La parroquia de San Juan de Ortega practica el cuidado de la Casa Común en el Vena

por redaccion,

<
>

 

El arciprestazgo de Burgos-Gamonal ha vivido este sábado, 4 de mayo, una jornada de cuidado de la Casa Común. Y es que la parroquia de San Juan de Ortega, en colaboración con la Fundación Oxígeno, ha llevado adelante una sesión de voluntariado ambiental en las márgenes del río Vena.

 

La actividad se enmarcaba dentro de la campaña Vecineando, que la parroquia está llevando adelante a lo largo del presente curso. Con ella, se pretende conocer y querer más el Barrio de San Cristóbal y sus gentes. Después de una rifa navideña a favor de los vecinos más vulnerables, la confección de 75 metros de bufanda tejida colectivamente, la puesta en la calle del carnaval con sus chirigotas y la carrera solidaria para visibilizar las demandas vecinales, se lanzó esta iniciativa medioambiental.

 

En la misma han participado más de 80 personas, entre las que destacaban numerosas familias. Divididos en tres grupos, los participantes, de manera rotativa, han intervenido en tres talleres: uno de interpretación del medio a través del cual han aprendido un poco más de la estructura del cauce, así como de la fauna y la flora que lo habita, un segundo taller de reciclaje y limpieza de las riberas y un tercer taller de construcción de refugios para pájaros.

 

Los participantes han valorado la buena organización de la actividad por parte de la Fundación, que les ha permitido conocer más a fondo la riqueza que encierra la ribera del Vena, tomar más conciencia del impacto de la mano humana sobre la misma -se han recogido más de doce grandes bolsas llenas de todo tipo de basura- y contribuir a adecentar este espacio común para que sea más habitable a todos.

 

«La presencia pública de la Iglesia, la colaboración con entidades no eclesiales, el cuidado de la Casa Común, la difusión del Evangelio de la Creación o el trabajo comunitario son algunas de las líneas transversales de esta iniciativa con perspectiva de futuro», explica el párroco, Fco. Javier García Cadiñanos.

«Pascua del Enfermo: donde ninguna lágrima se pierde para Dios»

por redaccion,

«Pascua del Enfermo: donde ninguna lágrima se pierde para Dios»

rawpixel.com | Freepik

Escucha el mensaje de Mons. Iceta

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Hoy, sexto domingo del tiempo pascual, celebramos la Pascua del Enfermo y revestimos nuestro corazón de misericordia para orar con y por aquellos que están atravesando el arduo camino de la enfermedad.

 

Este día, además, concluimos la Campaña del Enfermo que ha ido colmando de esperanza una delicada prueba que, tantas y tantas veces, se instala en el alma dolorida de esos hermanos nuestros, santos de andar por casa y de la puerta de al lado, que experimentan sentimientos de miedo, incertidumbre o desánimo.

 

Convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas (Jer 31, 13), reza el lema de esta jornada, que pone fin a la Campaña del Enfermo. Campaña que, como señalan en su mensaje los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social, vivimos «en el contexto de la preparación del jubileo de 2025» y que se fundamenta en la oración y en la confianza como elementos claves que «nos abren a la esperanza que permite no sucumbir ante la tristeza y el sufrimiento».

 

Al mismo tiempo, los obispos destacan que «como Cristo está delante del rostro de Dios y pide por mí, así cada uno presentamos delante de Dios a los enfermos». Y si no vivimos nuestra fe desde esta certeza, ¿cómo podremos decir que somos el reflejo vivo de la mirada del Señor?

 

Los cristianos estamos llamados a amar al prójimo, a ese sentir samaritano que nunca pasa de moda, a vivir este mandamiento que el Señor pide a los discípulos y que tiene una concreción especial en los más débiles y necesitados. Y no podemos creer de otra manera: o somos samaritanos o no comprendemos el fundamento del seguimiento de Jesús muerto y resucitado, esperanza y vida de la humanidad sufriente.

