Fidel Herráez: «Quiero ser hermano para todos y construir el futuro junto a vosotros»

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«Mando a todos los burgaleses un abrazo de hermano; un abrazo del que quiero que nadie se sienta excluido». Estas fueron las primeras palabras que el arzobispo electo de Burgos, Fidel Herráez, dirigía a los burgaleses en un medio de comunicación local minutos después de hacerse público su nombramiento. Lo hizo en «El Espejo de la Iglesia en Burgos», el programa de información diocesana que emite cada viernes la cadena Cope en la provincia y donde el arzobispo electo aprovechó su intervención para mandar –«aunque sea desde las hondas de la radio»– un abrazo fraterno a todos los burgaleses: «Les digo que reciban un abrazo de hermano, porque soy un hermano que va a caminar con los hermanos», dijo, «poniéndome a disposición de cuantos allí me necesiten».

 

Tras la rueda de prensa que el nuevo arzobispo impartió en Madrid, Herráez intervino en directo en «El Espejo» para saludar por primera vez a los burgaleses. En la entrevista aseguró que viene a la diócesis porque «quiere ser regalo para los demás porque nada de lo que tengo es mío, todo lo mío es un regalo que he recibido de Dios; y con esa disposición llego a Burgos». Para Herráez, su ministerio episcopal será el de «caminar con vosotros» pues entiende que «esa es la misión que Dios me pide», dando así continuidad a la tarea de los apóstoles para «amar y servir a todos y cada uno» de los burgaleses.

 

A pesar de verse «como algo pequeño», el nuevo arzobispo –que no dejó de manifestar su orgullo por venir a Burgos, a su Castilla– aseguró a los micrófonos de la emisora que llega a la diócesis «sin ningún miedo» y «con ilusión renovada», seguro de que «el Señor nos da la fuerza para ir realizando esa tarea». Una tarea que, según sus propias palabras, consistirá en «animar a los burgaleses a acoger la buena noticia que Dios nos ha dado en Jesucristo y que la acojan en la Iglesia, abiertos también a la Virgen, porque eso es lo que va a dar sentido a sus vidas y les ayudará a ser felices y hacer felices a los demás», sean de la condición que sean, «niños, jóvenes, matrimonios, familias, parados, enfermos, personas que se encuentran en soledad… cada uno en su condición concreta de vida».

 

Para el arzobispo electo, Burgos «supone muchísimo y su historia es impresionante desde el punto de vista cristiano y cultural. La Iglesia en Burgos tiene una larguísima y riquísima historia, a la que miro con respeto». Y es precisamente en medio de esta encrucijada de la historia donde don Fidel anima a los burgaleses a construir el futuro: «Yo siempre digo que el futuro es para quien lo crea; y el futuro de la diócesis será lo que nosotros vayamos haciendo porque el futuro es de quienes lo crean. Tenemos que ir creando futuro y yo, con sencillez y con todo mi ser, quiero colaborar».

 

Herráez, que tomará posesión de su cargo el próximo 28 de noviembre, asegura que se comportará como «un instrumento sencillo de Dios», con la «alegría de encontrarme con todos ustedes». El prelado animó a los burgaleses a «que todos nosotros seamos palabra lo más viva posible; pues eso hará que haya más o menos afección a la Iglesia».

 

Multimedia: escucha la entrevista íntegra:

«La muerte es un tabú y no estamos preparados para afrontarla»

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Ezequiel Rodriguez Miguel nació en 1954 en el Valle de las Navas, en la pequeña localidad burgalesa de Melgosa, aunque sus raíces están en Hontomín donde pasó su niñez. Fue ordenado sacerdote en Burgos en 1979, su primer destino fue Salinas de Rosío, junto a Medina de Pomar. Tras un año de viajes a Brasil, volvió a España y ejerció 14 años como sacerdote en Miranda, en la parroquia de San José de las Matillas y como capellán en el Hospital Santiago Apóstol de Miranda. Actualmente ejerce desde hace un año, como capellán de los dos tanatorios de Burgos capital,  donde asiste a las familias de las personas fallecidas y coordina los oficios religiosos.

 

ezequiel rodriguez

Ezequiel Rodríguez es el capellán de los tanatorios de Burgos.

