La eucaristía, «signo elocuente» para la formación de los seminaristas

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Si siempre tiene un halo especial, la fiesta del Reservado de este año no podía ser menos. Las banderas ondeando a la puerta del Seminario, antiguas fotos en blanco y negro que hablan de una larga historia recorrida, la reliquia de su fundador, el beato Manuel Domingo y Sol y el monumento, preparado de forma especial a modo de una zarza ardiendo como la de Moisés, indicaban que en esta ocasión se celebraba de forma significativa. Se cumplen 125 años de la inauguración de aquella casa y, desde entonces, la presencia de Jesús sacramentado se reserva con mimo en el sagrario de su capilla. 

 

Después de haber preparado la fiesta con la celebración de un triduo, en el que han participado algunos de los alumnos que han llegado a ser obispos (mons. Fernando García Cadiñanos, Francisco Pérez y Ramón del Hoyo), hoy el Seminario se ha vuelto a llenar de seminaristas, familias, amigos y conocidos de esta venerable institución, donde se han formado numerosos sacerdotes a lo largo de los últimos 25 lustros. Don Mario Iceta ha presidido la eucaristía de esta mañana, tras la que el Santísimo ha quedado expuesto en vela permanente hasta el rezo de vísperas.

 

«El recorrido de este querido Seminario ha ido viviendo diversas etapas», ha señalado en su homilía el arzobispo emérito, don Fidel Herráez, que ha presidido el acto vespertino. Y siempre con el «acierto» de que aquellos que tenían la responsabilidad de «cuidar la vida cristiana de los jóvenes» que allí se formaban pusieran «la presencia sacramental de Cristo como referencia esencial en quienes han de irse preparando para anunciar la Buena Noticia». Hacer de la eucaristía el centro físico y espiritual del Seminario ha sido un «signo elocuente del enfoque, recorrido y programa de vida para quienes se preparaban para esa misión».

 

De esta manera, el «desbordante misterio» de la eucaristía ha servido para que los jóvenes que han pasado por el Seminario hayan «comprendido y asimilado que esa presencia sacramental les estaba llamando a una misión de vida con él y, desde él, a una entrega de amor y servicio a los demás».

 

Los orígenes

 

En 1897, el cardenal Fray Gregorio María Aguirre –entonces arzobispo de Burgos– y el hoy beato Manuel Domingo y Sol fundaron el Seminario Menor de San José. El 22 de abril de aquel año se colocó la primera piedra. Una vez concluidas las obras, en noviembre de 1898, el centro formativo comenzó su actividad académica con matrícula completa encargando el cuidado y la formación de los jóvenes a la hermandad de sacerdotes Operarios Diocesanos. El curso se inauguró con la celebración de la misa y la posterior reserva del Santísimo Sacramento en el sagrario de su capilla. Desde entonces, y año tras año, el segundo domingo de noviembre, el Seminario recuerda con alegría aquella primera reserva eucarística con su entrañable fiesta del Reservado, a la que asisten no solo los seminaristas y sus familias, sino también numerosos sacerdotes que se han formado entre los viejos muros del edificio del paseo del Empecinado.

Día de la Iglesia diocesana

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Queridos hermanos y hermanas:

 

«Un día me puse a pensar cuál será el último puesto que puede haber en el mundo. Y descubrí que el último puesto es a los pies de Judas. Y quise colocarme yo allí, pero no pude, porque allí estaba Jesucristo arrodillado lavándole los pies. Desde entonces creció mi aprecio por la humildad».

 

Tras estas palabras que pronunció san Francisco de Borja y que dejan paso a un tímido y fecundo silencio, deseo recapitular dónde nace lo verdaderamente importante de la fiesta que hoy celebramos: el Día de la Iglesia Diocesana.

 

Esta casa que nos cobija y nos reúne bajo el manto misericordioso del Señor es un hogar donde nos pertenecemos mutuamente y donde las alegrías y los padecimientos de nuestros hermanos son, también, los nuestros.

 

Por eso, nuestra alegría como Iglesia Diocesana es dejarnos afectar por la pena o la alegría de aquel que está sentado a nuestro lado, aunque apenas diga nada de aquello que le conmueve; es hacernos prójimos dejando en casa un universo entero de incertidumbres; es abandonarlo todo porque alguien necesita una palabra de aliento, un gesto de fe o un abrazo eucarístico que dé sentido a su vivir.

