispo ha sido el primero en depositar a sus pies un centro floral, pidiendo a la Virgen que «cuide bajo su manto a todo Burgos», de modo especial a los enfermos, a las personas mayores que viven solas, a los niños, las familias, las personas que se han quedado sin trabajo y los que viven agobiados. «María es la Madre que nos sostiene y abraza». «Agradezcamos su cuidado aunque sea con una simple margarita silvestre», ha invitado en su homilía.
La patrona recibe este homenaje popular desde 1954, cuando la primera reina de las fiestas decidió depositar sobre su altar los numerosos ramos de flores con los que fue agasajada. Nació así una tradición que se incluye en el programa festivo de la ciudad desde el año siguiente. Aunque en algunas épocas su desarrollo se ha interrumpido, en el 1987 el Comité de Folclore la retomaba tal como la conocemos hoy. En los inicios, la comitiva popular de la Ofrenda Floral la conformaban grupos de danzas y folclore. Progresivamente fueron incorporándose más colectivos. Hoy en día está compuesta por peñas, casas regionales, grupos tradicionales, asociaciones culturales y grupos de danza.