«La adoración perpetua es una gracia de Dios para los tiempos de hoy»
Ángela Sáez López-Linares nació en Burgos hace 67 años. Estudió románicas en Valladolid y posteriormente aprobó unas oposiciones como funcionaria del Estado. Desde 1981 vive en Burgos y siempre ha pertenecido a la parroquia San José Obrero donde colaboró en la implantación en Burgos de la adoración perpetua que cuenta ya con 12 años de funcionamiento y donde en estos momentos es una de sus coordinadoras. También ha sido catequista para niños y niñas de confirmación, formó parte de la Cofradía del Descendimiento de la Cruz, Señor de la Esperanza y durante varios años ha sido miembro del Consejo Pastoral de la parroquia. Su vida también ha estado marcada por un incendio en su casa, en el que murió su madre y estuvo muy grave a punto de perder la vida.
La adoración perpetua es una práctica religiosa en la que se realiza la adoración eucarística las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Este acto es llevado a cabo por un grupo de personas, quienes se turnan para asegurarse de que siempre haya alguien en la capilla adorando al Santísimo Sacramento. Ángela cuenta que toda esta iniciativa surgió hace catorce años y fue gracias al padre Carlos Alonso, quién acudió en Roma a unos cursos y al volver a Burgos «trajo en su corazón la idea de poner en marcha la Adoración Perpetua». Durante el proceso de construcción de la capilla Ángela sintió que Dios les había acompañado durante todo el proceso, y esto se intensificó en su inauguración. «Fue algo difícil de describir, yo sentí en mi alma que Dios estaba aquí, en esta capilla, para ser adorado», recuerda.
Ángela cuenta que ponerse en contacto con el Señor es algo muy importante para todos los fieles, ya que sólo así podemos establecer una conversación con Él y contarle nuestros problemas y deseos. «Dios siempre concede lo que le pedimos si ello es en beneficio de las almas, si lo que le pedimos es bueno para nosotros espiritualmente».
También narra desde su experiencia personal un suceso que le influyó mucho pero que pudo sobrellevar y salir adelante gracias a la oración. «Cuando vivía con mi madre en la Barriada Militar y sufrimos un incendio en el que mi madre falleció y a mi prácticamente me daban también por fallecida […]. Lo pasé muy mal, estuve un mes en coma y luego con tremendas alucinaciones, fue horrible. Pero detrás de todo hubo mucha oración, gente que rezó por mi y también yo le pedí al Señor que quería vivir si lo consideraba bueno para mi alma, y es increíble porque me recuperé mucho más pronto de lo previsto». Tras este suceso se vio sola en la ciudad, pero eso hizo que se agarrase más al Señor. «Me fue abriendo caminos poco a poco y confié plenamente en su providencia», argumenta.
La adoración perpetua está abierta a todas las personas que lo necesiten o quieran ir. Ángela cuenta que suele ir gente de todo tipo, desde familias con hijos pequeños hasta parejas o personas mayores. «Aquella persona que sienta necesidad de rezar por alguien o hacer una visita al Señor a las tres de la madrugada no tiene más que llamar al timbre e inmediatamente se le abre la puerta». Además, si se quiere pertenecer al grupo de adoradores comprometidos solo se necesita elegir la hora que le venga mejor a esa persona, puesto que es algo que decide cada uno. «Si el Señor está vivo aquí, ¿dónde voy a estar mejor?» nos cuenta la coordinadora.
Que este evento haya durado tanto tiempo es «casi como un milagro de Dios», y el deseo que tienen los participantes es que haya un relevo generacional, dado que muchos de los adoradores habituales son gente mayor que por problemas de la edad ya no pueden asistir todo lo que desearían. También piden ayuda a la diócesis ya que «para eso somos un proyecto diocesano, y la única capilla que hay en Burgos».