 

La alegría de nuestra fe no consiste en hablar de nosotros mismos y de todo cuanto construimos con nuestras propias manos, sino que se trata de reforzar el sentimiento de pertenencia al corazón compasivo del Padre.

 

Y ahí brota la raíz de lo que significa ser Iglesia Diocesana: ofrecer el tiempo, poner los dones al servicio, ayudar económicamente cuando más cuesta, rezar por los demás, amparar el dolor de quien no sabe qué decir, acompañar la soledad, escuchar al perdido, sostener al desamparado y dejar de preocuparse por el propio bienestar para ocuparnos de quien pone el Señor en nuestro camino. Sí, aunque a veces cuesta; pero solo cuando abrazamos nuestra propia debilidad, encontramos esa fuerza de Dios que sobreabunda nuestra razón (cf. 2 Cor 12, 10-16).

 

La Iglesia, como realidad empapada por la fe, la caridad y la esperanza, ha de ser cercana, humilde y amable; un hogar donde todos, desde nuestra vocación y como miembros de su Cuerpo, somos necesarios, únicos e importantes. Porque así nos mira Dios, con un amor infinito, mientras sigue de cerca nuestras huellas que caminan hacia la Tierra prometida.

 

Ayer tuvimos el encuentro pastoral diocesano en Melgar de Fernamental donde pudimos encontrarnos con las diversas realidades que trabajan en la archidiócesis para fomentar la dimensión misionera y de primer anuncio de nuestra Iglesia. Un encuentro que nace de la Eucaristía, sacramento de comunión y amor que edifica la Iglesia. En este sacramento encontramos la fuerza para testimoniar la vida y esperanza que el mundo de hoy necesita. A partir de ella somos enviados a prender la luz de Cristo en todos los rincones y ámbitos de la tierra burgalesa y, por medio de los misioneros, hasta el fin del mundo.

 

Le pedimos a Santa María la Mayor, patrona de nuestra archidiócesis, que cuando arrecie el temporal nos cuide con su amor maternal, que nunca nos olvidemos de los más necesitados y asistamos a los enfermos «con el cariño de una madre hacia su único hijo enfermo», como pedía san Camilo de Lelis.

 

Y recuerda: tú eres Iglesia Diocesana, que es hogar, sostén y amparo, y mientras sigas renovando cada encuentro con Cristo Crucificado y Resucitado, en tu vida y en la de tus hermanos, no habrá una sola parroquia abandonada en el corazón del mundo.

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Comunidades misioneras que viven la sinodalidad

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La archidiócesis ha celebrado hoy su encuentro pastoral anual, una jornada que conjuga formación, testimonios, celebración y convivencia en el marco del Día de la Iglesia Diocesana y que ha cambiado de formato en el transcurso de sus catorce ediciones. Siguiendo las propuestas de la última Asamblea Diocesana y tras el éxito del último encuentro, celebrado en Miranda de Ebro, en esta ocasión se ha desarrollado también fuera de la capital. La villa de Melgar de Fernamental se ha volcado en la organización, con su alcalde a la cabeza. Allí ha habido tiempo para visitar algunos de sus más significativos rincones y conocer algunas experiencias pastorales de dentro y fuera de la archidiócesis. 

 

«Comunidades misioneras» ha sido el lema del encuentro. El objetivo del mismo, como ha enmarcado el arzobispo, no era otro sino reforzar la necesidad de «vivir unidos» más allá de lazos de sangre o afinidad, sino «conforme a la misión compartida» de anunciar el evangelio. De ahí que el modo de trabajo en los consejos pastorales parroquiales y de economía haya centrado las reflexiones. Por el escenario del salón de actos de la Casa del Cordón han desfilado los miembros del consejo pastoral de Melgar, el de economía de San Cosme y San Damián de Burgos, los consejos arciprestales de Miranda de Ebro y Gamonal y el consejo pastoral de la futura unidad pastoral de Medina de Pomar. 

 

Fernando Gutiérrez, arcipreste de la ciudad de Ávila, ha trasladado el significado y finalidad de estos consejos. «El bautismo nos une a todos en la misma dignidad y misión». Por eso, ha dicho, los consejos y el protagonismo de los laicos no pueden deberse a la escasez de clero, sino «porque la Iglesia es un misterio de comunión», donde cada uno puede aportar sus cualidades al servicio de la misión. Los consejos pastorales diocesanos, los consejos parroquiales y arciprestales (aunque en la diócesis abulense son solo equipos de reflexión) y los consejos de economía suponen así un ejercicio de comunión y corresponsabilidad, donde laicos, religiosos y sacerdotes delinean conjuntamente las acciones a realizar. 

