El arciprestazgo de Gamonal comienza a dar pasos a la luz del plan diocesano de pastoral

por administrador,

 

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Ayer sábado, 24 de septiembre, se celebró en el colegio diocesano Santa María la Nueva y San José Artesano, la asamblea arciprestal de Gamonal, que cada año marca el inicio del curso pastoral en las parroquias de este territorio de la ciudad. Alrededor de sesenta personas de las trece parroquias del arciprestazgo se dieron cita para compartir y dialogar sobre las prioridades pastorales, a la luz del recién aprobado plan diocesano de pastoral que tiene como lema «Discípulos misioneros».

 

Estas mismas palabras que aparecen en «Evangelii Gaudium» han sido la «melodía» que  ha guiado la reflexión de los sacerdotes, religiosos y laicos a lo largo de toda la asamblea.

 

Tras la acogida y la oración, José Manuel Madruga, delegado diocesano de misiones y sacerdote de San Juan Evangelista, habló sobre el sentido de la expresión «discípulos misioneros»: «Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo. Y el compromiso misionero del cristiano tiene su génesis en el bautismo. Es fundamental y clave el encuentro personal con Cristo. Así lo experimentaron Juan y Andrés, la Samaritana, San Pablo… y una pléyade de testigos hasta hoy», dijo en su exposición. Terminó subrayando que cada una de las parroquias del arciprestazgo ha de trabajar para que todos sus miembros descubran su ser de «discípulos misioneros».

 

Acto seguido, y después de compartir los ecos que había producido la disertación, llegó el momento del café y del descanso. A continuación, José Luis Lastra, vicario de pastoral, presentó de una manera ágil y sencilla el plan diocesano de pastoral.

 

Finalmente, un grupo de laicos que habían participado en los talleres de la jornada diocesana del viernes, presentaron brevemente lo tratado en cada uno de ellos y las sugerencias y propuestas que pueden ayudar en la programación del arciprestazgo y de cada una de las parroquias. Después de un momento de intercambio de pareceres, cada uno escribió en un papel las prioridades, acciones que considera fundamentales en el popular barrio de Gamonal.

«Nada debe parar la misericordia, ni las rejas ni las celdas»

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Fermín Ángel González, delegado de la pastoral penitenciaria.

 

Este nuevo curso, la pastoral penitenciaria arranca con un nuevo delegado, Fermín Ángel González, quien anteriormente estaba involucrado en el secretariado diocesano de pastoral gitana. Ante la fiesta de Nuestra Señora de la  Merced –patrona de los centros penitenciarios- que se celebró ayer, explica en qué consiste y cómo encara esta nueva etapa.

 

– ¿Cómo afrontas el hacerte cargo de la pastoral penitenciaria?

Estoy leyendo estos días sobre esa realidad de los privados de libertad y el camino recorrido por el Pueblo de Dios que se ha esforzado en aprovechar ese tiempo, que parece que se detiene en nuestra mente, para acompañarles en todas las facetas de sus vidas desde el Evangelio y hacia la libertad desde la justicia. Y así es como aparece nombrada esta pastoral en algunas diócesis, «pastoral de justicia y libertad», algo que entronca con la manera de acercarse Dios a los hombres, desde la misericordia. Pienso que por ahí tendremos que caminar.

 

Lo afronto con humildad y sabiendo que cada persona tenemos que resolver nuestros conflictos sin  violencia. Sin sufrirla y sin infringirla de ningún modo. Que yo no sufra quiere decir que nadie tiene que sufrir  tampoco.  Tengo paciencia hasta que me sitúe con todo conocimiento en el tiempo y en ese espacio. Lo decía Francisco en la E.G. 223, que «darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno. Se trata de privilegiar las acciones que generan  dinamismos nuevos en los  sociedad en involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán».

 

– ¿Contabas con algo de experiencia previa?

Hace muchos años entré en contacto con algunos de ellos a través de charlas de motivación para el autoempleo, y porque había chavales en nuestros proyectos y programas que se encontraban privados de libertad, pero por lo que he ido viendo, poco tiene que ver la realidad de los internos de  hoy con la de entonces. Y diferente el modo en que me acercaba entonces y cómo lo haré ahora.

 

De lo que tengo un  poco más idea es de la grandeza y la inviolabilidad de la libertad de cada persona y, por ello, lo duro que tiene que ser perderla, aunque sea temporalmente. Más si no ves el  modo y el momento de recuperarla. O si su ausencia te coloca ante una indefensión total que te impida plantear, comprender o afrontar el presente con lucidez y esperanza..

 

– ¿Hay algo que hayas descubierto en esta pastoral, una realidad que antes no conocieras?

