San Juan de Ávila, maestro de sinodalidad para los sacerdotes
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Sinodalidad. Es la palabra de moda en el vocabulario eclesial. Sin embargo, parece que era una actitud y un estilo que ya se respiraba en la Iglesia del siglo XVI. O por lo menos, en uno de los sacerdotes que, por su celo pastoral, se ha convertido en el patrón del clero secular español. «San Juan de Ávila vivió ya la sinodalidad», ha señalado esta mañana el obispo emérito de Jaén en la eucaristía que ha presidido junto al presbiterio burgalés. Don Ramón del Hoyo ha querido acompañar a los sacerdotes que estudiaron junto a él en el Seminario de Burgos y que han cumplido este año el 60 aniversario de su ordenación. Junto a ellos, también se han concitado los que llevan 25, 60 y 70 años de servicio ministerial y que han querido celebrar junto al resto del clero diocesano la fiesta de su patrono.
San Juan de Ávila fue «el paladín de la reforma eclesiástica», ha señalado don Ramón. Él se preocupó de la formación de los sacerdotes indicándoles «caminos certeros de santidad» e invitándoles a «frecuentar la Palabra de Dios, la eucaristía e ir templados al púlpito». Es, en definitiva, «un buen modelo a seguir», descubriendo en él «las claves de nuestra vida sacerdotal».
Una vida de entrega que se debe encauzar en clave sinodal, superando la «plaga» y la «perversión» del clericalismo, como se ha señalado desde distintos rincones del mundo en el proceso sinodal impulsado por el Papa. El obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, ha sido el encargado de subrayar algunos «acentos luminosos» que la sinodalidad plantea a los presbíteros. En este sentido ha destacado que su ministerio debe vivirse «en clave relacional», «para, con y desde los demás», en armonía y comunión y siendo «signo sacramental del mismo Cristo». Por eso, el sacerdote no debe ser «servil ni tirano, sino un humilde servidor» que ejerza su autoridad «como un oficio de amor» buscando el bien de las ovejas. «El sacerdote no ejerce solo un trabajo, no es un dirigente, ni un sindicalista, sino un pastor», ha advertido. También ha indicado que ha de ser un «hermano entre los hermanos» y «un hombre de la comunión eclesial y eucarística».
El acto ha contado con la presencia de doscientos sacerdotes y con la asistencia del arzobispo, don Mario Iceta, quien les ha agradecido su servicio y entrega a la archidiócesis. Además de la ponencia y la eucaristía, los sacerdotes han concluido su encuentro con una comida de hermandad.