 

Vivir en luz, vivir en caridad

 

Tras la comida de hermandad y la representación del grupo de teatro de Sasamón ha llegado el turno de la eucaristía, celebrada en la iglesia de la Asunción, la segunda más grande de la provincia después de la catedral. En su homilía, don Mario Iceta ha trasladado la necesidad de «buscar y desear el don de la sabiduría». Una sabiduría que nos ayude a «conocer las cosas como Dios las conoce, en la verdad», a «gobernar mi propia vida, a cumplir la misión que Dios me has encomendado».

 

Para el pastor diocesano, la sabiduría es sinónimo de «vivir en caridad», de «brillar en el amor», superando «el cansancio y la modorra». «Que Dios no nos encuentre roncando, sino con la luz encendida», para saber el camino por el que transitar y vivir la caridad «con la que sólo Dios puede reconocernos».  

«La JMJ es comenzar un nuevo capítulo en la vida»

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Han pasado apenas tres meses de aquella experiencia, pero los momentos vividos aún perduran en el recuerdo. Tanto, que para muchos han supuesto un auténtico revolcón en sus vidas. Algunos de los más de 300 jóvenes que viajaron a Lisboa el pasado verano para participar en la JMJ junto al papa Francisco se han reencontrado hoy para «cargar las baterías» y poner en acción todo lo allí aprendido, como les ha pedido el arzobispo.

 

Don Mario Iceta ha trasladado a los jóvenes que toda JMJ es «comenzar un nuevo capítulo en la vida». De esta manera, les ha pedido interrogarse sobre lo que les impide levantarse y caminar, pues tras aquella experiencia «no se puede seguir haciendo lo mismo».

 

Por eso, les ha animado a vivir las mismas actitudes de la Virgen María: Ponerse en camino aprisa –«¿a qué esperas?»–, dirigirse a la montaña y vivir el «encuentro con el Señor en lo cotidiano de tus clases y tu trabajo» o «dejar de servir tu pereza y comodidad» para «servir a Dios y por amor a él a los demás». «¿Tú sirves? El que no sirve no sirve», les ha cuestionado. Para lograrlo les ha trasladado la necesidad de poner la confianza en el Señor, «porque él cumple lo que promete».

 

La vigilia de oración, que ha tenido lugar en la iglesia de San Lorenzo El Real, al más puro estilo Hakuna, ha servido para dar gracias por lo vivido en aquellas dos intensas semanas, en la que muchos de ellos fueron acogidos en familias portuguesas. También se ha escuchado el testimonio que la JMJ supuso en la vida de dos jóvenes –para una de ellas la experiencia la empujó a entrar en un monasterio de clausura– y ha habido momentos para la convivencia y la cena compartida.

La archidiócesis presenta el Día de la Iglesia Diocesana: «Orgullosos de nuestra fe»

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En un nuevo ejercicio de transparencia, la archidiócesis de Burgos ha presentado a la opinión pública el balance de su labor durante el pasado año. En concreto, en este Día de la Iglesia Diocesana, la Iglesia en Burgos quiere contar en qué ha trabajado durante este 2022 y con qué recursos ha contado para llevar a cabo esa tarea.

 

Bajo el lema «Orgullosos de nuestra fe», la archidiócesis ha mostrado su balance económico y las acciones pastorales y asistenciales llevadas a cabo en el ejercicio del último año. También ha dado las gracias a las numerosas personas, voluntarias en su gran mayoría, que prestan su tiempo, sus cualidades, su oración y su colaboración económica para que la Iglesia pueda realizar su labor.

 

Balance de la actividad celebrativa, pastoral, educativa y asistencial

Durante la rueda de prensa, Carlos Izquierdo, vicario general de la archidiócesis, ha explicado que se acaba de acometer una importante reforma de la Curia Diocesana con el objetivo de «asegurar que las 1.004 parroquias que tiene la archidiócesis estén plenamente atendidas por los sacerdotes». Todo ello a través de las unidades de atención pastoral que ha puesto en marcha la archidiócesis.

