«Cristo resucitado rompe los límites de la muerte, el desamor y la incapacidad para construir la paz»

Tras la solemne misa estacional presidida por el arzobispo en la catedral, ha tenido lugar el encuentro de Cristo Resucitado con su Madre, la Virgen de la Alegría.
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Si ha sido protagonista durante toda la Semana Santa, hoy no podía ser menos. La catedral ha vuelto a ser testigo de la última de las procesiones celebradas en la ciudad. Tras la solemne misa estacional presidida por el arzobispo, la imagen de Cristo Resucitado –que había sido portada desde su parroquia de la Sagrada Familia– ha atravesado por primera vez el dintel de la Puerta de Santa María para encontrarse con su madre, la Virgen de la Alegría, vestida no ya de luto, como anoche, sino con un manto blanco. Los repiques de campanas, el sonido de las dulzainas y los bailes tradicionales han aportado la nota de color a una calurosa mañana de Pascua que ha puesto el broche final a la primera Semana Santa sin restricciones sanitarias.

 

Para don Mario Iceta, la resurrección de Cristo «rompe los límites de la muerte». «Buscamos la inmortalidad, invertimos recursos para alargar la vida y, sin embargo, queremos aprovechar el instante presente» en lo que, a su parecer, es una «gran contradicción». Pero «Jesús ha roto los límites de la muerte, más allá de la medicina y, donde el cuerpo no puede más, Jesús viene para llevarnos con él», ha dicho en su homilía.

 

Ante una abarrotada catedral, el pastor de la archidiócesis ha asegurado que Cristo resucitado también «rompe con los límites del desamor». Con su muerte, «Jesús rasgó el velo del templo y en su corazón abierto entran todos, sin que nadie quede excluido de su amor». De esta manera, «el Señor nos enseña a amar a los enemigos con su gracia».

 

Por último, ha indicado que la resurrección de Jesús también rompe «con los límites para construir la paz». «El ser humano no puede lograrla porque la paz requiere justicia y caridad y sólo Jesús regala la paz de modo pleno», acabando con «movimientos migratorios sangrantes» o los «focos de injusticia y venganza» en los que se mueven los humanos.

 

Tras la solemne misa estacional, el arzobispo ha impartido a los presentes la bendición papal con indulgencia plenaria y, ya en la plaza del Rey San Fernando –donde ha proseguido la procesión del Anuncio Pascual–, la ha hecho extensiva a toda la ciudad. Don Mario Iceta ha tenido un recuerdo especial a los enfermos de los hospitales, a las familias que no llegan a fin de mes y a todos los que sufren cualquier tipo de dificultad, así como a todas las personas implicadas en el desarrollo de la Semana Santa.

 

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