 

En este ambiente, cualquiera podría pensar que le ha tocado vivir la parte más dura del sacerdocio, al estar casi a diario en contacto con la tristeza, las lágrimas y la muerte. Pero él no lo ve así: «Yo ya tenía la experiencia como capellán en el Hospital de Miranda y te puedo asegurar que la enfermedad y el ambiente de un hospital es más duro incluso que los tanatorios. La muerte desde el compromiso de la fe supone un mensaje de esperanza, para mi es una experiencia enriquecedora personalmente, porque da pleno sentido a la vida del sacerdote al ayudar a superar los difíciles momentos por los que atraviesan los familiares cuando pierden a un ser querido. Y es muy gratificante cuando los familiares se despiden agradeciéndolo y con un apretón de manos».

 

Un tabú en nuestra sociedad

Hablar de la muerte en nuestra sociedad da tanto respeto que todo parece preparado para que el trance pase de refilón por los familiares, lo más rápido posible, sin apenas tiempo de reflexionar sobre lo que ocurre. «Hemos convertido el tema de la muerte en un tabú, incluso en la Iglesia hablamos muy poco de la muerte- reflexiona Ezequiel- Los proyectos de vida inmediatos prevalecen, la muerte no es estética y no nos la planteamos como realidad final que a todos nos tocará. Por eso hay muchas personas, especialmente los jóvenes, que les cuesta mucho asimilar una perdida, porque no han recibido ninguna formación sobre la muerte, es un tema tabú que no se aborda y que nos coge por sorpresa».

 

Sin embargo, según él, debemos partir de que muerte y vida van unidas inseparablemente, «como los ríos no se entienden si no desembocan en el mar, porque está hechos para ello, la vida humana tiene su sentido entroncada con el más allá, porque la muerte no es el final del camino, como nos anunció Jesús, sino que es la plenitud. La vida humana, con sus avatares, encuentra se sentido y plenitud al final con el paso hacia felicidad que ansiamos y que en la vida no es posible».

 

La muerte de un familiar es momento de duelo y lo que la Iglesia hace en ese momento es transmitir cercanía, cariño y esperanza , en definitiva el amor del Padre, el Dios misericordioso. Ezequiel comenta que esto es algo que no se puede hacer con palabras y grandes discursos, sino con gestos, con detalles. «Lo importante es que les llegue el amor de Dios, la esperanza ante la muerte y la cercanía de la Iglesia con ellos». Por eso, es importante que ayude el ambiente en los tanatorios, que no siempre es el adecuado. Reconoce que hay personas que acuden a saludar a los amigos, a charlar sobre sus asuntos y trabajos, y «queda muy lejos el consuelo a las familias, el acompañamiento y la oración por la persona fallecida, que debe ser el motivo de la visita». Pero el momento del entierro o la visita al tanatorio no bastan. Según Ezequiel, «es necesario dar un paso más en el acompañamiento a las personas que pasan por un duelo difícil cuando pierden un ser querido, por eso  debiéramos mantener un contacto para visitar, arropar y ayudar, a quienes viven este difícil trance, siempre que así lo deseen».

«De don Francisco he aprendido la capacidad de comprensión»

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javier perez illera

Javier Pérez Illera, en su despacho.

Han pasado solo las diez de la mañana y ya ha repasado con el arzobispo la agenda planificada para el día de hoy y ha seleccionado el correo dirigido especialmente para él. Ahora se dispone a ocupar su mesa en el despacho anexo al del pastor de la diócesis para seguir con su jornada de trabajo atendiendo llamadas, concretando citas institucionales y pastorales y las visitas planificadas a lo largo de la mañana. Ese es, a grandes líneas, el trabajo que Javier Pérez Illera lleva haciendo desde septiembre de 2002 al lado de don Francisco. Ser el secretario personal de un arzobispo no es tarea sencilla, pero muchos en la diócesis aseguran que cumple su trabajo con gran profesionalidad. Procura hacerlo siempre «con prudencia y discreción», teniendo en mente lo que le dijeron cuando comenzó su trabajo como secretario, y es que «secretario viene de secreto».

 

Nadie nace sabiendo cómo ser el secretario de un arzobispo, de ahí que Javier agradezca mucho la ayuda que le prestó al empezar su trabajo quien fuera el secretario de los dos anteriores arzobispos, José Antonio Calleja: «De él aprendí a atender las llamadas, saber planificar la agenda y concretar entrevistas», comenta. El caso es que, tras trece años de trabajo, Pérez Illera se desenvuelve perfectamente en su despacho. Ha aprendido a estar «en su papel sin considerarse consejero ni mano derecha del arzobispo, sino simplemente su secretario», procurando mantener «un mínimo de orden en su despacho y sus papeles» y «sabiendo guardar la discreción» debida propia de su cargo.