 

Pero no basta únicamente con curar; hay que cuidar, acompañar, aliviar, estar dispuesto a salir al paso del que sufre y consolarle en sus momentos más difíciles. Sin tiempos que imposibiliten el amor donado, sin excusas de poco valor humano, sin barreras germinadas en arenas movedizas. Porque el amor verdadero no entra en consideraciones de si el hermano que sufre proviene de un lugar u otro, de una coincidencia de ideas o de formas similares de pensar; porque amor con amor se paga, y quien está al otro lado de la puerta pidiendo ayuda es, por encima de todo, mi hermano.

 

¿Acaso alguno de nosotros no tiene alguna herida en su cuerpo o en su espíritu? Y si nos encontramos en una situación de necesidad, incertidumbre o desesperación, ¿no querríamos encontrar una mano que calmase nuestro sufrir?

 

Al hilo de este sentir, recordamos las palabras que el Papa Benedicto XVI afirmó en un discurso a los participantes de la Conferencia Internacional del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud en noviembre de 2012, donde –haciendo alusión a los enfermos– elogió su «testimonio silencioso» como «signo eficaz e instrumento de evangelización» para sus cuidadores y familias. Teniendo la certeza de que «ninguna lágrima, ni de quien sufre ni de quien está a su lado, se pierde delante de Dios», manifestó que son «los hermanos de Cristo paciente» y, con Él salvan al mundo.

 

Reconozcamos el rostro de Cristo en quienes sufren y permitamos, como revela el Papa Francisco en Evangelii gaudium (n. 6), que la alegría de la fe se despierte «como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias». Hagámoslo y seamos fuente de fortaleza y esperanza que, en la debilidad, la zozobra y la enfermedad, ofrece en nombre de Cristo una mano amiga que trate con amor y paciencia.

 

Con María, que custodió en sus entrañas al Hijo de Dios, estamos llamados a vivir de modo cotidiano la caridad en el cuidado de los enfermos y los necesitados. Que Ella, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza, nos enseñe a ser sensibles ante todo sufrimiento y a servirles con corazón generoso.

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

La Delegación de Familia y Vida presenta su plan para «devolver las familias a las parroquias»

por redaccion,

<
>

 

La Delegación episcopal de Familia y Vida de la archidiócesis de Burgos ha celebrado este sábado, 4 de mayo, un encuentro diocesano para presentar el Plan Diocesano de Pastoral Familiar, un documento que ofrece las herramientas que esta Delegación va a poner en marcha durante los próximos tres años. Una pastoral que, en palabras del arzobispo, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, es «el nudo gordiano en el que convergen todas las pastorales. Cuando no hay pastoral familiar no hay cemento para unir los ladrillos, que son el resto de pastorales», ha señalado durante el encuentro.

 

Una cita que ha comenzado con una acogida por parte de los matrimonios que conforman el equipo de la Delegación, seguida de una oración que ha contado con los cantos de Hakuna. El arzobispo ha hecho la introducción al Plan Diocesano de Pastoral Familiar y ha comenzado explicando la larga trayectoria que tiene como experto en Familia y Vida, que le ha llevado a presidir la Subcomisión Episcopal dedicada a este asunto en la Conferencia Episcopal Española durante dos mandatos, así como a ser padre sinodal durante la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Familia que se celebró en 2016 y que dio como fruto la exhortación apostólica Amoris Laetitia del papa Francisco.

 

Mons. Iceta también ha mostrado su perplejidad al comprobar, durante las visitas que realiza a las parroquias de la archidiócesis, cómo la pastoral familiar se ha diluido en la mayoría de ellas, mientras en otras conserva apenas una presencia testimonial. «Llegaba a las parroquias y veía a los catequistas de niños, de jóvenes, a la adoración nocturna, Cáritas… y preguntaba ‘¿y pastoral familiar?’ y no obtenía respuesta». El arzobispo también ha mostrado una estadística que asegura que más del 60 % de los jóvenes no ven la vida matrimonial como algo deseable.

 

En ese sentido, Mons. Iceta se ha preguntado si los adolescentes necesitan una educación afectivo-sexual y que, aunque no sepan que la necesitan, la Iglesia debe ofrecérsela. Y es que iniciativas como los cursillos prematrimoniales sirven «para desarrollar herramientas para que el matrimonio no sea un fracaso». «Nuestra obligación, la de todos los bautizados, es ofrecer herramientas, darlas a conocer y ayudar a otros matrimonios. ¿Qué ofrecemos a los adolescentes para que aprendan a amar? ¿Para que no se esclavicen con la pornografía? ¿Qué ofrecemos a los matrimonios cuando comienzan las primeras dificultades?»

