Moldavia, protagonista del último ‘Encuentro de Naciones’ de Burgos

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Con el lema «Libres para elegir si migrar o quedarse», la delegación diocesana de Pastoral para las Migraciones celebró el pasado domingo su jornada anual. Para sensibilizar a la población de los motivos que fuerzan a las personas a migrar y lograr la acogida, promoción e integración de los extranjeros en la provincia, han organizado numerosos actos en la capital, Aranda de Duero y Miranda de Ebro.

 

El pasado sábado, el salón que los Jesuitas tienen en la calle Molinillo de Burgos acogió la sexta edición del ‘Encuentro de Naciones’. Se trata de una feria en la que los extranjeros residentes en Burgos muestran algunos elementos típicos de su cultura. En esta ocasión participaron 13 países diferentes, con la asistencia de Moldavia por primera vez en el evento. Al acto acudieron más de trescientas personas, que pudieron conocer las peculiaridades de cada país, sus productos típicos, música y bailes tradicionales. También hubo tiempo para la oración compartida.

 

Burgos, Aranda y Miranda

 

Los actos de la Jornada de las Migraciones continúan en Burgos a lo largo de esta semana. El jueves 28, la iglesia de las Doroteas acogerá una vigilia de oración (18:00 horas), mientras que en el salón de actos del colegio Blanca de Castilla tendrá lugar una sesión de videofórum con la película «Tori y Lokita» (sábado 30 a las 18:00 horas).

 

En Aranda, el viernes día 29 se celebrará una oración ecuménica conjunta entre católicos y ortodoxos en la parroquia de San Pedro Regalado (19:30 horas); mientras que en Miranda se celebrarán dos actos más: el a las 14:00 horas un círculo de silencio en el parque Antonio Machado y el martes 3 de octubre, a las 19:00, una sesión de videofórumm con la película «En un mundo libre» en la Casa de Cultura. El pasado jueves, además, la parroquia del Espíritu Santo de la ciudad del Ebro también fue escenario de una vigilia de oración.

«El mundo es de todos, no es propiedad privada de nadie»

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mariana rocha celestino

 

Mariana Rocha Celestino llegó a España hace 21 años. Su cuñado llevaba tiempo residiendo en Burgos y sintió la necesidad de «probar» por un año cómo era eso «del día a día en Europa», a pesar de que en La Plata tenía una «vida acomodada». «Yo soy psicóloga y tenía varios trabajos de los que ocuparme; era profesora en la universidad y tenía mi propio consultorio y trabajaba en dos clínicas –una de ellas para jóvenes con discapacidad– y ya tenía dos hijos», recuerda. La idea de venir a España no le motivaba demasiado, pero la coyuntura económica en Argentina y la imposición del corralito la empujaron a tomar la decisión, animada por su marido, quien se adelantó apenas quince días en el viaje.

 

Acá llegó con sus dos hijos (con 3 y 6 años), con todos los papeles en regla y el permiso de residencia ya tramitado en la embajada argentina. Reconoce que su primer año en Burgos «no hizo nada» y tras darse cuenta de que «lograr algo requiere tiempo», encauzó su vida. Buscaron un emplazamiento donde abrir el tercer negocio de su cuñado y lo encontraron en Aranda de Duero, donde residen desde entonces en un piso de alquiler. Por fortuna, «la tienda nos dio de comer desde el primer día» y en la Ribera han acabado asentando su vida. Incluso aquí ha nacido su tercera hija y sus tres retoños son unos arandinos más, perfectamente integrados. 

 

Reconoce que en estas dos décadas en Aranda «ha pensado volver» a su tierra en más de una ocasión. «Es muy difícil dejar tu gente, tu historia, tus sabores, tus olores, tus paisajes, unas navidades en verano…». Pero ahora se ha dado cuenta de que «este es mi sitio». Cuando Luz, su hija mayor, regresó a Argentina para completar sus estudios universitarios, «me di cuenta de la diferencia; me di cuenta de que lo que necesitaba estaba aquí», relata convencida. Y la hija también, que optó por volver a Aranda.

 

Con el transcurso de los años, Mariana decidió convalidar su título de psicóloga con la intención de que se le abrieran nuevas oportunidades laborales. Fue así como acabó trabajando en el programa de atención a la drogodependencia de Cáritas en Aranda, «aunque aquí hacemos un poco de todo y atiendo cualquier necesidad terapéutica». También trabaja ayudando a migrantes a encontrar un trabajo y colabora con la delegación de Pastoral para las Migraciones del arciprestazgo, ribereño ayudando a alcanzar el sueño de una vida nueva a aquellos que, como ella, también han dejado su tierra. 