 

La archidiócesis también ha hecho una importante apuesta por el patrimonio que atesora y su conservación. En ese sentido, el vicario general ha asegurado que cuenta con cerca de 2.000 templos o espacios, de los cuales se han arreglado más de 1.000 tejados. Además, ha anunciado la próxima creación de una fundación, Ars Burgensis, para trabajar en la conservación y la promoción de ese patrimonio.

 

También se ha abordado el refuerzo en el campo de la comunicación, con un esfuerzo por continuar en la senda de la transparencia y con la intención de dar más voz a los arciprestazgos. Todo ello a través de una renovada página web que también será presentada próximamente.

 

Y otro pilar de esta renovación en la archidiócesis es la apuesta por centralizar la gestión de los colegios diocesanos a través de la Fundación Educativa Manjón y Palencia, que acoge a los cinco colegios que dependen de la archidiócesis y al Colegio Círculo Católico. Todo con la intención, ha señalado Izquierdo, de hacer una apuesta «completa y diversificada» para ofrecer una educación concertada «amplia».

 

Ya en el terreno de los datos, durante 2022, la Iglesia en Burgos ha celebrado 1.136 bautizos, 934 confirmaciones, 1.537 primeras comuniones y 314 matrimonios.

 

día de la Iglesia diocesana

 

Además, cuenta para ello con 349 sacerdotes diocesanos, 2 diáconos permanentes, 18 seminaristas, 720 catequistas y 993 religiosas y religiosos. Todos repartidos en las 1.004 parroquias que tiene la archidiócesis.

 

También cuenta con 356 monjas y monjes de clausura en 28 monasterios, y tiene 511 misioneros y 5 familias en misión difundiendo el Evangelio a través de su testimonio en los territorios de misión.

 

En el plano educativo, en la archidiócesis hay 27 centros concertados católicos, con 18.127 alumnos matriculados y 1.246 docentes, además de los 168 trabajadores no docentes.

 

En cuanto a la actividad cultural, la archidiócesis dispone de 97 bienes inmuebles de interés cultural, 87 proyectos de construcción y rehabilitación y 18 celebraciones y fiestas religiosas de interés turístico regional y nacional.

 

La actividad caritativa y asistencial también tiene una fuerte presencia en la archidiócesis de Burgos. Cuenta con 59 centros para mitigar la pobreza, que atendieron a 10.867 personas; 9 casas para ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad, que atendieron a 992 personas; 1 centro de asistencia para migrantes y refugiados, que atendió a 2.488 personas; 1 centro para rehabilitación de drogodependientes, que atendió a 107 personas; 6 centros de menores y jóvenes, que atendieron a 1.095 personas; y 2 centros para la promoción de la mujer y para víctimas de violencia, que atendieron a 1.279 personas. Todo ello no sería posible sin los 681 voluntarios de Cáritas Diocesana de Burgos o los 39 de Manos Unidas.

 

Balance económico

La ecónoma diocesana, Mariola Rilova, ha explicado los principales datos económicos de la archidiócesis «para que todos sepan el destino de los fondos que recibimos». En ese sentido, Rilova ha señalado que la archidiócesis de Burgos es una de las diócesis españolas que encabeza el ránking de transparencia y apuesta por seguir en esa línea, en la que «todos conozcan la trazabilidad del dinero que nos dan».

 

La ecónoma ha hecho un repaso del balance económico de 2022. La partida de gastos ascendió a 42.520.878,56 euros (más de 42 millones y medio de euros). Su mayor partida (42,68 %) ha sido destinada a pagar los sueldos del personal seglar, la mayoría de ellos trabajadores en los cinco colegios diocesanos.

 

De hecho, Rilova ha afirmado que la constitución de la Fundación Manjón y Palencia, en la que están integrados esos cinco colegios, forma parte de un ejercicio de transparencia para separar en las cuentas los gastos ordinarios de la actividad de la archidiócesis de los de los colegios.

 

Otra partida importante de los gastos (el 31,09 %) ha sido la destinada a sufragar costes en la conservación de edificios y funcionamiento de los mismos. La archidiócesis invirtió 13.218.971,91 euros en rehabilitación de edificios, mobiliario, maquinaria y consumibles.

 

El pago de las retribuciones del clero y su Seguridad Social, así como otras prestaciones sociales supuso el 10,64 % del gasto total de la economía diocesana, sumando los 4.525.465,27 euros.