 

Por ello, Mons. Iceta quiere impulsar la pastoral familiar, implicando también a los movimientos que hay en la archidiócesis, para que «los matrimonios cristianos sean conscientes de su vocación de ayudar a otros matrimonios».

 

Un plan con ocho ejes

Jorge Lara Izquierdo, delegado para la Familia y Vida de la archidiócesis, ha comenzado explicando que el Plan que han presentado este sábado ha sido un trabajo coral, realizado por un equipo compuesto por un sacerdote y siete matrimonios, con distintas edades, procedencias y sensibilidades, y que lo han elaborado bajo el modelo del Papa de «reconocer, interpretar y elegir».

 

En ese sentido, el Plan comienza analizando la situación de la familia y el matrimonio en la sociedad, constatando que «las situaciones de pareja y de matrimonio han cambiado mucho en los últimos años, con un descenso de los matrimonios católicos y de la natalidad, que se sostiene con los nacimientos de las familias migrantes». También ha hablado de la secularización imperante de la sociedad y de cómo la Iglesia no está acertando en el ámbito pastoral, en el que la pastoral familiar «es una realidad muy débil».

 

Óscar Moriana, consiliario de la Delegación, ha hablado de la parte de ‘interpretar’, y tras hacer un análisis de las claves teológico-pastorales que ofrece Amoris Laetitia, ha pedido que «los movimientos nos ayuden a acompañar a las familias que están en las parroquias», a la vez que ha recordado la fuerza de la vocación matrimonial, señalando que «cada matrimonio es una historia de salvación. Dios está en medio de vosotros. Eso da valor a vuestro matrimonio». Por eso, es fundamental apuntar a la «misión evangelizadora de la familia, realizando un anuncio explícito del Evangelio», así como al acompañamiento e integración de la fragilidad, a la formación… con el objetivo de «devolver a las familias a las parroquias».

 

Por su parte, Laura Pérez Martín, la otra delegada para la Familia y Vida y esposa de Jorge, ha analizado la parte de ‘elegir’, en la que ha explicado que, «dentro del abanico amplio de propuestas que Amoris Laetitia nos ofrece, hemos seleccionado ocho ejes». Esos ejes son la educación afectiva y sexual, la pastoral familiar prematrimonial, la pastoral familiar en el proceso matrimonial y familiar, la formación de agentes de pastoral familiar, el acompañamiento en la fragilidad, la pastoral familiar en comunidades parroquiales, colegios y movimientos, la pastoral familiar en su dimensión social y defensa de la vida y la pastoral familiar en salida.

 

«A los jóvenes les cuesta creer en el amor para siempre»

Tras la presentación del Plan, los cerca de 90 participantes en el encuentro se han dividido en ocho grupos en los que han podido conocer más a fondo los ejes de los que habla el documento, así como hacer aportaciones que consideraran interesantes para el proyecto.

 

La capilla del Seminario ha sido el escenario de la celebración eucarística, que ha estado acompañada en los cantos por el coro parroquial de Quintanadueñas. En su homilía, el arzobispo ha tomado las palabras que el Papa ha dirigido esta misma mañana a los Equipos de Nuestra Señora, a los que ha recibido en audiencia. En ese mensaje, que Mons. Iceta ha ido desgranando, Francisco señala que «a los jóvenes les cuesta creer en el amor para siempre», así como que ve una gran urgencia en «ayudar a los jóvenes a descubrir que el matrimonio cristiano es una vocación. Una llamada al amor siendo fecundos».

 

«Es importante que los nuevos esposos descubran la belleza de lo que está viviendo, para que les ayude a vivir una espiritualidad de pareja. A vivir la fe dentro de la pareja, redescubriendo la fe tanto personal como en pareja», ha señalado. Por eso, hay que «aprender a acoger a las familias más jóvenes, ayudándolas a descubrir el oxígeno de la fe con delicadeza. Los matrimonios tienen el don y la responsabilidad de construir comunidades cristianas», ha explicado el arzobispo.