No puedo hablar de esto aún, porque es  evidente que no se puede hablar sin escuchar y que hay que escuchar mucho y sin juzgar y sin presuponer. Estamos muy acostumbrados a colgar trajes a cualquiera, pero hay que dejar a cada  uno que diga su palabra. Hay que dejar hablar y recibir para entender y comprender. Y hay que tomar más conciencia de que nada de lo del otro me es ajeno. Tampoco de los privados de libertad por cualquier causa.

 

Estoy oyendo y leyendo que hay problemas con la sanidad, con la educación, los traslados, alejados de sus familias o entornos, falta de medios materiales, económicos, personales, judiciales, asistenciales… Pero lo tengo todo por descubrir.

 

– ¿Te apoyas en voluntarios?

Claro, aquí menos que en ningún área, se puede trabajar solo. El grupo y la comunidad (en todas sus esferas)son apoyos de gran fortaleza y siempre con la posibilidad de sumarse a la tarea de la esperanza y la alegría, Hay un  buen  equipo de voluntarios y vamos a tratar de ampliarle y diversificar la  presencia.

 

Tenemos que lograr sensibilizar a nuestra gente más joven y a nuestras parroquias de que los privados de libertad son nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros. .. y que no podemos ignorar su estancia en ese centro, porque tienen que volver de nuevo a estrenar libertad y a trabajar a nuestro lado para construir una sociedad más igualitaria. No podemos prescindir de nadie y hay que acompañar y hacer fructífero este tiempo. Intentaremos involucrar a cuanta más gente podamos y a darles la formación y los medios necesarios para realizar ese acompañamiento. Ahí contamos con la diócesis, que nos encomienda esta tarea y de forma más cercana con Cáritas cuyos programas se entretejen con esta misión.

 

Además la delegación suma a Jesús Maria Álvarez Martínez (Chusma), párroco de la Barriada Yagüe, a la que pertenece el centro, y que es también capellán, desde el barrio y trabajando en la universidad. Dos pilares para la conexión con la realidad exterior de la que no podemos alejarnos, ya que el proyecto es volver. Y seguiremos contando con Pepe (el anterior capellán de la cárcel), con Enrique, con Daniel y con todos los que se sumen o ya están acompañando en el piso de acogida o desde las parroquias.

 

– ¿Con qué necesidades se presentan los internos ante ti?

La necesidad y la esperanza de un preso  es su liberación. Esa es la necesidad primera, porque de eso se le ha privado, de la libertad. Y a partir de ahí devienen una serie de situaciones que descolocan todo lo demás: la familia, los amigos, el trabajo, la economía, el propio proyecto, la alegría y las pequeñas cosas de cada día que dentro son grandes, abismales y pesadísimas como castillos. Y se trastoca todo hasta perjudicar seriamente a la persona.

 

Pero para eso vino Jesús, para recordarnos el amor del Padre y para anunciar la salvación a los pobres, la liberación a los presos y a los afligidos el consuelo. Debemos entender que nada debe parar esa misericordia, otra de las necesidades de todos nosotros y de ellos. Y nada debe detenerla, ni las rejas, ni las celdas de aislamiento, ni nuestra mente que a veces nos  juega malas pasadas cuando no dejamos vencer  por el miedo, la impotencia, la rabia, el dolor, el odio. Tendremos que ser capaces de llevar esa misericordia a su corazón.

«Estuve preso y me visitasteis»

por administrador,

 

En este mes de septiembre, el calendario nos ofrece la oportunidad de acercarnos al mundo de la cárcel: el pasado día 24 se celebró la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona de las Instituciones Penitenciarias. Ella, en efecto, es la buena Madre que nos acerca a Aquel que nos libera de todas nuestras esclavitudes. Y esta fiesta, en el Año Jubilar de la Misericordia, tiene para nosotros una resonancia especial.

 

Cuando hablamos de «redimir al cautivo», que es una de las obras de misericordia que hemos querido ir recorriendo a lo largo de este tiempo, resuenan en nosotros los textos bíblicos que nos invitan a acordarnos de los que están encarcelados y a sentir con ellos su sufrimiento y su esperanza de liberación. No olvidemos aquel pasaje relativo al juicio final donde el mismo Jesús nos recuerda algo que al hacerlo a los demás se hace a Él mismo: «…estuve preso y me visitásteis» (Mt 25).

