Los medios de comunicación social, también al servicio de la misión

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Este domingo, coincidiendo con la festividad de la Ascensión del Señor, se celebra la jornada mundial de las comunicaciones sociales, un día para dar a conocer la labor que realiza la Iglesia en este campo, rezar por todos los profesionales que trabajan en el amplio campo del periodismo y la información y colaborar económicamente, en la medida de las posibilidades, con la delegación diocesana de medios de comunicación.

 

Precisamente, ante esta jornada –la única propuesta por el concilio Vaticano II en su decreto Inter Mirifica— esta delegación quiere poner en alza la importancia de los medios de comunicación en la misión evangelizadora de la Iglesia, resaltando con ello su contribución para lograr una diócesis cada vez más unida. De hecho, aseguran, «una diócesis donde abunda la información será una diócesis donde acaben por desaparecer los rumores que tanto mal hacen a la Iglesia». De ahí que «el trabajo que realizamos desde la delegación está al servicio de la comunión», ya que «si los laicos, sacerdotes y religiosos están al día de lo que ocurre en la diócesis estarán en grado de amar más y mejor a su Iglesia».

Amplio trabajo comunicativo
comunicación diócesis burgos

Canales informativos que utiliza la diócesis para difundir las noticias que genera.

 

Para favorecer el flujo informativo, el equipo que compone la delegación, trabaja en varios campos y canales de comunicación. Además de actualizar varias veces al día su página web, también desarrollan otras tareas para la difusión de las noticias que genera la diócesis burgalesa. Cada quince días publican la revista «Sembrar», mantienen un flujo informativo bidireccional en las redes sociales Facebook y Twitter y redactar y editan los programas de El Espejo y Iglesia Noticia los viernes y domingos en Cope Burgos. Todo ello sin olvidar la relación de profesionalidad que mantienen con los distintos periodistas locales, ayudándoles en el tratamiento de sus noticias y facilitándoles los datos necesarios para cubrir sus propias noticias.

2015 05 12 martes: resumen del prensa

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Actualidad

La Sala de lo Contencioso de Burgos desestima las alegaciones del cabildo metropolitano para cambiar el suelo de la catedral:

 

Hoy martes se celebra en el Santuario de Santa Casilda una nueva edición de la tradicional Rogativa de La Tabera, una Fiesta de Interés Turístico Regional :

 

Diaconado permanente: ¿moda o necesidad?

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La historia del diaconado permanente se remonta a los orígenes cristianos. En el año 55, san Pablo habla ya de la figura del diácono (Filp 1,1) y de sus requisitos: Los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios; que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. Probados primero y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos» (1Tm 3, 8-10). Su carta fundacional razona su necesidad: No parece bien que nosotros (los doce) abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los nombraremos para este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra”» (Hch 6, 1-4).

 

  A tenor de las condiciones exigidas, se trata de un ministerio importante. Así lo atestigua la primitiva cristiandad, por boca de uno de sus obispos más insignes, san Ignacio de Antioquía, cuando dice: “Que todos reverencien a los diáconos como a Jesucristo”. Y queda corroborado por el testimonio inapelable del diácono San Esteban, que, en adelante, va a marcar la impronta diaconal. A su vera, con el tiempo, florecerán las figuras estelares de los españoles, san Lorenzo y san Vicente, y del Doctor de la Iglesia, san Efrén, entre otros.

diaconado permanente burgos

Los dos diáconos formados en la diócesis de Burgos, Enrique Pérez y David Jiménez, junto con sus familias.

 En su servicio diaconal no deja de sorprender la variedad de tareas, que, más allá de la liturgia, espiritualidad y evangelización, inciden en su campo más específico, que les impulsa incluso a salir a la calle en busca de pobres y enfermos. Es lo que refleja un antiguo código eclesial sirio del siglo III –la Didascalía- y que hoy traduciríamos por “la opción preferencial por los pobres” (toda clase de pobres, no sólo en el sentido material). Su influencia llega a ser tal que se les confían responsabilidades tan delicadas como la cuestión de la economía de la Iglesia (sobre todo para el servicio a los necesitados). Y en el siglo III, en un relevante documento de Roma – La Tradición Apostólica– aparece ya la figura del diácono como un auténtico ministerio eclesial, tras los obispos y presbíteros, pero especialmente vinculado al obispo, como reza un texto paralelo: “Tengan, pues, el obispo y el diácono una misma mente… Sea el diácono el oído del obispo, y su boca y su corazón y su alma”.