 

«Les es de gran ayuda que yo haya vivido su misma experiencia y se abren mejor a contar sus dificultades y logros, y eso es bastante enriquecedor». Desde su vivencia y el acompañamiento a extranjeros, reconoce que siempre se concitan «como dos fuerzas opuestas», «la de las oportunidades y “lo otro”, que siempre te tira para atrás», como la nostalgia por la tierra y la familia e, incluso, «la gente que aquí no te ayuda tanto». Con todo, «te mantiene que lo poco que avanzas lo tienes ya asegurada». 

 

Mariana Rocha reconoce que el «recelo» por los extranjeros es normal, aunque sueña con que España pueda vivir la mezcolanza de culturas que se vive en su Argentina natal fruto del flujo migratorio de Europa. «Es normal que la gente se mueva, el mundo es de todos, no es propiedad privada», reflexiona. «La gente es libre para migrar o quedarse». «Normalicemos la migración, es parte del paisaje y la sociedad; va a ocurrir y está ocurriendo». 

La hoja de ruta para promover el encuentro con Jesús en una Iglesia sinodal y evangelizadora

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plano hoja de ruta plan de pastoral

 

Treinta y una acciones a realizar en los próximos cuatro años. Es el reto que se propone cumplir la archidiócesis con la puesta en marcha de un nuevo plan de pastoral con el fin de «promover una Iglesia sinodal y evangelizadora desde el encuentro con Jesús». La nueva «hoja de ruta» para parroquias, comunidades y asociaciones recoge el guante de la Asamblea Diocesana y pretende poner en «estado de misión» a una Iglesia –la burgalesa– que desea «vivir más la comunión» en la clave sinodal en la que tanto insiste el papa Francisco. [Descargar aquí el documento completo]

 

El Consejo Diocesano de Pastoral, el organismo consultivo encargado de velar por la marcha de la Asamblea y de la pastoral diocesana, ha sido el encargado de redactar y supervisar el plan, que tendrá como eje transversal los tres bloques temáticos abordados en el proceso sinodal. Su contenido también se ha debatido en otros organismos consultivos y con los responsables de las distintas delegaciones y secretariados, que han enriquecido las propuestas con sus aportaciones. El arzobispo, don Mario Iceta, firmó su aprobación el 25 de julio y su contenido marca las líneas a seguir desde el curso pastoral recién estrenado.

 

El plan es como «un mapa cuando salimos a hacer una ruta por el mundo», explica el vicario de Pastoral de la archidiócesis, José Luis Lastra. «Aunque sepamos dónde hay que ir, necesitamos que el camino esté señalado. Es una hoja de ruta donde nos damos a nosotros mismos las orientaciones para seguir el camino hacia la meta que el Espíritu nos pide hoy y aquí y que hemos descubierto entre todos». 

 

De esta manera, la archidiócesis en su conjunto será la encargada de ejecutar este plan, titulado «Peregrinos de esperanza», coincidiendo con el lema del jubileo universal que celebrará toda la Iglesia en 2025 propuesto por el papa Francisco. Ese mismo año, además, se cumplirán 950 años de la erección de la diócesis de Burgos.  

 

 

Misión y comunión

 

«La Asamblea Diocesana nos ha servido para descubrir juntos hacia dónde nos pide caminar el Espíritu», insiste Lastra. Según recoge el plan, los puntos de llegada son la consecución de «una Iglesia en estado de misión» y «que viva más la comunión». De ahí la urgencia que se pone en el llamado «primer anuncio» y el trabajo en común entre todos los sectores de la Iglesia en Burgos. «La sociedad burgalesa dice que es católica, pero en la práctica vemos que somos poquitos. No hay que salvaguardar lo que tenemos, sino invitar a todos», explica el vicario. Por ello, el plan indica prioridades y medios para tomar conciencia de esta urgencia misionera con la creación de equipos de primer anuncio en las parroquias y la apertura de centros juveniles y el desarrollo de cursos prematrimoniales adaptados en esta clave de anuncio misionero. 

 

Junto a ello, el plan incide en la necesidad de trabajar en comunión: «Aunque seamos pocos, también es cierto que somos muchos y muy variados; hay mucha riqueza y mucha diversidad entre nosotros, hay que abrir la comunión entre parroquias, entre delegaciones, trabajar en equipo en cada delegación y cada delegación con las demás», explica. 

 

El nuevo plan de pastoral tiene, además, varias prioridades a trabajar cada año. Así, durante este curso se hará hincapié en potenciar el primer anuncio; el acompañamiento será la línea de fuerza para el curso 2024-2025; la formación para el año 2025-2026 y la presencia pública de la Iglesia de 2026 a 2027. El plan también prevé un seguimiento y evaluación continua, a través de unos indicadores que determinen su impacto evangelizador; tarea que corresponderá realizar al consejo pastoral diocesano y a los organismos implicados en ejecutar cada una de las acciones transcurrido la mitad del tiempo de su puesta en marcha y al finalizar los cuatro años de su ejecución.