Cura y secretario

Hombre humilde y de pocas palabras, Javier destaca que si algo ha realizado bien en su tarea ha sido gracias «a que don Francisco me ha facilitado enormemente el trabajo». Revela que, aunque el arzobispo es «exigente porque quiere hacer muy bien las cosas», también ha sido «muy bueno» con él, «cordial y comprensivo cuando me he equivocado». Además, valora muy positivamente que el arzobispo no haya querido un sacerdote a tiempo pleno dedicado a su agenda, sino que siempre ha deseado que Pérez Illera siguiera ejerciendo su ministerio pastoral como sacerdote, facilitando que pudiera trabajar en la parroquia de San Pedro de la Fuente, tarea que lleva desempeñando desde que fuera ordenado sacerdote en el año 2000. Esa deferencia le ha servido a Javier para no perder de vista que es «ante todo cura», aunque también lamenta que su trabajo como secretario y las dos visitas pastorales en las que ha tenido que acompañar a don Francisco «le hayan hecho difícil su entrega más plena a la parroquia», pues muchos días «sabía que se iba a tener que ausentar» de la misma. Cosa que, de otro lado, agradece a quien ha sido su párroco, Micael Hellín: «Ha sabido siempre respetar el trabajo del obispo cuando he tenido que acompañarle y ausentarme de la parroquia, cosa que le agradezco, y mucho», asegura. Con todo, Javier graba en el corazón los días de la visita pastoral, pues le han servido «para conocer mejor nuestra Iglesia y descubrir el trabajo que realizan tantos sacerdotes», aumentando así «su cariño hacia ellos».

 

Es quizás en esos viajes recorriendo la diócesis, donde Javier ha conocido más de cerca a don Francisco. Solían aprovechar los viajes en coche para «rezar el rosario o la liturgia de las horas» y, una vez llegados al lugar, descubrir un arzobispo «transformado», lejano de la seriedad y el trabajo diligente de sus horas de despacho y sus actos más institucionales. «Don Francisco es un hombre cercano en el trato personal» que tiene incluso «un fino sentido del humor» y se siente «muy a gusto en el tú a tú», señala.

 

El trato personal, directo y cercano, con el arzobispo ha hecho que Pérez Illera sea quizás de las pocas personas que conocen de cerca de Gil Hellín. A su lado se ha sentido «muy, muy a gusto» y asegura que ha descubierto a un arzobispo diferente al que todos están acostumbrados, más reservado y riguroso «como bien responde a su responsabilidad». De él asegura que ha aprendido mucho, como es la «seriedad por el trabajo bien hecho», «la comprensión con todos los sacerdotes» con los que dice, «siempre ha tratado de dialogar y nunca imponer nada»; «guardar la debida discreción» a los temas más reservados y «su gran capacidad de trabajo».

 

Seguro que el arzobispo también agradece la diligencia con la que él ha desarrollado su papel.

Mensaje de saludo del arzobispo electo de Burgos, Fidel Herráez Vegas, a los burgaleses

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Queridos hermanos todos de la archidiócesis de Burgos:

 

El Santo Padre me envía a Burgos, como sabéis, encomendándome el cuidado pastoral de esa ya querida diócesis.

 

Doy gracias a Dios y en Él me apoyo firmemente para la misión que me confía, me pongo y os pongo en sus manos amorosas de Padre y, en espera de que llegue el momento de encontrarnos, quiero enviaros mi saludo entrañable, fraterno, cordial y muy cercano. Este saludo que envío para todos, me gustaría que lo recibierais como dirigido personalmente a cada uno de vosotros: a Mons. Francisco Gil Hellín, querido hermano, que ha sido vuestro Arzobispo casi 14 años y es ahora vuestro Administrador Apostólico, a los sacerdotes mayores y jóvenes que conformáis el Presbiterio, a las Comunidades de religiosas y religiosos de vida contemplativa y apostólica, a los que formáis parte de los demás Institutos de Vida Consagrada, a los laicos y a sus comunidades parroquiales, a las familias y a los jóvenes, esperanza de futuro para la Iglesia y la sociedad. Saludo también a las autoridades civiles, militares y académicas, tanto locales como provinciales y autonómicas, a quienes ofrezco mi leal colaboración desde el Evangelio para el bien común. Y, con cercanía especial, saludo a los ancianos, a los enfermos y a cuantos sufren por cualquier causa y situación: pobreza, paro, soledad, marginación, desamor, carencia de Dios… A todos os hago llegar este saludo y la bendición en nombre del Señor.