 

 Esta calidad  diaconal, símbolo palpable de la diaconía (servicio) de Cristo, va a alcanzar su esplendor en el siglo IV, en que por una serie de circunstancias (competencia con los presbíteros) y cambios profundos (aparición de las parroquias) termina diluyéndose el estatus de este ministerio, para quedar  reducido a algunas funciones litúrgicas y como paso previo al sacerdocio. Esta es la situación  durante toda la Edad Media (véase santo Tomás de Aquino) que, fuera del intento fallido de  restauración en el Concilio de Trento, ha permanecido hasta 1950. Fue entonces, en vísperas del Concilio Vaticano II, cuando en Alemania un grupo de personas, profundamente comprometidas en las labores de la Iglesia, reclama la ordenación diaconal. Y son los obispos alemanes, en gran medida, quienes se hacen eco de este deseo y solicitan al Concilio la restauración del diaconado permanente. Surge así en la asamblea conciliar una profunda reflexión que por fin establece las condiciones para el acceso a dicho ministerio de hombres casados (sólidos en su matrimonio, familia y profesión), dejando el tema en manos de las conferencias episcopales.

 

 La razón profunda para su restauración ha sido que las funciones correspondientes a la esencia del diaconado serían muy difíciles de cumplir hoy, en muchos ámbitos,  sin este  ministerio. Desde aquí es fácil comprender la diferencia entre el ministerio del sacerdocio y del diaconado. El diácono no es un minisacerdote, ni un tapagujeros por la escasez de sacerdotes. Tampoco se le ha de ver como el paso obligado para acceder al sacerdocio, sino como el que desarrolla el sacramento del Orden en su triple estructura original, como ministerio propio e independiente (LG 29), lo que explica que su restauración constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia. Y lo prueba su acogida, con una singularidad muy llamativa: no han sido las iglesias “de misión” (Africa, Suramérica), sino “las de cristiandad” (Norteamérica y Europa) las que están desarrollando con verdadero gozo y provecho este ministerio. En este ámbito es donde ha surgido una reflexión muy valiosa que destaca el papel decisivo de este ministerio para que en la comunidad cristiana se mantenga vivo y se practique el espíritu de la diaconía. No en vano conviene saber que Francisco de Asís fue diácono, ejemplo formidable para una Iglesia del servicio.

 

2015 05 11 lunes: resumen de prensa

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Actualidad

Ecclesia publica el mensaje del arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, con motivo  de la Pascua del Enfermo:

Solidaridad

El centro especial de empleo de Aspanias abría sus puertas al director de la planta de L’Oréal en Burgos, Benoit Mocquant, para mostrarle la actividad que su vínculo genera:

 

El Diario de Burgos publica una entrevista a Belén Santamaría, presidenta de la Asociación Síndrome de Down Burgos:

Cultura

Un año después del paso por Aranda de Duero de la exposición de Las Edades del Hombre, múltiples testimonios vinculados con la celebración religiosa recuerdan sus lazos de la villa, cuya historia también está ligada al pan y al vino:

 

 

Los capellanes del hospital, al servicio espiritual de los enfermos

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capellán hospital 2

Juan Manuel Valderrama es uno de los capellanes del hospital.

Que suene el teléfono a media noche pocas veces es por una buena noticia. Por si acaso, el teléfono de urgencias de los capellanes del nuevo hostpital de Burgos está siempre encendido. La urgencia nocturna  más habitual que suele atender un capellán en el hospital es la de administrar la unción de enfermos a aquellos pacientes cuyo cuadro clínico es grave o ha empeorado. “También puede llegar a urgencias una persona en estado grave y fallecer, sin que haya sido posible administrarle el sacramento; en estos caso los capellanes solemos realizar una oración junto con la familia”, explica Juan Manuel Valderrama, uno de los capellanes del Hospital Universitario de Burgos.

 

A los pacientes de este moderno y mastodóntico hospital no les falta quien atienda sus necesidades espirituales (siempre y cuando ellos o sus familiares quieran), ya que cuenta con tres capellanes que se turnan y realizan guardias para que nunca falte su presencia ni su atención.

 

Juan Manuel lleva dos años como capellán, exactamente los  mismos que lleva en funcionamiento el hospital. Algunos siguen sin entender cuál es la función que estos sacerdotes vestidos con bata de médico realizan allí, pero su trabajo no es baladí. “Celebramos la misa a las 10 de la mañana y a las 6 de la tarde los días laborables, y a las 12 del mediodía los domingos. Aparte, llevamos la comunión a los enfermos que lo solicitan y visitamos las habitaciones para llevarles esperanza y estar con ellos si necesitan nuestro acompañamiento. Y no nos olvidamos de los casos más graves y que están internados en la UCI, a quienes visitamos para interesarnos por su estado”.

 

Una muestra de cómo la diócesis acompaña también el dolor y el sufrimiento.