 

Al concluir la celebración, muchos de los participantes se han acercado al presbiterio para colocar una hoja con los nombres de sus familias en un ‘árbol de la vida’, que ha quedado como una gran familia. El encuentro ha terminado con un aperitivo en el que los participantes han podido compartir las impresiones que les ha dejado este Plan Diocesano de Pastoral Familiar.

El arzobispo ordena dos diáconos: «Hombres de fe y de servicio, movidos por el Espíritu Santo»

por redaccion,

<
>
Más: galería fotográfica completa

 

Este sábado, 4 de mayo, dos aspirantes al sacerdocio han recibido de manos del arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, el sagrado orden del diaconado. Se trata de Guillermo Pérez Rubio, seminarista del Seminario Diocesano de San José, y de Fr. Enrique García Malo ECMC, monje del Yermo Camaldulense de Nuestra Señora de Herrera. Desde hoy, ambos son diáconos y, por tanto, parte del clero, están al servicio de la Iglesia en Burgos y un paso más cerca del sacerdocio. La misa, celebrada en el altar mayor de la catedral de Santa María de Burgos, ha contado con gran participación del clero diocesano, que ha concelebrado, con la comunidad de monjes del Yermo, que cumplen 101 años de presencia en la archidiócesis de Burgos, y con un numeroso grupo de fieles que se ha reunido para acompañar a los dos nuevos diáconos.

 

En su homilía, el arzobispo de Burgos ha comenzado recordando a los ordenandos la importancia de las promesas que van a realizar, y hablando del origen del diaconado: «Entre los primeros cristianos se plantea el problema de cómo servir las mesas de las viudas. Para ello eligen hombres de fe y de servicio, que son movidos por el Espíritu Santo. Hombres que despliegan las velas para mover el barco no con el motor, sino con el soplo del Espíritu. Así nacen los hombres de servicio, la diaconía. Servidores de la mesa de las viudas, de la mesa del altar y de la mesa de la Palabra».

 

Mons. Iceta también ha hablado de tres palabras que deben marcar la vida cristiana. «Son recibir, ofrecer y comprometerme. Recibir el don de Cristo, ofrecer lo que he recibido y, luego, comprometerme. Cuando se empieza por lo último, la vida cristiana se convierte en un mero compromiso, un nuevo pelagianismo», ha dicho, citando al papa Francisco.

 

«Déjate limpiar por el Señor. Dejarme lavar los pies lleva una enorme dosis de humildad. ‘Yo, que no necesito de nadie. Pues sí, tú necesitas que te laven los pies’», ha asegurado el arzobispo. «El día que nos cansemos de limpiar los pies no podremos sentarnos a la mesa del Señor, porque el Señor nos lava los pies en su mesa», ha afirmado.

 

Tras la homilía, los ordenandos ha realizado las promesas, se han rezado las letanías con ellos postrados en el suelo, y tras ese momento, el arzobispo les ha impuesto las manos sobre la cabeza, quedando ordenados diáconos.

 

Con la ordenación diaconal, estos dos jóvenes podrán administrar el sacramento del bautismo y presidir los matrimonios y las exequias, así como exponer el Santísimo Sacramento, distribuir la comunión y proclamar el evangelio y la oración de los fieles en las celebraciones litúrgicas. Además, en cuanto «servidores», se comprometen a vivir de acuerdo con la Palabra de Dios que predican, teniendo especial predilección en el cuidado y atención de pobres y enfermos.

 

«Ser diácono es estar disponible ante las necesidades de las personas»

Uno de los dos jóvenes que ha recibido la ordenación diaconal este sábado, Guillermo Pérez, ha pasado por los micrófonos de ‘El Espejo’ de COPE Burgos. Allí aseguraba, este pasado viernes, que sueña con ser un diácono -y, en el futuro, un presbítero- «que esté cercano a la gente, que sepa atender y escuchar sus inquietudes, sus necesidades, todo lo que llevan en el corazón, sin juzgar, pudiendo llevarles la Buena Noticia».