 

Jesús, Iglesia, Reino

 

El plan se estructura en torno a la consecución de tres grandes objetivos: «Suscitar y renovar el encuentro con Jesús»; «hacer misioneras nuestras comunidades» y «hacer presente en el mundo el reino de Dios». Para Lastra, se trata de un «orden lógico», aunque no necesariamente «cronológico». «Queremos comunidades abiertas y misioneras; no estamos para formar comunidades que nos hagan estar a gusto entre nosotros, sino que permitan el avance del reino de Dios y ser fermento de Dios en medio del mundo». 

 

«Es cierto que la vida continúa y hay cosas habituales de la vida de nuestras parroquias que no están recogidas en el plan. Pero hay cosas más difíciles o más nuevas». Y este documento de trabajo «pretende incidir en las novedades o en lo que no nos sale de forma tan espontánea, con una serie de ritmos y de medios concretos» y específicos. 

 

Así, «Peregrinos de esperanza» enumera un total de 31 acciones a implementar, los responsables de su animación y la temporalización de su ejecución. El vicario subraya algunas de las más novedosas, como la creación de equipos de primer anuncio y fomentar encuentros con los no creyentes. También destaca la urgencia de hacer misioneras nuestras comunidades, con la puesta en marcha de los consejos pastorales y de las unidades pastorales –«este año sí o sí hay que iniciar alguna formalmente con los elementos que nos dimos hace dos o tres años»– y la atención al mundo rural, «con la creación de un plan específico, sabiendo qué hay que hacer, que es algo más que las misas». 

 

Respecto al modo en que se intentará hacer presente en el mundo el reino de Dios, el vicario incide en la educación afectivo sexual con los jóvenes y el trabajo con las familias –«porque trabajamos con personas sueltas pero no con las familias»–. Además, insiste en que cada año se llevará a cabo una campaña diocesana sobre un tema a la luz de la doctrina social de la Iglesia (este curso estará centrado en el tema del trabajo digno en torno al 7 de octubre). También reflexiona sobre «cómo suscitar que en nuestra Iglesia de Burgos haya familias, parroquias y comunidades capaces de acoger a personas migrantes en situación provisional que se alarga y necesitan el calor humano y cristiano para avanzar en su integración». 

Jornada Mundial del Migrante y Refugiado

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Queridos hermanos y hermanas:

 

Hoy celebramos la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado: un camino a seguir con un horizonte común hacia una libertad «que debería caracterizar siempre la decisión de dejar la propia tierra», siendo libres «de partir o de quedarse», tal y como afirma el Papa Francisco en su mensaje para esta jornada. 

 

Con el lema Libres de elegir si migrar o quedarse, el mensaje para esta jornada subraya la preocupación por las personas en situación de vulnerabilidad a causa de la emigración, para rezar por ellas y para sensibilizar sobre las oportunidades que ofrecen las migraciones, como defienden desde el Dicasterio para el Servicio Humano Integral.

 

La huida de la Sagrada Familia a Egipto «no fue fruto de una decisión libre», como tampoco lo fueron «muchas de las migraciones que marcaron la historia del pueblo de Israel», escribe el Santo Padre en su misiva, dejando entrever que migrar «debería ser siempre una decisión libre». Sin embargo, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es. La posibilidad de «vivir en paz y con dignidad en la propia tierra», subraya el Papa, «todavía no es un derecho reconocido a nivel internacional». 

 

Aun hoy nos cuesta entender que los migrantes escapan, entre tantas razones, por culpa de la pobreza, del miedo, de la desesperación, de la incertidumbre, de la persecución, de la guerra o de la miseria. En este sentido, esta Jornada desea abordar las casusas del aumento de los flujos migratorios en todo el mundo, poniendo en el foco una serie de condiciones que posibiliten a las personas migrar o quedarse en sus países de origen. En todo caso, es necesario garantizar unas condiciones dignas en las zonas de origen y de destino de estos flujos migratorios.

 

Como Iglesia «nos duelen estas heridas que afectan a tantas personas y hermanos nuestros» y «nos preguntamos qué estamos haciendo o qué debemos dejar de hacer, para globalizar la corresponsabilidad que garantice un desarrollo humano integral y sostenible para las próximas generaciones», destacan mis hermanos obispos de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia episcopal española. 