 

En acciones pastorales y asistenciales la diócesis invirtió el año pasado 4.935.720,75 euros (el 11,61 % del gasto) de forma directa, pues la atención en Cáritas o las actividades pastorales más comunes se realizan directamente en las parroquias y formando parte de la actividad ordinaria. Es una partida que, prácticamente, se duplicó respecto al año pasado, lo que demuestra que la actividad pastoral ya ha recuperado plenamente los niveles prepandemia.

 

 

Las últimas inversiones de la archidiócesis son las que tienen que ver con la construcción de templos, programas de rehabilitación y gastos extraordinarios. En ello, invirtió 1.064.838,87 euros (el 2,50%), mientras que gastó 629.774,25 euros (1,48 %) en aportaciones a centros de formación, como el Seminario, los colegios diocesanos y el Colegio Español en Roma.

 

En el capítulo de ingresos, estos ascendieron a 42.505.688,33 euros. Sin obviar los ingresos denominados “corrientes”, procedentes de los conciertos de formación e ingresos por servicios como capellanías o entradas a museos (66,24% de los ingresos), que suponen 28.156.323,83 euros, la segunda fuente de financiación de la archidiócesis depende directamente de las aportaciones voluntarias de los fieles, el 15,73 %. El año pasado, entre colectas, suscripciones, herencias y legados, las arcas de la archidiócesis recibieron un total de 6.686.892,32 euros.

 

El 13,32 % de los ingresos (5.659.978,30 euros) procede a su vez de lo recibido a través de la Asignación Tributaria y proveniente del Fondo Común Interdiocesano, el organismo de la Conferencia Episcopal que distribuye el dinero recibido a través del IRPF de la casilla a favor de la Iglesia en su declaración en función de las necesidades de las diócesis españolas.

 

El 4,58 % de los ingresos (1.945.945,56 euros) procede de los alquileres de inmuebles y financieros, mientras el que 0,13 % restante (56.548,32 euros) procede de ingresos extraordinarios (enajenaciones de patrimonio e indemnizaciones y plusvalías).

 

El ejercicio ha concluido con un ligero déficit de algo más de 15.000 euros, al que Rilova ha restado importancia, porque «no es una cifra preocupante, porque estamos hablando de un presupuesto de más de 42 millones de euros».

 

La ecónoma ha agradecido la colaboración de tantos benefactores sin los que sería imposible realizar toda esta labor, y ha recordado que la donación no es la única forma de colaborar con la Iglesia: «Hay cuatro pilares que cada uno de nosotros puede ofrecer para sostener la Iglesia diocesana: la oración, el tiempo, las cualidades y la contribución económica», ha explicado Rilova.

 

El ejemplo de la labor diocesana en la educación: la Fundación Educativa Manjón y Palencia

Después ha tomado la palabra Bruno Castillo, el director del Colegio Visitación de Nuestra Señora ‘Saldaña’, quien ha explicado en qué consiste el trabajo de la Fundación Manjón y Palencia que acoge a su colegio y a otros cuatro, propiedad también de la archidiócesis.

 

Castillo ha asegurado que la Fundación permite «fortalecer diversos ámbitos de trabajo en los centros». Por ejemplo, ha hablado de la formación de redes de colaboración en ámbitos como la orientación de los alumnos o de «compartir buenas prácticas».

 

 

El director del Colegio ‘Saldaña’ también ha abordado la constitución de equipos directivos, que una vez al mes se reúnen para trabajar «guiando las pautas de formación». También se comparten asuntos del ámbito de la pastoral, en los que también participa el Colegio Círculo Católico.

 

En definitiva, como ha explicado también Mariola Rilova, la ecónoma diocesana, la labor que realiza la Iglesia en Burgos en el ámbito de la educación también tiene mucho que ver con su presencia allí donde no llegan otras instituciones, y señalaba el caso de muchos alumnos de los centros concertados que provienen de familias y entornos vulnerables y que «no tendrían cabida en ningún otro centro concertado de Burgos».

 

Todos suman

La Iglesia española sigue realizando esfuerzos para ser cada vez más transparente en sus cuentas y buscando vías de autofinanciación que hagan depender menos de instituciones intermedias. En ese sentido la Conferencia Episcopal puso en marcha hace años en marcha la web donoamiiglesia.es, un portal donde colaborar con las diócesis del país a través de internet. De este modo los usuarios podrán elegir dónde desean que vaya su aportación: a su parroquia, a su diócesis o a la Conferencia Episcopal.