Silencio, se reza
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No hay colores. Ni estandartes. Tampoco chirridos de cornetas ni redobles de tambores. Lo que une a los cofrades que esta noche han salido a la calle en una de las primeras procesiones de la ciudad ha sido su condición de pecadores y su deseo de empezar la Semana Santa cumpliendo penitencia. Lo han hecho en el más absoluto de los silencios y tras haber recibido la absolución en el sacramento de la penitencia, como marca una antigua tradición que cayó en el olvido y que fue recuperada en 2016 por la Ilustre Archicofradía del Santísimo Sacramento y Jesús con la Cruz a Cuestas.
Miembros de diferentes cofradías y hermandades de la capital, ataviados con un sencillo hábito franciscano, han portado a hombros la imagen del Cristo de la Salud, una talla de la escuela castellana, del siglo XVI, que ha recorrido las calles del barrio de Vega hasta la Catedral, donde se ha elevado una oración por los fieles difuntos. Antes de la sobria procesión, y con solemne juramento, han prometido cumplir su estación de penitencia en riguroso silencio. Si lo hacéis así, «Dios Padre, que es todo amor, os lo premie. Y si no es así, el Señor, que es todo misericordia, os lo perdone», ha proclamado Máximo Barbero, párroco de San Cosme y San Damián, de donde ha partido la procesión pasada la media noche.
La del silencio ha sido la segunda procesión de la Semana Santa burgalesa, que vuelve a la normalidad sin las restricciones sanitarias de años atrás. Horas antes, en el barrio de San Pedro de la Fuente, la cofradía de la Oración en el Huerto ha sacado en procesión la imagen de la Virgen de los Dolores, una talla de vestir de autor desconocido, en su Rosario Penitencial.
Mañana sábado, el programa de actos cuenta con otros tres desfiles: una procesión infantil con salida desde la iglesia de San Gil (a las 12:00h), una procesión penitencial por la barriada Juan XXIII (a las 19:00h) y la salida de la Virgen de las Angustias, ya por la noche, de nuevo desde San Cosme y San Damián (22:00h).