 

En concordancia con el mensaje de la Subcomisión, cada migrante es «otro Cristo» porque el Señor Jesús se ha identificado con él (cf. Mt 25). En este sentido, debemos mostrar un profundo agradecimiento y nuestro respaldo y ayuda a todas las realidades eclesiales que trabajan en la Pastoral con migrantes en diferentes contextos de nuestro país: «Ellos contribuyen a encarnar el rostro de una Iglesia samaritana, mostrando el rostro del Dios de Jesús en los migrantes». 

 

Hemos de hacer presente al migrante en la mesa de nuestra vida y en el Banquete del altar, cuando partimos el Cuerpo del Señor y le vemos crucificado y resucitado con Él. Y hemos de hacerlo escuchando su palabra, acogiendo su dolor, sentándole en nuestra mesa, dándole de comer y ofreciéndole un lugar primordial en nuestra casa. 

 

Construyamos puentes, como insiste el Santo Padre, cuidando los canales para una migración segura: dondequiera que las personas decidan construir su futuro, en el país donde se ha nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar.

 

Con esta promesa de caminar juntos, le pedimos a Santa María, Consuelo de los migrantes, que nos abra los ojos y las manos y nos ayude a luchar contra toda injusticia que desfigura la belleza de Dios. Que la Virgen nuestra madre, ante nuestras fragilidades humanas, nos enseñe a ser bálsamo, caridad y acogida, y sepamos percibir –como Ella hizo en las Bodas de Caná– el dolor del hermano y estemos prestos a escuchar su palabra. A veces, solo basta un recuerdo: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2, 5).

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

El primer anuncio, prioridad pastoral de la archidiócesis para el nuevo curso

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Hasta hace unos años, la fe se transmitía en la familia, en la escuela, en la cultura popular. La parroquia era una institución que articulaba el modo de vivirla y todo conformaba un «cosmos de identidad católica». Ahora, sin embargo, «el régimen de cristiandad» ya no existe, la sociedad se ha secularizado y ha caído fuertemente la «cosmovisión cristiana». Pero «aún estamos a tiempo para salvar el barco; hay que salir de la zona de confort y anunciar el evangelio a una sociedad sedienta».

 

Bien lo sabe Teresa Valero, quien se considera «fruto del primer anuncio» emprendido en 2007 en Solsona; un proceso evangelizador que ella lidera ahora como delegada diocesana. Para resolver la crisis, es necesario «regresar a nuestra identidad y vocación más profunda como Iglesia y como bautizados», que no es otra que «anunciar a Jesucristo». «Si existimos, existimos para evangelizar. No podemos mirar a otro lado, es nuestra responsabilidad».

 

Así lo ha asegurado esta tarde en la jornada diocesana de formación con la que ha dado comienzo de forma oficiosa el nuevo curso pastoral, que este año quiere impulsar el primer anuncio en el quehacer de parroquias y comunidades. Para Valero, no se trata de «catequizar», sino de suscitar un encuentro con Jesucristo en las personas que no lo conocen, se han alejado e, incluso, los que ya se consideran cristianos.

 

Para lograrlo, hay que comenzar «con los de dentro», «convocando a los bautizados» a esta tarea en corresponsabilidad. «No todos sirven para todo, pero todos tienen la misma misión de llevar a las personas a Dios», de ser «discípulos misioneros». Ello exige un proceso de crecimiento personal basado en el discipulado y la comunidad; la necesidad de crear estructuras en las diócesis y parroquias, de aprender de lo que hacen otros. Por último, es importante implicar a toda la comunidad, que ha de de saber acompañar a las personas que desean integrarse en la Iglesia después de haber recibido el primer anuncio.

 

«Peregrinos de esperanza»

 

En la jornada de hoy –en la que ha participado el arzobispo, don Mario Iceta,– también se ha presentado el plan de pastoral «Peregrinos de Esperanza», la hoja de ruta de 31 acciones que se pondrán en marcha en la vida diocesana en los próximos cuatro años. Ha sido el vicario de Pastoral, José Luis Lastra, el encargado de presentar el documento, que recoge algunas de 165 propuestas de la Asamblea Diocesana. «No es para repetir lo de siempre, sino para incluir en nuestros respectivos planes algunas de las nuevas intuiciones».

 

El nuevo plan, además, pondrá varias líneas de fuerza en cada curso, centrados en el primer anuncio, el acompañamiento, formación y presencia pública de la Iglesia. Las acciones serán animadas por las delegaciones, que deberán implementar su realización en las parroquias, comunidades y movimientos. El objetivo general de este plan es promover una Iglesia más sinodal y evangelizadora desde el encuentro con Jesús. Por ello, cada una de las acciones se articulan de tal forma que se logre «suscitar el encuentro con Jesús», que «las comunidades cristianas se hagan misioneras» y que el Reino de Dios se haga cada vez más presente en medio del mundo.