El sueño de la capilla de Putimi se hace realidad
La presidenta de la comunidad de Putimi, en Ecuador, se expresaba con alegría ante la inauguración en la que estuvo presente el pasado 16 de mayo: “¡Ciertamente que hay sueños que se realizan!”, y este fue uno de ellos.
La inauguración no era otra que la de la capilla que desde hace más de un año se estaba construyendo con aportaciones de diócesis como la de Burgos, que ha colaborado mediante los ingresos obtenidos para este fin a través de diversas actividades en torno a la exposición “Eucharistia” de Aranda de Duero.
La consagración del templo dedicado a la Virgen de Guadalupe corrió a cargo del obispo Rafael Cob, mientras que Roberto Sánchez, párroco de Shell que visita estas comunidades, mostraba su satisfacción por que esta población que, según su testimonio, “es la que mejor responde en el interés por la formación cristiana y en la tarea de evangelización, pudiera tener este premio, contar con su propia capilla, donde celebrar el culto de su fe en comunidad”.
La búsqueda de recursos era el primer obstáculo a superar, y para ello, el obispo pidió ayuda en su tierra natal de la diócesis de Burgos, que respondió con generosidad a través de lo recogido en las parroquias, en especial de las presentes en la Ribera del Duero; aunque también han colaborado las del arciprestazgo de Oca-Tirón, y las de Capiscol y La Ventilla, en la capital. A ellas se unió la ayuda de otros cristianos católicos de Alemania, quienes a través de Adveniat, facilitaron la construcción de la capilla. Cob resalta que se trata de “un templo amplio y elegante, considerada como el mejor del sector Madre tierra”.
“Les agradecemos y felicitamos a todos por su colaboración, –continúa el prelado– y queremos agradecer también a la comunidad de Putuimi el interés e ilusión que han puesto para equipar la capilla: las imágenes, bancas para sentarse, altar y ambón del presbiterio”.
Pero lo mas importante es que es una comunidad viva, por ello junto con la bendición hubo también la administración de los sacramentos de iniciación, “hermanos que se habían preparado para bautizarse y hacer su primera comunión y confirmación; niños, adolescentes y grupo de jóvenes fueron los afortunados, la demostración de la vida y esperanza de esta comunidad que cuenta también con catequistas propios”, recalca Cob.