 

Tenemos que reconocer que el mundo de la prisión nos queda bastante alejado: las casi cuatrocientas personas que viven en nuestra prisión de Burgos, para muchos no dejan de ser exclusivamente un simple número. Por eso, la cárcel es hoy una de esas periferias a las que tenemos que acercarnos. Yo mismo, una de las primeras visitas que realicé a mi llegada a Burgos fue precisamente a la cárcel, visita de la que guardo un hondo recuerdo. Me alegra también que, a lo largo del año, bastantes parroquias os hayáis acercado a la prisión para celebrar vuestra fe con esas personas privadas de libertad y compartir con ellas un rato de animosa y cálida tertulia. Igualmente me alegra que un grupo numeroso de sacerdotes de nuestro presbiterio realice labores de voluntariado, que permiten ayudar a normalizar su vida a las personas que están a punto de recobrar la libertad. Agradezco también al grupo de voluntariado que, desde la Capellanía de la Cárcel, comparten semanalmente diferentes actividades formativas, culturales, lúdicas y, por supuesto, de celebración de la fe. En este sentido es obligado e imprescindible por parte de la Iglesia diocesana resaltar y agradecer el magnífico e incalculable servicio que durante estos 25 últimos años ha realizado D. José Baldomero Fernández de Pinedo Arnáiz. Los sacerdotes que toman ahora el relevo en la Capellanía, D. Fermín Ángel González López y D. Jesús María Álvarez Martínez, proseguirán sin duda esta ejemplar tarea realizada. Todas las iniciativas mencionadas no dejan de ser pequeños gestos de misericordia que, desde el trato cercano y personal, contrarrestan la vorágine de despersonalización que puede manifestarse en la cárcel.

 

Me uno al diagnóstico que el papa Francisco hacía en la visita a un penal en Ciudad Juárez (Méjico): «Las cárceles son un síntoma de cómo estamos en la sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y de omisiones que han provocado una cultura del descarte. Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; de una sociedad que, poco a poco, ha ido abandonando a sus hijos». En efecto, pensamos que los problemas se solucionan apartando, aislando, encarcelando, alejando, olvidando, castigando… Y así solo alentamos el círculo de la violencia y de la exclusión.

 

Jesús nos indica, sin embargo, que hay otros caminos diferentes que sí que son capaces de rehabilitar y reinsertar: caminos que pasan siempre por la misericordia entrañable que a lo largo de este año venimos celebrando. Dios siempre nos ama infinita e incondicionalmente, por encima de nuestro actuar. Dios abraza, acoge, perdona, comprende, acompaña, nos lleva de la mano y nos reconcilia con nosotros mismos recordándonos siempre nuestra inviolable dignidad de hijos. Sólo la medicina de la misericordia sabe poner a cada persona en el centro, sanándola de sus actos y comportamientos, y reinsertándola así en la sociedad.

 

Cuando miramos como Dios, desde la misericordia, nuestra mirada a cada persona privada de libertad también se transforma: no es una mirada que condena, sino que es la mirada que posibilita el acompañamiento, la liberación y la esperanza. Es la mirada que se interroga interiormente y que hasta llega a preguntarse, como hace el papa Francisco cuando entra en una cárcel: «¿Por qué ellos y no yo?» Todos cuantos están privados de libertad, por los motivos que sean, esperan ser liberados de su situación. Son hermanos nuestros que necesitan ser visitados por el Evangelio y por sus mensajeros. Son personas que necesitan nuestra oración, nuestro recuerdo, nuestro apoyo, nuestro tiempo.

 

Mis últimas palabras quisiera que fueran para las personas privadas de libertad: me gustaría que cada uno de vosotros viváis este tiempo no como tiempo perdido, sino como una nueva e importante oportunidad en vuestras vidas. No cuenta tanto el por qué estamos aquí, sino el para qué. Que Dios os ayude, os bendiga y derrame su misericordia entre vosotros, a través de nuestra Virgen de la Merced.

Los sacerdotes cuentan con un nuevo curso destinado a su formación

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sacerdotes diócesis burgos

La Facultad de Teología, en colaboración con la Vicaría del Clero, ofrece durante este curso 2016-17 varios cursos de licenciatura para la formación de los sacerdotes diocesanos.

 

El primer semestre constará de dos cursos. El primero de ellos, impartido por Eloy Bueno de ls Fuente, tratará el tema «La Pascua del Resucitado», y comenzará este lunes 26 de septiembre, en horario de 9.00 a 11.00 horas. El segundo curso, con el tema «Espiritualidad laical», correrá a cargo del profesor Rafael Pérez Oreiro y comenzará el 3 de octubre.

 

El segundo semestre también contará con dos cursos, siendo «La Pascua de Jesús según san Marcos» el primero de ellos, y que será impartido por Francisco Pérez Herrero. El segundo, con Antonio Martínez Serrano como profesor, tratará la teología y espiritualidad de las religiones no cristianas.  Ambos cursos comenzarán el 9 de enero.

 

Para matricularse, los interesados deben acudir a la secretaría de la Facultad de Teología, en horario de lunes a viernes de 11 a 13.30 horas y de 18.30 a 19.30 horas. También pueden escribir a secretaria@teologiaburgos.org o llamar al 947 26 70 00.