 

El joven ha narrado cómo le contó al papa Francisco, en la reciente audiencia que concedió a la comunidad del seminario de Burgos, que en tan solo una semana iba a ser ordenado diácono. «Él me dio su bendición. Fue un don el poder estar allí con el Santo Padre, un momento que no olvidaremos, tanto mis compañeros como yo».

 

El seminarista también ha señalado que ser diácono le servirá «para ponerse al servicio» de cara a su futura ordenación presbiteral. «Me servirá para no ser yo el centro, sino estar siempre en total disponibilidad a la Iglesia y a las necesidades, a la caridad, como nos decía además el Papa, y para poder configurarme en Jesucristo Siervo. Sobre todo, el estar disponible ante las necesidades de todas las personas, para escuchar, para atender, para animar, para consolar, para llevar la alegría de Jesús y para anunciar siempre al Señor».

 

Guillermo también ha explicado cómo ha vivido su preparación para este día. En especial, durante el tiempo que ha pasado de pastoral en las parroquias de la archidiócesis, «impartiendo catequesis, yendo a reuniones, liderando grupos de adultos, de jóvenes, convivencias… a nivel diocesano vas tomando mayor conciencia de la realidad de la Iglesia local, aquí, en Burgos, y participando y teniendo más responsabilidades a nivel diocesano».

 

El sacerdote diocesano Jesús Sancho publica ‘El alfoz de Ura’

por redaccion,

El sacerdote diocesano Jesús Sancho publica 'El Alfoz de Ura'

El sacerdote diocesano Jesús Sancho Lozano acaba de publicar el libro El alfoz de Ura, que presentará en la tarde de este sábado, 4 de mayo, en la Sala Arlanza de Covarrubias, junto al alcalde de la villa, Raúl Gredilla, el sacerdote Fermín González y Esther Martínez Sancho a la guitarra. «Se trata de una historia novelada», explica el autor, «un relato en el que una serie de personajes tratan de expresar los valores, el sentido, la ética, el valor de la palabra… lo que podríamos llamar ‘etopeya’. Con este libro he tratado de hacer un viaje de espeleología a ese mundo, a esas gentes, como indica la foto que adorna la portada».

 

Sancho explica que se ha remitido hacia atrás para que le ayude a él «a ver un poco más adelante. A veces, la incomprensión del pasado nos somete a la ignorancia del presente. El objetivo es que la gente conozca su patrimonio, etc., y que lo conozca a través de los personajes». El libro remite a lo que se ha dado en llamar ‘primer humanismo’, por lo que los personajes «son como esos machones de la arquitectura de Covarrubias, de entramado, donde aparecen, fundamentalmente, Isabel la Católica, Carlos V y Felipe II. Son ocho machones, pero la carga, fundamentalmente, es el espíritu de estas gentes».

 

En ese sentido, el escritor afirma que van apareciendo personajes «como, por ejemplo, el obispo Pedro de la Peña, de Covarrubias, que indica un poco el colofón de esta historia. Una isla pequeñita, como es el Ura, se lanza al continente. Pero no para conquistar, sino para encontrarse. Hay se habla del valor del mestizaje, etc. Es un personaje que nos sirve para contrastar, en un tiempo en el que la ‘cultura del fragmento’ está tan metida entre nosotros. Se trata de descubrir que el enrramaje de la cultura, de los valores… es también un tirar hacia adelante, como buscar en el futuro».

 

El sacerdote reconoce que tiene una gran vinculación a la comunidad del alfoz de Ura, en el que ha pasado gran parte de su vida, porque «mi pueblo, Quintanilla del Agua, pertenece al alfoz de Ura, y llevo de sacerdote en esa zona cerca de 30 años, entre los pueblos que están alrededor. Eso me ha dado el espíritu y el olfato para escribir este libro, por lo que se puede decir que hay cierta biografía en él».

 

Además, El alfoz de Ura, que se podrá adquirir en la librería diocesana Casa de la Iglesia y en la Librería del Espolón, tiene un fin solidario, porque tal y como explica el propio Sancho, «la intención es restablecer un retablo de Tejada, uno de los pueblos más chiquitos y de menor población. Es una restauración urgente. El capítulo 13 del libro está dedicado a él».