La ciudad guarda silencio al paso de Cristo yacente

La procesión del Santo Entierro ha reunido a miles de burgaleses, que han visto desfilar a las dieciséis cofradías de la ciudad, que han portado las imágenes de las últimas horas de la vida de Cristo.
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Cae la tarde. Una corneta prorrumpe un toque de oración. Cristo ha muerto y lo llevan a enterrar. El silencio se abre paso, roto solamente por el repicar de una campana. Con solemnidad, los treinta y tres hermanos de la cofradía del Santo Sepulcro han salido de la catedral. Algunos de ellos portaban a hombros la imagen del Cristo Yacente, que han depositado a los pies de la Seo en una urna de cristal.

 

Así ha comenzado la procesión del Santo Entierro, que como cada Viernes Santo recuerda a los burgaleses los últimos momentos de la vida de Jesús. Tras la talla, cincelada en 1913 por el escultor Francisco Font, de la Catedral de Santa María han desfilado las dieciséis cofradías que integran la Junta de la Semana Santa, acompañando dieciocho pasos que recuerdan las últimas horas de la vida de Cristo. Una tradición recuperada el año pasado –cayó en el olvido en los años 40– y que parece seguirá en vigor en las próximas ediciones, ante la multitud de burgaleses que se han agolpado en el inicio del recorrido. En la Puerta Santa, el arzobispo, don Mario Iceta, ha entregado un diploma a cada prior como agradecimiento al trabajo realizado durante esta Semana de Pasión, la primera sin restricciones después de años de pandemia.

 

El desfile ha recorrido después Santa Águeda, Nuño Rasura, plaza del Rey San Fernando, arco y puente de Santa María, plaza de Vega, calle Miranda, calle y puente San Pablo, plaza del Mío Cid y plaza de Santo Domingo de Guzmán. Aquí, y a diferencia de años anteriores, la comitiva ha entrado en la plaza Mayor, poniendo punto y final al recorrido y regresando cada cofradía a sus respectivas sedes.

 

Con los ojos del buen ladrón

 

La procesión del Santo Entierro ha sido el broche de un Viernes Santo en que el arzobispo también ha participado en el popular acto del Desenclavo del Cristo de Burgos y ha presidido los oficios de la Pasión y Muerte del Señor en la catedral. Don Mario Iceta ha pedido en su homilía «los ojos del buen ladrón» para ser capaces de «descubrir cómo el Reino de Dios está en medio de nosotros, germinando», así como «poner nuestra vida bajo el amor misericordioso de Cristo», que muere en cruz.

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