 

Desde que tuve noticia de lo que, a través de la Iglesia, quiere ahora el Señor de mí, he llevado a la oración con frecuencia las palabras de Jesús: » Yo os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto» (Jn 15, 16). Sí, Él es quien nos ha elegido. A mí como sencillo y humilde Pastor vuestro; y a vosotros como hermanos a los que he de acompañar y confirmar en la fe de la Iglesia, para que caminando juntos demos, hacia dentro de la comunidad cristiana y hacia afuera, los frutos abundantes del Espíritu. Es Dios el que nos llama, es Él quien nos precede, Él quien nos envía y acompaña. Por sus amorosos designios nuestras vidas se unen aquí y ahora, para acoger y anunciar gozosamente a Jesucristo llevando su Buena Noticia a todos nuestros hermanos con obras de fe, palabras de esperanza y signos de amor y misericordia. Porque «ser Iglesia, nos dice el Papa Francisco, es ser Pueblo de Dios de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre; y esto implica ser fermento de Dios en medio de la humanidad» (EG, 114).

 

Siento fuertemente la necesidad de pedir vuestro apoyo y oración para llevar adelante, según el plan de Dios, este ministerio pastoral que se me ha encomendado y que acepto por amor a Él y por amor a vosotros. El Señor es mi Pastor, el único Pastor, y es Él quien me pone a vuestro servicio. Quiero ser vuestro y de todos. Voy a Burgos para quereros y serviros, especialmente a quienes más necesiten la cercanía y el cuidado de la Iglesia y de su Pastor. Desde ahora me tenéis a vuestra entera disposición.

 

Me encomiendo a Santa María la Mayor, Patrona de la ciudad y de la diócesis, para que Ella nos guíe y acompañe siempre en los caminos que llevan a su Hijo Jesús.

 

Hasta pronto. Un abrazo con mi afecto y bendición.

Catequesis de disfraces para celebrar la santidad

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Fotografía de una fiesta de Holy Wins celebrada en el Seminario de San José.
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Fotografía de una fiesta de Holy Wins celebrada en el Seminario de San José.

 

Santa Teresa, el rey San Fernando, san Lorenzo, santa Marina… Innumerables santos han inundado la tarde de hoy las calles de la ciudad y los pasillos del Seminario de San José en la segunda edición de «Holywins» en la diócesis. Y es que han sido muchos los niños y sus familias que hasta allí se han desplazado para participar en la celebración de una víspera de la fiesta de Todos los Santos muy especial. Disfrazados de sus santos favoritos, los asistentes al acto han participado de un nutrido programa de actividades que ha contado con catequesis, evangelización por las calles, adoración al Santísimo y una pequeña merendola.

 

«Holywins» es un juego de palabras que traducido del inglés significa «la santidad vence». De esta manera, la festividad de Todos los Santos hace que niños, jóvenes y sus familias los recuerden de una forma divertida a la vez que respetuosa en este singular evento que está arraigando con fuerza en muchas diócesis de todo el mundo. La propuesta, en palabras de sus organizadores, pretende ser «una fiesta en la que descubramos que hemos sido creados para la amistad con Dios y que los santos viven volcados sobre la tierra, ayudándonos a ser santos como Dios es Santo».

Una fiesta familiar

La jornada ha dado comienzo entrada la tarde con un desfile de disfraces de santos, donde ha habido premios para los más originales y creativos. Tras una pequeña catequesis sobre la santidad, la capilla del Seminario ha acogido una oración de adoración al Santísimo Sacramento y envío evangelizador por las calles. Un caramelo envuelto en un papelito con diversas frases de santos ha servido de excusa para que niños y jóvenes, como hacen los santos, anunciaran a Jesús por las calles cercanas al Seminario. Para ello han contado con la oración de intercesión que otros muchos realizaban por ellos en la capilla. Tras el regreso de los pequeños misioneros, ha tenido lugar la bendición con el Santísimo, que ha dado paso a una merienda final.

 

Desde la delegación diocesana de familia y vida, organizadora del evento, se muestran satisfechos por el desarrollo del mismo y la repercusión que ha obtenido. «Pensamos que es necesario consolidar la celebración de Holywins de manera que muchas más personas se puedan beneficiar. Y para ello, nada mejor que sea una iniciativa diocesana, como en el resto de lugares donde se lleva a cabo»; de ahí que hayan elegido como escenario para desarrollar el acto el Seminario diocesano, apuntan desde la organización. Una iniciativa en la que han adquirido especial importancia las familias, que han colaborado tanto en la organización como en el desarrollo del acto. Sin duda, una fiesta de Todos los Santos muy especial.